• Al primer jab

    by  • 23 octubre, 2017 • Sevilla

    (Escuchando de fondo “Yo te sigo” de Los Calzones Rotos)

    Una de las múltiples enseñanzas que el Messi de los despachos nos mostró es que Moneyball era algo más que una bonita película sobre la incidencia de las estadísticas a la hora de formar un bloque competitivo. Conformar una buena alineación es algo más que juntar a once tíos que la tocan muy bien. Confeccionar un competitivo plantel no es solo unir un ramillete de futbolistas que muestren una envidiable técnica individual. Construir un sólido equipo va mas allá de tener un ojo clínico perfecto a la hora de determinar si un jugador tiene nivel. No. A la ÑBA no le vale para nada tener 5 jugadores como Gasol si nadie sube la bola. Para ser un equipo ganador no se dejan cabos sueltos. Que la inspiración te pille trabajando. Que, cuanto mas trabajes, mas suerte tengas.

    Del ridículo que de momento está perpetrando el señor Berizzo hablaremos en otro momento, que ya bastante pirómano hay en este incendio como para meterle uno mas. Que el cuerpo me pide comisaría. Además, existiendo artículos analíticos integrales del nivel que hoy muestra @JesusAlbaDS, solo podría aportar reiteración argumentativa. Ahora quiero apuntar el rifle a otro lado e intentar centrarme en uno de los principales problemas de este Sevilla 17/18, el cual, en mi opinión, excede de lo meramente futbolístico. Me refiero al carácter. Lo pueden llamar falta de personalidad, de ojos inyectado en sangre o competitividad. Huevos no, que es tan burdo como simple. A mi me gusta carácter.

    Conocemos bien lo que es, faltaría mas. Aquí sabemos de qué estamos hablando porque no hemos necesitado lenguas antiguas que nos lo contaran. Si por algo destacaba el Sevilla campeón de Emery (rasgo que no se marchó en la época Sampaoli) es porque había dos opciones: o lo reventabas o siempre se levantaba de la lona. No te bastaba con darle una paliza sino que, aunque lo enterraras, sabías que aquella panda de cabrones te podía hacer la de Kill Bill 2 con Uma Thurman en la caravana de Michael Madsen. El equipo podía estar bien, mal o regular pero siempre competía. Podía perder, claro que si, porque para eso esto es un juego donde el rival tiene la extraña manía de pretender lo mismo que tu. Pero lo que no pasaba jamás era que el equipo mirara al suelo cuando encajaba un gol o no se derramara hasta la última gota de amor propio por el escudo. Que ahora eso no se atisbe es lo que nos mata, incluso mas que la actual falta de resultados.

    Hemos pasado del que “dicen que nunca se rinde” a un Sevilla que se rinde siempre. Y no cuando Tyson te endiña dos por derecho, que eso es hasta normal. El problema es que se rinde en cuanto cualquier rival medianamente serio le da el primer jab de izquierda. El castillo de naipes no necesita que pase un huracán para que se caiga ya que cualquier leve brisita hace que se tambalee de forma irremediable. Tras una más que aceptable primera parte en el Wanda, un error tonto descompone al equipo que se queda sin ideas. Tras un buen primer acto en San Mamés, un gol de jugada aislada desarbola a un equipo incapaz de reaccionar ante el peor Athletic de la década. Tras unos potables 45 minutos en Moscú, el Sevilla borda 10-15 minutos de fútbol donde puede meter cuatro. Pero otra vez, si, otra vez, el primer vientecito en contra hunde en la más absoluta de las miserias a un grupo que echa la cabeza abajo y donde no parece haber una voz que se cague en la puta madre de todo. En Mestalla, 40 minutos donde se da la cara ante un gran equipo que en cuanto te llega con el primer jab, convierte el partido en un hombre contra niños. Los Off the record no se deben violar, pero la mayoría sabemos lo que ocurrió, por ejemplo, en el vestuario de Villamarín tras un ridículo primer tiempo. Ni chamán, ni diecisiete ayudantes, ni los portátiles de primera generación ni no escucho y sigo. El grandote valenciano y el Nico cogieron de la pechera a más de uno y en la segunda parte pasó lo que pasó.

    El grandote y el Nico. Uno que tal vez no fuera un virtuoso pero que sudó sevillismo cada vez que se enfundó la camiseta y otro que tal vez no se fue porque el primero si lo hizo y que por aquello de sus problemas físicos casi nunca está. Muestras de lo que fueron en su día Martí, Fernando o Javi Navarro, Coke y otros que no la ponían de rosquita a la escuadra pero que demostraron el Moneyball imprescindible en un equipo que para funcionar necesita que lo que no tiene uno de los 25 lo complemente el otro.

    Es el momento del carácter y que los que cobran por esto demuestren que lo tienen. Momento de presión, espaldas anchas y de exigencia máxima. De aquí a Navidad tenemos un calendario tan terrorífico como apasionante, que necesita la mejor versión de un grupo de chavales absolutamente capacitados para sacar esto adelante. Tiempo de vencer, apretar puños y ahuyentar fantasmas.

    (Foto Sevilla FC)

    Si pones carácter, los de siempre ahí estaremos contigo. Aunque tengas los calzones rotos, si no olvidas nuestros principios, nosotros te seguiremos a todas partes, Nunca lo olvides

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