Sevillismo por Sigiriya. El caso Sarabia.
by alvayanes • 11 febrero, 2019 • Sevilla
Hace unos años leí un “Sueño de Jardiel” de Conthe donde se contaba la manera que el Rey Kassapa defendía la fortaleza de Sigiriya (antigua ciudad de Sri Lanka) ante un eventual ataque de su hermano Mogallana en asalto del reinado. Efectivamente, a Mogallana tocaba coronar al ser primogénito del Rey Dathusena pero Kassapa, que debía ser una monería, hizo un Ben Yedder adelantándose a la jugada para mandar a su padre al jardín y así ascender al trono. Mogallana se olió la tostá y pudo huir, pero prometió venganza, de ahí que Kassapa construyera un bastión que ríete tu del área de Ipurúa en un córner defensivo. Entre los distintos mecaniscos para evitar la ciudad (fosos, murallas, etc) , tuvo a bien colocar alrededor de la fortificación un número importante de centinelas en plataformas situadas al borde de los precipicios. Así, nada mas lejos de la imagen que tenemos los occidentales de vigías protegidos en las torres. Kassapa colocaba a los encargados de custodiar las fortalezas justo al filo de la muerte, sin nada que los protegiese a una elevada altura, para que dichos centinelas no pudieran distraerse ni un segundo de sus obligaciones y así mantenerlos en tensión máxima. La mas leve cabezada terminaba con el soldado propio muerto por despeñamiento. Y que pase el siguiente.
Gracias a los amigos de Sevillismo y a Quico por la foto
Viendo el domingo el partido y leyendo la crónica de Alberto Fernández en Marca (un honor su cita) asocié aquella forma de proceder del Soberano ceilandés con la actitud del soberano aficionado sevillista en referencia a Pablo Sarabia. Y es que, sorprenderse por lo vivido, resulta sorprendente a poco que se lleven unos añitos por la grada de Nervión. Al igual que Roma, a donde vamos, no pagaba traidores, Sevilla, de donde somos, no perdona a los que no se quieren quedar. Llámalo ojana o lo que quieras, pero pobre de aquél que no esté todo el día dando besitos al escudo y diciendo que esto es lo máximo. A mi me parece que esa deriva a medio camino entre el romanticismo mas bello y el narcisimo mas infantiloide es impropio del fútbol de nuestro tiempo -de verdad. Hay vida mas allá de(l) Sevilla-, pero oye, cada uno es como Dios le hizo y algunos somos aun peor. La realidad, guste o no, es la que es y la afición se pone flamenca por Sigiriya cuando ve que uno de los que tienen que defender el bastión sevillista se pueda haber distraído un segundo de sus obligaciones sin estar en tensión máxima. El que duda, al hoyo. Y que pase el siguiente.
Yo no he pitado nunca a un futbolista del Sevilla durante el partido -miento. A Rubén Vega si. Pero, como cantaba Siniestro, uno era joven, virgen y casto, por lo que me pido el comodín de la eximente-. Y es que, siendo serios, la verdad no entiendo en qué puede beneficiar el silbar a uno de los tuyos en los 90 minutos de cara a conseguir el bien común: ganar el partido. A mi sencillamente me parece surrealista no animar el Sevilla aunque vaya perdiendo, pero líbreme Dios de decirle a otro lo que debe hacer. Si el de al lado piensa que pitar a Sarabia, Banega o Escudero es lo mejor para conseguir derrotar al Eibar, me parece estupendo, pero que conmigo no cuente.
Ahora bien. Al igual que pienso que el silbar a uno de los tuyos nada bueno trae, tampoco entiendo a esos “profesionales” que se enfadan cuando la afición lo censura. Y es que no voy a caer en demagogias baratas tipo “el que sufre es quien está en un andamio por 900 euros”, pero la realidad es que en ese concepto tan etéreo y difícil de comprender que es “ser élite” debe estar el aguantar chaparrones. Si en el fútbol es difícil “gestionar el éxito” mas lo debe ser “gestionar fracasos”. La “élite” no puede ser solo el jugar muy bien al fútbol, ser un buen profesional o ganar en un año lo que cualquier mortal en cincuenta. “Ser élite” son mil cosas mas como pararte con los niños que se quieren hacer una foto contigo, revolverte en los momentos difíciles para revertir situaciones, dar todo por quien te tiene millonario o entender que The Show Must Go On.
Es mas. Creo que Sarabia está entendiendo esto mejor que los propios defensores de Sarabia. Hace poco vimos a otro jugador en un situación parecida (Sergio Rico) que dio un máster sobre como gestionar mal los momentos difíciles. En cambio, el bueno de Pablo -que ayer en lugar de rescatar un punto, podía haber visto el partido por la tele junto a Yannick Carrasco a 12.500 kilómetros y 9 kilos anuales en el bolsillo- está demostrando en estos partidos que sin lugar a dudas forma parte de la élite. Ante los pitos, el chaval no ha dicho una mala palabra, no ha hecho un mal gesto, no ha sacado los pies del plato ni un milímetro. Ante los pitos, Pablo Sarabia García se ha revuelto trabajando hasta conseguir lo que mejor sabe hacer: ser productivo a mas no poder para el Sevilla. Otro gol, otra vez decisivo.
Sarabia, jugador de élite, probablemente se irá este verano y cada uno tendrá el recuerdo de él que estime oportuno. Yo, de seguir todo como va, guardaré el de un honradísimo futbolista, conciliador en sus palabras y positivo en sus actos, que vino por cuatro duros, dejó un número de goles impresionante y el taco en la caja. Y yo, a este tipo de profesionales, solo puedo agradecerle los extraordinarios servicios prestados defendiendo mi escudo. Hoy día, a muerte contigo, Pablo. Mañana, si te vas, gracias eternas, porque como tu los quiero siempre en mi equipo. Y que pase el siguiente.