• El castigo por hacer un Cesc

    by  • 3 marzo, 2013 • Fútbol, Miscelánea • 7 Comments

    (Escuchando de fondo «Mothership Connection» de Parliament)

    Los lectores de esta bitácora habrán reparado en que la NBA es una de las competiciones favoritas del que suscribe como lo demuestra el hecho de que en este blog futbolero sevillista sean ya varías las referencias al baloncesto americano. Aunque con mucha menor incidencia que en el pasado me llama la atención su continuo afán por reinventarse, la forma que tienen de concebir el espectáculo y las recurrentes mejoras que se intentan articular de cara al real disfrute del protagonista de todo que no debe ser otro que el espectador, que es quien sostiene el negocio. La palabra «espectador» que allí proviene de forma real y efectiva de «espectáculo». Y que como tal, se trata.

    El sentimiento arraigado de club que tenemos nosotros no se estila en la NBA. Los negocio-franquicias se trasladan tranquilamente de una ciudad a otra, y no pasó nada cuando los Lakers se mudaron de Minneapolis a Los Angeles, cuando los Jazz pasaron de N.Orleans a Utah o los Grizzlies de Vancouver a Memphis. Es una industria, un negocio, un espectáculo, estando así concebido en cada uno de sus aspectos. El que va a ver un partido de la NBA es como el que va al cine o al teatro. Si su equipo gana y se lo pasa bien, pues fenomenal. Si pierde o la cosa ha ido mal, se enfada pero se va a casa y hasta otro día. Pero claro. El espectador si no ve lo que ha pagado, pues reclama. Si un señor de Miami se ha gastado 200 dólares para que el niño vea contra los Heat a los mejores jugadores de los Spurs y su entrenador no lleva a Parker, Ginobili y Tim Duncan, pues planta una demanda. Esto es un poco exagerado, obviamente, y forma parte del show bussiness intrínseco en el novelerío yankee pero es representativo de lo que pretendo expresar. Este tipo de cosas son impensables aquí, no por menos noveleros, sino por distinto sesgo cultural. No imagino yo a ningún aficionado del Betis llevando al Valladolid a juicio por la eliminatoria que disputaron porque Djukic decidiera que en vez de Oscar, Ebert y Manucho, el ataque lo iban a formar Lolo, Rubén Peña y Neira. O los que pagaron la entrada el día nuestro de la vuelta contra el Mallorca (que alguno habría) reclamar su devolución porque jugaran Alvaro, Kevin o Brandon.

    Esa protección que se exige al que paga ha quedado retratada otra vez con una de las normas novedosas en la NBA de este año: el castigo al teatrero. Recuerdo el caso paradigmático de Vlade Divac también conocido por Andrés Montes como Vittorio Gassman por el cuento que le echaba el fantástico pivot de los Kings y Lakers cada vez que había un contacto en la zona. Y como Divac, pues un montón. Hasta que la gota ya colma el vaso y se ponen manos a la obra para castigar esta práctica. «Dentro de nuestro deporte no habrá ese tipo de comportamiento de engaño hacia los árbitros y los aficionados», son las textuales declaraciones del vicepresidente ejecutivo de operaciones de baloncesto de la NBA, Stu Jackson, cuando dio a conocer el «flopping», medida según la cual serían sancionados aquellos piscineros. La idea es clara: el que simule, paga. Eso de que esto es de listos es la justificación que el pillo que defiende lo suyo da a su pillería, pero que ni de lejos, ni de lejos, es admisible. Y aunque sea ponerle puertas al campo este tipo de medidas me parecen más que loables. Hay que luchar contra el que engaña: contra ese que le rozan con una mano y que parece que lo han fusilado. A ese que pretende engañar al árbitro, a la competición y al espectador que ha pagado su entrada.

    Y oigan. Predicando con el ejemplo. Varios han sido multados ya, siendo el primero el jugador de los Nets Reggie Evans, que ha sido castigado con 5.000 dolares por teatrero en esta jugada. Evans ni siquiera cae al suelo pero por exagerar un pelín, 5.000 dólares.La próxima vez que parezca que lo han matado en una jugada donde lo rocen, la multa será del doble. Y si sigue reincidiendo se le puede sancionar sin jugar.

    Y hablamos de baloncesto donde la incidencia de un piscinazo es nimia. Hablamos de que una exageración de un jugador en una jugada puntual puede repercutir en ¿una personal? ¿en una técnica? ¿puede ser un engaño de 2 puntos en un partido que ronda los 100?. En cambio, en fútbol, un teatro te cambia un partido. Una expulsión por simular agresión o un penalty por zambullida propicia en muchas ocasiones que el favorecido por el error arbitral sea quien se lleve al gato al agua.

