• El botín bendito del padre Bazurko

    by  • 16 abril, 2014 • El Trinche Carlovich, Fútbol, Historias • 9 Comments

    POR EL TRINCHE CARLOVICH

    (Escuchando de fondo «Rezaré» de Silvio)

    Juan Manuel Bazurko nació en 1944 en el guipuzcoano pueblo de Motrico. Su divertimento era jugar al fútbol, como cualquier chiquillo en esa compleja España de posguerra. Y la verdad no lo hacía nada mal: estuvo en las categorías inferiores de la Real Sociedad donde se hinchó a marcar goles, pero su vocación eclesiástica pudo más. Efectivamente, Juan Manuel tuvo desde muy joven claro su ideario religioso por lo que ingresó en el Seminario dejando atrás una prometedora carrera como deportista. No obstante, su amor por el fútbol hizo que pidiera permiso para compaginar el Seminario y posterior ejercicio del sacerdocio con su actividad como futbolista aficionado. Jugó a finales de los 60 en el equipo de su pueblo (CD Motrico, actual Mutriku Futbol Taldea) en los mejores años de la historia del club, con varias temporadas en 3ª (no había 2ªB). De hecho, en la temporada 69/70, el Motrico llegó a jugar por única vez en su historia la Copa del Generalísimo. En ese 1969 el padre Bazurko decide darle un vuelco a su vida y marcharse de misionero a una zona muy pobre de Ecuador. Su equipaje consistía en una Biblia y la ropa de sacerdote. ¡Ah! Y unas viejas botas de fútbol.

    En el poblado de San Camilo, perteneciente al cantón de Quevedo, el joven cura evangelizaba a los lugareños que acudían a la iglesia de San Cristóbal al tiempo que se enrolaba en el equipo del pueblo. Sí. Porque el cura pensaba que el fútbol era una buena manera de aunar a sus fieles, de ahí que volviera a pedir permiso a la autoridad eclesiástica para compaginar el púlpito con el vestuario. Sólo juega algunos partidos en el Club Deportivo San Camilo, los suficientes para que empezara a correrse la voz de que por la zona había un sacerdote misionero vasco que era un diablo del área. En 1970, el LDU de Portoviejo, recién ascendido a la primera división ecuatoriana, pretende firmarlo. El padresito duda pero, tras pedir permiso, ficha a nivel profesional aunque pone dos condiciones: la primera es que sus obligaciones como cura de San Camilo están antes que el fútbol (los cantones de Quevedo y Portoviejo están relativamente cerca) y la segunda es que su ficha irá destinada íntegramente a los pobres. El humilde equipo de Manabí logra mantener la categoría, destacando sus dos delanteros: Alfonso Obregón (que sería pichichi en 1971) y Juan Manuel Bazurko. Terminada la temporada salta la sorpresa: el Barcelona de Guayaquil, flamante campeón de liga, pretende ficharlo.

    El cura se lo piensa mucho ya que a Guayaquil tenía que mudarse, pero decide dar el paso adelante poniendo sus condiciones. El presidente del Barcelona, Galo Roggeiro, nunca se vio en una situación igual cuando abrió la puerta de su despacho y empezó a negociar con su pretendido ariete, que se presentó a la reunión en sotana y diciendo que el dinero de su ficha fuese destinado a las clases más desfavorecidas. Finalmente llegaron a un acuerdo lo cual no gustó al brasileño Vieira (entrenador del Barcelona) que cuando se enteró dijo “Pedí un delantero centro, no un cura”. Roggeiro contentó a Vieira fichando también al veterano Alberto Spencer, mejor jugador ecuatoriano de todos los tiempos y situado en el puesto número 20 de la lista de mejores sudamericanos del siglo pasado, por delante de Kempes, Ronaldo, Francescoli o Romario.

    Como hemos visto, el sacerdote no contaba al principio con el favor del míster por lo que prácticamente no jugó en los primeros partidos ligueros. Su rol era secundario ya que la referencia ofensiva del equipo la conformaban el referido Spencer, el “pibe” Bolaños (hasta la llegada de Alex Aguinaga, Bolaños fue considerado el segundo mejor jugador ecuatoriano de todos los tiempos) y Washington Muñoz, que a día de hoy sigue siendo el mejor goleador de la historia del Barcelona. Sin embargo, en el clásico de Guayaquil contra Emelec, el padre Bazurko realizó un fantástico partido marcando uno de los tres goles de su equipo. A partir de ahí, se hizo con la camiseta de titular, sólo faltando los días que tenía que dar misa. Hasta que llegó el día de la gran hazaña: La “Hazaña de la Plata”

    (cope.es)

    Todos hemos oído hablar del gran Estudiantes de la Plata, que junto a Peñarol fue el gran dominador del fútbol sudamericano a finales de los 60, principios de los 70. El equipo dirigido por Zubeldia y conducido por el narigón Bilardo o la bruja Verón había sido el primer triple campeón consecutivo de la Copa Libertadores (68, 69 y 70) e incluso Campeón de la Intercontinental (Campeón del mundo oficioso) en la mítica eliminatoria donde se alzaron con el título en Old Trafford contra el Manchester United. Ese gran Estudiantes de la Plata buscaba su cuarto título consecutivo, recibiendo el 29 de abril de 1.971 a unos humildes ecuatorianos que nunca habían hecho nada en el panorama internacional. Los diarios argentinos ridiculizaban al Barcelona y decían que era “un equipo de tercera”. El Gráfico titulaba el día antes “Lo que canta Estudiantes….¡Mozo otra copa!”

