• El cambio de dimensión

    by  • 22 noviembre, 2016 • Competiciones UEFA, Fútbol, Sevilla • 0 Comments

    (Escuchando de fondo «Imposible» de Callejeros)

    «Acabo de entrar en el Juventus Stadium y se me ha activado solo el wifi»

    Manolo Aguilar, cadena SER. 14/09/2016

    Nunca he sido mucho de categorizar a las aficiones porque, por un lado, el axioma «toda generalización acarrea injusticias» es de primero de fútbol y, por otro, porque la vida me viene demostrando que las circunstancias son las que van modulando los distintos momentos a la hora de actuar de una forma determinada, de ahí que tienda a no adherirme a cualquier opinión que empiece por la afición sevillista, bética, valencianista o colchonera es así o asao. No obstante, y me ciño al Sevilla, es cierto que hay unos pilares básicos inherentes a nuestra forma de entender el fútbol lo que indefectiblemente colabora a que nuestra institución marche por los memorables derroteros por los que transita en la actualidad.

    Si hacemos una encuesta entre todos buscando una palabra que defina a nuestra afición imagino que «exigente» ganaba por goleada. Sin embargo, estimo que tal aserto admite muchos matices sobre todo porque algunos, bajo el paraguas de la «exigencia», se piensan que todo vale y que la «exigencia» da carta blanca para apretar hasta límites insospechados. La última este fin de semana: jugando fuera en un partido donde no aparecen en el once titular cuatro de los mejores del plantel, haces 20 tiros a puerta, tienes el 72% el balón y algunos relatando que no se puede sufrir tanto; como si ganar a cualquier rival de la primera división española fuese un paseo. No soy de los que cree que nos hace falta un segundazo para que algunos se enteren de que no somos el Bayern Munich, pero si entiendo el fondo de lo que se pretende decir cuando alguien afirma eso en el fragor de una discusión futbolera.

    Lo que está claro es que gracias al hecho de ser una afición que aprieta tela, hemos coadyuvado a la consecución de los éxitos y que la bendita forma que tenemos de pisar el acelerador posibilita que en el club nadie se duerma. Porque aquí puedes ganar una, dos o tres Europa’s League que, como a los dos meses se fiche a un jugador dudoso o a un entrenador que se sale del patrón, la crítica es feroz. Afortunamente, y esa es una de las virtudes de nuestros dirigentes (Monchi a la cabeza) no solo se conoce esta circunstancia y se asume como tal, sino que se usa como acicate para seguir en la mejora continua. Todo ello es, en el fondo, símbolo de grandeza.

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    (Imagen @cazonpalangana. Esta, como la otra, ya mismo la vemos por todos lados, tito)

    Como dije al principio, los momentos marcan y es evidente la evolución de la afición sevillista y en general de todo lo que concierne al club en lo que llevamos de siglo. Un crecimiento paulatino impulsado desde la Presidencia (cada uno en sus formas) que nos condujo de forma progresiva al sueño de una noche de abril de hace diez años. Ese día, jueves eterno de Puerta a la gloria, el Sevilla FC SAD entró en un cambio de dimensión. Las lenguas antiguas contaban otra cosa, pero pocos de los que allí rematamos junto a Antonio había visto con sus ojos al Sevilla campeón. Esto ya no era crecer poco a poco. Esto ya no era moverse por la parte noble de la clasificación. Esto era resucitar el gen y cambiar el rol del sevillismo para siempre. Ese empalme con la zurda convirtió al Sevilla en ganador desde el justo instante que el balón besó las mallas de Gol Norte. Fue el primer cambio de dimensión.

    Hoy, orgullosos, felices pero insaciables, ansiamos mas. Con sus problemas y altibajos, la década prodigiosa no quiere quedarse ahí. 16 finales nos han introducido en un cambio de estatus que implica que cuando un periodista sevillano entra en el campo del City o la Juve se le active el wifi solo. Como cuando uno llega a su casa. 

    Pero aquí no se para. Preparados para la victoria este sevillismo de miel que nos ha tocado disfrutar a los que no hace tanto vivimos la hiel no se va a permitir un segundo de relajo a la hora de animarte, Sevilla. Los retos que se nos avecinan son tan apasionantes que la ilusión con la que una vez más escucharemos el himno de la Champions ante la visita del mastodonte italiano no serán comparables con nada y el ansia que tenemos por avanzar en la máxima competición mundial a nivel de clubes es de un nivel de pasión pocas veces visto. El sevillismo es consciente de que este partido, esta fase de grupos, esta Champions, nos coloca ante otro cambio de dimensión, tal vez el definitivo. Porque si el gol de Puerta fue el que nos varió la vida para siempre por lo que vino después, este sevillismo de campeones que nos toca disfrutar tiene metida entre ceja y ceja el dar un paso más en traer la grandeza deportiva a la ciudad que lleva su nombre. Y lo hace en modo Champions, lo más grande que hay, pero con la ilusión desmedida del amateurista que no duerme por la noche pensando que hay fútbol. Sabedores de la dificultad máxima pero ilusionados hasta el infinito, confiamos en esta Dirección Deportiva, su cuerpo técnico y plantel para que consigan dar un segundo cambio de dimensión a nuestras sevillistas vidas. Y que con Sampaoli logremos lo Imposible, que cantan sus Callejeros.

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    Gardel va a tocar con los Beatles en la plaza del barrio

    Bob Marley va a rugir en Cemento con los Rolling Stones

    al fin va a decir la verdad el que escribe en los diarios…

    (…)

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