• La navaja de Ockham

    by  • 22 mayo, 2014 • Historias, Miscelánea, Sevilla • 2 Comments

    Suerte. Segunda parte

    (Escuchando de fondo «Let’s stay toguether» de Al Green)

    (Viene de aquí)

    Imagino que prácticamente todos hemos visto y/o leído “El nombre de la Rosa”. El personaje de Guillermo de Baskerville está doblemente inspirado: por un lado Sherlock Holmes, por su sagacidad y el guiño a “El Sabueso de los Baskerville” en el apellido del personaje de Connery y, por otro, en Guillermo de Ockham. No sólo coincidían en el nombre -Guillermo- sino que ambos eran estudiosos monjes franciscanos ingleses, nacidos a finales del siglo XIII.

    Guillermo de Ockham fue un filósofo y teólogo franciscano británico nacido en 1280 que viviendo en la pobreza extrema dedicó su vida al estudio, el rezo y la meditación. Entre sus tesis destaca el conocido “Principio de parsimonia” cuya idea principal se podría resumir así: ante varias explicaciones posibles de un acontecimiento o problema, lo normal es que la solución se encuentre en lo más sencillo. Aseveraba que las cosas esenciales no deben multiplicarse de forma innecesaria por lo que lo más simple era generalmente la explicación al problema. Este proceder se conoce como “La navaja de Ockham” porque con estos postulados se “afeitaba como una navaja las barbas de Platón” cuyas ideas estaban preñadas siempre de una pluralidad ontológica cuasi infinita.

    En el post anterior se comentaba la eliminatoria contra el Betis de la Europa League. Y, con todos mis respetos, me parece fenomenal decir que el planteamiento (liguero) de Mel en Nervión fue una basura y el de Calderón (uefero) una maravilla. Pero en el fondo, el acierto (en su día) o error (en su otro día) de Bacca al inicio del choque es en buena medida el que marca cada situación. O la navaja de Adán, mucho mejor afilada que la de Sara.

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    (ASR Pepe Brand)

    En el fondo y en el fútbol, la pareidolia (de Boskov) y la navaja de Ockham son principios que pueden parecer paradójicos pero, más bien, forman las dos caras de la misma moneda. Realmente lo más simple es lo que suele ser verdad, pero caeremos en un error descomunal si tomamos como verdad absoluta lo simple porque la convertiremos en simpleza. Para intentar realizar un análisis profundo y certero de cualquier situación no podemos obviar lo simple (entendido de forma “elogiosa” como que las cosas muchas veces pasan porque tienen que pasar) ni circunscribirnos en exclusiva a lo simple (entendido de forma “despectiva”, como que la única verdad es lo que marca el resultado) Lo más simple, en la inmensa mayoría de casos, no debe ser exclusivamente aquello que el resultado dictamine. Que Nono tire mal el penalty no puede ser lo decisorio para saber si el planteamiento de Unai fue el correcto o no. El ventajismo, las orejeras de burro y el fútbol de teletexto me parece algo tan aburrido como insoportable.

    Me parece fenomenal discutir sobre el sexo de los ángeles en materia futbolística ya que yo soy el primero que lo hago, que para eso es mi distracción favorita. Me encanta hablar de fútbol y analizar hasta lo más mínimo, pero el ventajismo y la simpleza me supera. Ni el marcador es la verdad absoluta, ni se puede despreciar. Ni había que echar a Unai porque en un momento puntual fuera el farolillo rojo ni había que renovarlo por ganar 4 partidos seguidos. Ni el azar es la verdad absoluta ni se puede despreciar. El extremismo y el sesgo unidireccional, como siempre, lacras. Tan nocivo es un análisis circunscrito a resultados parciales como uno milimétrico que desprecie que el fútbol implica situaciones que se resumen en cosas sencillas o, simplemente, en azar o circunstancias incontrolables. La amplitud de miras teniendo en cuenta todo es básico para el éxito.

    Porque para eso este deporte tiene esos factores distintivos a todos los demás que explica su vis atractiva. Fútbol. Una palabra de seis letras que, como ya deberíamos saber arrastra una sencillez compleja que asusta.

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    2 Responses to La navaja de Ockham

    1. 22 mayo, 2014 at 8:33 pm

      En las últimas semanas te he leído más de una vez un comentario, asegurando que es más fácil marcar un gol en el descuento si suben Mbia y Fazio que si lo hacen Nono y Verdú (por decir dos cualesquiera). Esto no es verdad absoluta, sino más bien ley de probabilidad. Es sencillo, pero muy complejo también porque no se puede asegurar al cien por cien nada al respecto.

      En este sentido, en fútbol, hay una serie de máximas que aumentan muchísimo la probabilidad de éxito (como la de lanzar un córner con Mbia y Fazio en el área). No deja de ser un asunto complejo, pero te puedes agarrar a cosas sencillas para que esa probabilidad aumente. Y en el Sevilla de este año se han dado muchas de esas cosas tan sencillas: Buen criterio en los fichajes, unión de todos los estamentos (sobre todo en el último tercio), estructuras fuertes que soporten el encarcelamiento del presidente y la marcha de algunos consejeros. Digo cosas así, a bote pronto, seguro que hay más. Esto es muy difícil de medir, se escapa al entendimiento de quien no sigue al club como lo hacemos los aficionados al mismo y no tiene absolutamente nada que ver con la suerte.

      Hablando en plata, si Monchi no ficha a Mbia, Mbia no remata a gol en el minuto 94 en Mestalla. Si el vestuario no está unido, el equipo no lucha como luchó, a pesar de hacer un partido horrendo. Si la afición no está con el equipo, no le insufla esas ganas, esa rabia, ese convencimiento de poder hacer lo que sea con tal de proponérselo, que fue lo que propició que se produjese esa jugada en el último minuto. Son muchas cosas sencillas que, todas juntas, lo hacen todo muy complejo.

      Y ni aun uniendo todas esas cosas sencillas tienes garantizado el éxito. Pero, como decía al principio, sí que aumentas la probabilidad de obtenerlo.

      Y esto es fútbol. Estoy completamente de acuerdo con eso que dices. Podemos llevarnos todo el año analizando cosas sencillas y complejas, y nada de lo que digamos puede ser verdad absoluta. De hecho, es lo que hacemos, aquí en Twitter y donde nos pille. Pero me parece un buen primer paso, una buena manera de comezar, el agarrarse a esas máximas sencillas.

      Sencillas de conocer y comprender, aunque ni mucho menos de aplicar. Pero, en fin, ya digo, es una buena manera de empezar el al menos intentarlo.

      Magnífico, Alvaro, una vez más. Estos artículos de «pensar», de reflexionar, me motivan bastante.

    2. Alvaro
      23 mayo, 2014 at 12:10 am

      ¿Y ahora qué digo yo? Entre eso y esto….

      http://ravesen.blogspot.com.es/2014/05/no-le-llamen-suerte.html

      Pues eso. Que si tu segundo se pega un montón de horas desgranando toooodos los partidos de los dos últimos años del Benfica para ver como tiran penas máximas es más fácil tener suerte.

      Me ha encantado lo de «Son muchas cosas sencillas que, todas juntas, lo hacen todo muy complejo» Resume a la perfección lo que pretendía contar

      Perdón si he enrevesado un poco los dos post.

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