    (fuente: as.com)

    Paralelo a esto se genera un manido debate que no me cabe duda de que va a ir a más con el paso de los años. Me refiero al uso de la tecnología en el fútbol. Gente importante como Pepe Mel o Vicente del Bosque ya han manifestado que son partidarios, dentro de un límite, de la incursión de las mismas dentro del desarrollo de un partido. Otros estiman que la entrada de ciertos adelantos revisores de jugadas en vivo desvirtuarían la esencia del fútbol. Lo que pasa es que en esto, como cualquier cuestión opinable y no tautológica, todo el mundo y nadie lleva razón alamismavé. Los argumentos de los que se oponen son tan válidos como los que pensamos que por justicia debería aprovecharse en el fútbol el uso de las tecnologías en ciertas jugadas, muy puntuales, donde la revisión inmediata demuestra de forma indubitada el humano error arbitral. No hablo de jugadas dudosas sino de aquellas donde la ciencia demuestra sobre la marcha el error arbitral. Me refiero al ojo de halcón en el penalty de Jorge Molina, el uso del líberovisión para analizar un gol anulado por fuera de juego o un penalty pitado tras piscinazo tan escandaloso que no genere ningún género de duda.

    Pero ya que este tema genera controversia entiendo que, subsidiariamente y mientras se decida para donde tirar, sí debe ponerse coto al mentiroso. Al menos tocándole el bolsillo de una forma severa y dotando ese dinero a un destino finalista como pudiera ser la promoción de escuelas deportivas o el fútbol base. Pase que no se deba rearbitrar sobre la marcha una exageración sobre la agresión. Pero, al menos, no dejar impunes del todo comportamientos deleznables desde el punto de vista de la ética deportiva y de la educación a los niños como la famosa jugada de Cesc con Medel, como el recital de Diego Costa en las recientes semifinales o como la de Spahic y Adúriz en aquel Sevilla-Valencia de Copa.

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    7 Responses to El castigo por hacer un Cesc

    1. 3 marzo, 2013 at 10:20 pm

      Dos matizaciones:

      1.- La norma anti simulaciones es efectiva en la NBA, que es una competición con muy poca mafia y en la que priva el interés general de la competición por encima de los intereses particulares. Aquí ya se sancionó durante una época mediante vídeo y nos echábamos las manos a la cabeza cuando infracciones de jugadores del Madrid ni eran tratadas mientras que una acción equivalente en clubes débiles eran castigadas con 4 partidos. El problema del fútbol en este país es la enorme corrupción que generan los intereses económicos particulares.

      2.- No estoy de acuerdo con esta frase: «Lo que pasa es que en esto, como cualquier cuestión opinable y no tautológica, todo el mundo y nadie lleva razón alamismavé».
      ¿No hubo polémica cuando se introdujo la norma de castigar las cesiones a los porteros? ¿Acaso alguien duda hoy día que esa norma no ha cambiado para bien al fútbol?
      Todo el mundo puede opinar, pero no todo el mundo tiene razón.

    2. 4 marzo, 2013 at 12:57 am

      Esa normativa anti-flopping está bien para la NBA pero veo muy difícil su aplicación al fútbol en España. En primer lugar por lo que comenta Juan Ramón acerca de los comités y demás. Y, en segundo lugar, por el tema de dimensiones; no es lo mismo controlar por cámara la acción de 10 tíos en una cancha de baloncesto que la de 22 en un campo de fútbol.

      Yo no creo que haya que inventar nada nuevo, el reglamento ya contempla la amonestación por simular una falta y creo que es suficiente castigo. El problema es como todo, la poca unidad de criterio a la hora de mostrar las tarjetas. Igual que con las manos, penaltys en saques de esquina, guardar la distancia de la barrera, etc. Lo que hay es que fijar bien un criterio y que todos los árbitros lo apliquen sin excepción.

      Respecto al uso de la tecnología en el fútbol, yo soy partidario de su implantación. Sobre todo en dos aspectos que añadirían objetividad al arbitraje: los goles fantasmas y los fueras de juego. Con la tecnología que hay hoy en día, es fácil implantar ambas de forma que sea un ordenador el que tome la decisión. Otra opción que me gusta es añadir la opción de consultar el vídeo como ocurre en rugby, hockey-hierba o tenis (en este caso no es un vídeo exactamente pero sirve), entre otros; yo le daría un número de oportunidades a cada equipo para revisar jugadas polémicas.

      No sé si acabarían con la esencia del fútbol o no, pero sin duda sería más justo.

      Un saludo.

    3. 5 marzo, 2013 at 10:34 am

      Gente importante como Pepe Mel? Madre mía.

