• Hans y los periodistas

    by  • 7 septiembre, 2018 • Fútbol

    (Escuchando de fondo “La sierra es la familia” de Siniestro Total)

    A principios de los 70 geógrafos de Canadá y Dinamarca trabarajon de forma conjunta en deslindar los dominios de sus respectivos países, ya que entre la isla de Ellesmere (terrritorio canadiense) y la de Groelandia (perteneciente a Dinamarca) se sitúa el Canal Kennedy donde emergen distintos islotes. Simplificando, diremos que los geógrafos consensuaron 127 puntos en el mapa dibujando una línea para repartirse el pastel: los mas cercanos a Groelandia serían territorio danés y los otros quedarían bajo jurisdicción canadiense. Pero hubo un problema ya que no se trazó la línea que unía los puntos 122 y 123 lo cual en el fondo no debiera ser importante ya que eran unos centenares de metros. Sin embargo, qué casualidad Miguelito, entre esos dos puntos había un pequeño montículo de tierra: la deshabitada isla de Hans, llamada así en honor a un inuik del Siglo XIX que la descubrió en una expedición ártica.

    En realidad se trata de una porción de tierra árida de poco mas de 1 kilómetro cuadrado, por lo que la disputa entre Dinamarca y Canadá siempre ha estado ahí, pero se ha tratado con cierta sorna por parte de dichos países. En vez de liarse a piñas, los canadienses, cada vez que hacen maniobras por la zona, plantan su bandera y dejan una botella de whisky. A los pocos meses, los daneses hacen sus maniobras, quitan la bandera canadiense para poner la suya, se beben el whisky y colocan una botella de aguardiente para que se la jilen los amigos de Canadá. Y así.

    Imagen wikipedia

    En Sevilla hay un estúpido islote imaginario donde dos facciones compiten por ver quien la tiene mas larga. Sevilla es rojiblanca o Sevilla es verdiblanca son dos sandeces de unas proporciones elefantiásicas colmadas de un populismo infantiloide propias de quien hace de la demagogia su argumentario básico. Hay que ser tonto para arrogarse (el fútbol de) una provincia como la nuestra o para insultar su bendito nombre. Una ciudad que unos para un lado y otros para otro, mete 90.000 almas cada quince días en sus Estadios. Pero bueno. En el fondo tampoco hay que tomarse en serio a quien realiza semejantes proclamas de forma seria. En realidad, uno dice A, el otro dice B y la disputa queda yo bebiéndome tu whisky y tu mi aguardiente. En las familias, en los amigos, entre la gente de orden, siempre fue así y a ti te encontré en la calle. En este sentido siempre fue muy importante la labor del periodista futbolero sevillano, gremio donde cohabita una inmensa mayoría de profesionales serios y respetables con un puñado residual de trincones y/o aspirantes a chiringuitear que malmeten para conseguir el clima irrespirable en pos de la máxima leninista del cuanto peor, mejor. Reflejan un porcentaje tan ínfimo dentro de la globalidad del colectivo que no merecen mayor atención pero conste en acta su presencia porque veo que mucha gente de forma errónea mete a todos en el mismo saco. Ni mejor ni peor que cualquier colectivo.

    ¿Y Hans? Bueno. Esta disputa relajada y casi lúdica entre daneses y canadienses por la isla Hans empieza a dar una vuelta de tuerca ya que el minúsculo montículo puede alcanzar resonancia debido a que el calentamiento global del planeta implica que la zona del Ártico empiece a ser relevante desde el punto de vista económico. Y como es obvio, cualquier porción de tierra con importancia estratégica es algo querido. De hecho, en los últimos años los Primeros Ministros de los respectivos Estados están realizando declaraciones institucionales para argumentar que la isla es suya de tal manera que la OTAN está trabajando a marchas forzadas para intentar que la pelea por este territorio inane hoy, importante mañana, no sea causa de algo mas serio entre dos naciones civilizadas. De momento han dado una patada a seguir plantando allí una Estación Meteorológica Internacional.

    Quien suscribe ni es periodista ni tiene mayor relación con la prensa mas allá de tener algunos amigos en el gremio. Unos son sevillistas y otros béticos, porque uno nace sevillista o bético y ya de adulto se convierte en periodista, gasolinero, juez o sexador de pollos ; criticar a profesionales de cualquier ámbito laboral por sus filias o fobias futboleras resulta contra natura. Por tanto creo que convendría que todos hiciéramos un acto de contricción ya que percibo como se está desatando un ataque furibundo, y volvemos al tema, al periodista sevillano que discrepa del sentir de alguien. Aquí, el que ve penalti es un biriperiodista y el que ve falta de Roque pertenece a la lechuga mediática que está trincando sobre. Por sistema. Pues mire usted: no. Y menos con insultos y menos a chavales que curran un montón de horas con sueldos tebeísticos. Al igual que pasa con la Isla de Hans, en esta ciudad las disputas siempre se cerraron tomando un cervezón pero, como con la Isla de Hans, noto que un calentamiento global del planeta futbolístico está tornando en una deriva peligrosa por lo que los primeros espadas de los clubes sevillanos debieran ser los primeros en dejar las puyitas tontas. No hablo de los pamplinas que pretenden dar lecciones, que parecen nacidos en la Puerta la Carne y hasta hace diez minutos no sabían ni donde estaba Sevilla en el mapa, y que con cuatro exabruptos se quieren ganar a los exacerbados (en su día recuerdo a Darío Silva y ahora leo de vez en cuando con vergüenza ajena al tal Feddal). De donde no hay no se puede sacar. Me refiero a gente con responsabilidad institucional y que conoce el paño como los señores Caparrós o Haro, por ejemplo, y por decir uno de cada club que en estos días ha sacado los pies del tiesto. Porque esto, claro, termina en incendio el cual se refleja en la gente que va y la paga con profesionales cuyo trabajo consiste en analizar, informar y dar su opinión sobre lo que ve y que solo por ello se ven vejados con persecuciones en RRSS que rozan el acoso.

    El buen periodista es aquel que quiere contar la noticia y no ser el protagonista de la misma. Y en este calentamiento global, su deseada posición secundaria está tornando a ser centro de la diana solo por el hecho de cometer el pecado de decir lo que se piensa desde la libertad y deontología inherente a su trabajo. Valgan por tanto estas líneas para mostrar mis respetos a la gran mayoría de extraordinarios currantes que forman parte de esa profesión de riesgo que es ser periodista futbolero en Sevilla y para, en la medida de lo posible, intentar enfriar un poco los excesivamente caldeados ánimos que noto tras el polémico derby sevillano que acabamos de padecer.

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