      Como tu bien dices, cuestión de cultura. A Andreas Möller le cayeron 4 partidos, creo, por un piscinazo infame. A Luis Suárez un buen puro por insultos racistas.

      Aquí todo eso nos importa poco. Para qué quemarse más la sangre. Pan y circo.

      Batalla perdida.

      Un saludo.

      PD: gente importante como Pepe Mel? En serio. Es que no me lo quito de la cabeza.

    4. 5 marzo, 2013 at 10:53 am

      El punto 1 del primer comentario da en la clave. La NBA es una competición en la que prima la igualdad entre los equipos (aunque por tradición, ciudad y masa social obviamente siempre habrá equipos que al final destaquen más que otros) de tal manera que el último tiene la posibilidad de ser el primero mediante la elección de los mejores jugadores jovenes. Ahí tenemos el caso de los Bulls, un equipo sin tradición ninguna que escoge en el draft a un tal Jordan y se lleva 6 campeonatos. Los estadounidenses saben lo que tienen entre manos, su potencial económico y en esto son tios serios y no se van a cargar una máquina de generar dinero.

      La Liga Española es justo todo lo contrariom es una competición donde se premia al Mandril y al Farsa porque si y sus diferencias con los demás se hacen cada vez más grandes con el consentimiento de todos y cada uno de sus elementos (incluidos los equipos ¿cuántos se han plantado para jugar con estos dos protestando contra como están machacando la liga? 0) y no solo eso, si no que además si Cesc «finge» (tampoco Medel es una hermanita de la caridad) o exagera un cabezazo y además se demuestra, no solo no se le sanciona, si no que además se le mantiene la sanción al agresor. ¿Para que queremos entonces tanta tecnología?

      Lo de los goles fantasmas me parece una buena medida pero… ¿el libero visión? coño, a mi esta técnica que «demuestra» (casualmente siempre en partidos del Mandril y el Farsa) que por tres cuartos de centimetros de cadera un árbitro está comprado y claramente va a perjudicar al Mandril/Farsa (porque solo perjudica, casualmente, a estos equipos) pues sinceramente no lo veo. Si un árbitro aprecia o no un fuera de juego que no es muy fraglante es parte del juego, otra cosa es que sea una jugada en plan descaradísima, pero creo que no hablamos de esto.

      En fin, que tenemos una liga de chichinabo con dos megaequipos, que acabará pasada por la alemana y la francesa en pocos años (como ya le ha pasado al Calcio) y todo por lo que siempre pasa en este pais: no hay gente seria de verdad que piense en 10 años vista.

    5. 5 marzo, 2013 at 12:24 pm

      Creo que existen dos debates dentro del artículo. Uno principal que consiste en la definición de la competición con sus normas y otro sobre los medios para cumplir el fin. No creo que fructifique el segundo sin acotar el primero pues lo accesorio sigue a lo principal.

      No se trata de tener la última tecnología para perseguir irregularidades, desigualdades, o simplemente trampas a la competición sino de definir en qué consiste, qué es honesto y qué contraviene. Sentando unas bases todo lo demás vendrá como añadidura.

      En una competición en la que se desvirtúa la esencia de los clubes engañando al aficionado desde el gobierno, se amañan partidos, pueden existir propietarios de derechos federativos de jugadores competidores, no se cumplen no sólo las normas de la liga de fútbol profesional sino las normas y leyes que atañen a todos los ciudadanos, la desigualdad aplasta, se suman peras y manzanas…, francamente el ojo de halcón me la refanfinfla.

    6. Alvaro
      5 marzo, 2013 at 3:52 pm

      Por alusiones. Yo creo que un entrenador de primera división es alguien en el fútbol. Vale que no es Arrigo Sacchi pero Mel me parece alguien importante. Además, en el fondo y con independencia de sus colores, me parece un entrenador más que interesante. Por otro lado creo que no yerro si digo que tu opinión es coincidente con la inmensa mayoría del aficionado futbolero español y que comenta que comenta el amigo colusokukletil (esperamos ansiosos el post de Stevadoyen) :no esperemos muchas cosas de una liga del tebeo y prostituida como la nuestra.

      Por lo demás, en el tema de la tecnología nunca habrá acuerdo. He pasado por él casi de soslayo, sólo para temas muy descarados y las opiniones ya no pueden ser más dispares. Como no puede ser de otra forma.

      Viva el flopping y el tocarle los bolsillos a los protagonistas. Coño.

    7. 5 marzo, 2013 at 5:11 pm

      Muy bueno como siempre. Por cierto hay un refrán que dice:

      Eres más largo que los comentarios del Blog “Salmón Palangana»

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