    “Fuimos como víctimas y nos pusimos a defender todos, hasta Spencer y yo. Ellos atacaban hasta con los defensas y a veces quedaban grandes espacios para contragolpear. Iban creo que 27 minutos del segundo tiempo; saca largo el portero nuestro, la toca Spencer de cabeza y me quedo solo con el Bambi Flores, que era el arquero. El Bambi me hace señas invitándome a que le pateara hacia un lado y tuve la sangre fría de tirarla hacia el otro”.

    (entrevista concedida al Diario «El Universo» el 1 de septiembre de 2013)

    El repleto estadio Jorge Luis Hirschi pincharrata enmudeció. Sólo Arístides Castro, periodista ecuatoriano de Radio Atalaya, chillaba como un poseso “¡Benditos sean los botines del padre Bazurko!” exclamaba en su solitario micro. El padre Juan Manuel Bazurko había conseguido el gol más importante en décadas para el fútbol ecuatoriano. Fin del partido: Estudiantes de la Plata 0 -1 Barcelona.

    (deporvito.com)

    Los jugadores volvieron a Guayaquil en loor de multitudes. El país se paralizó, el Barcelona fue condecorado por el Gobierno y aquellos quedaron para siempre como héroes, siendo el joven Juan Manuel un ídolo total.  La Editorial de «El Universo» decía que el hombre llegó a la luna o que podría hacerlo a otros planetas, pero que en Ecuador se recordaría siempre la Hazaña de La Plata. Pero la fama casaba mal con el ideario del cura vasco que, cuando vio como se desarrollaba aquello, decidió dejar esa vida. Ya de niño dijo no a la posible oportunidad de ser futbolista y ahora, que la oportunidad se había presentado casi sin llamar, volvió a decir no. No terminó ni la temporada -el Barcelona volvió a ganar la liga- y decidió colgar las botas de manera inminente volviendo con sus feligreses a la pobreza de la parroquia de San Camilo.

    Años después Juan Manual Barzuko perdió la fe y volvió a su País Vasco natal a impartir clases. Allí conoció a Rosa, con la que tuvo dos hijos. Nunca alardeó de su periplo futbolístico en Ecuador, país con el que perdió todo contacto hasta que en 1996 lo llamaron desde Guayaquil ya que se cumplían 25 años de la “Hazaña de la Plata”. Pensó que no se trataba de gran cosa hasta que, cuando bajó del avión, vio la pista llena de gente esperándolo. El botín bendito volvía a casa. No sé si han visto el reportaje “Yo vi jugar a Nate Davis” de esa joya televisiva llamada Informe Robinson. Si han tenido la delicia de paladearlo, observarán ramalazos comunes en ambas historias. Ídolos en país ajeno, personas anónimas en el propio.

    Como digo, estuvo varios años de maestroescuela hasta que se jubiló, aprovechando su retiro para pasear por la playa de Zurriola con su querida Rosa, disfrutar del fútbol por televisión, escuchar ópera, estudiar o trabajar en su huerto.

    (pasionlibertadores.es)

    En teoría esta historia acababa aquí. Pero este blog -sevillista- ha encontrado una historia paralela -sevillista- absolutamente alucinante del padre Bazurko. Si eres de vello erizado fácil, prepárate.

    En 1983, un chiquillo guipuzcoano de 12 años y de pueblo como él se sentaba en el pupitre de su colegio esperando recibir las clases del profesor Bazurko. Me puedo imaginar alguna conversación en las extraescolares parecida a este tenor:

    – Oye chaval. Juegas bien

    – Gracias, profesor. Me encanta el fútbol

    – No sé si sabes que yo llegué a jugar en primera división en mis años mozos. En el Barcelona. Pero no con Cruyff , Rexach y esa gente. Un equipo de Ecuador que también se llama Barcelona

    – ¿Sí? Pues no lo conozco. ¿Como era? Cuénteme más cosas, profesor….

    El profesor de 6º de EGB de un colegio cualquiera de un pueblo vasco cualquiera, Juan Manuel Bazurko apodado “Botín bendito”, le contaba cosas a ese aplicado chavalín de 12 años apasionado por el fútbol ¿El nombre del muchacho? Aquel niño se llamaba Unai Emery Etxegoien.

    Pensarás que, ahora sí, aquí acaba la historia. Pero tampoco. Me van a permitir que exprima las consecuencias del destino. Sólo un poco más.

    En la rueda de prensa previa al derby europeo que vivimos en Sevilla, Unai Emery decía que Europa le debía una y grande, apelando casi a la ayuda divina para superar una eliminatoria que se había puesto tremendamente complicada. Y quiso el destino que en un día tan importante para nosotros los sevillistas y una jornada tan crucial en la carrera profesional de Unai Emery como el pasado 20 de marzo de 2014, su amigo, profesor y mentor, esa maravillosa persona llamara Juan Manuel Bazurko, falleciera en su Euskadi natal a la temprana edad de 69 años. No sabemos si empujó desde el cielo, pero de lo que no tengo dudas es de que le dio tiempo a esbozar una sonrisa por su alumno Unai desde su recién inaugurado palco en el tercer anillo.

    Fiel a la cita de cada día 16 del mes, contamos nuestra historia futbolera. Y hoy, 16 de abril de 2014 y glorioso Miércoles Santo en Sevilla, es el día que publicamos la historia del sacerdote Juan Manuel Bazurko.

    Que Dios lo tenga en su gloria.

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    9 Responses to El botín bendito del padre Bazurko

    1. 17 abril, 2014 at 12:43 am

      Tremenda.
      Felicitaciones al Trinche de turno por esta maravilla.

    2. 17 abril, 2014 at 11:16 am

      Saludos.

      Solo me sale una expresión muy nuestra: ¡Ojú!

      ¿Sois conscientes de la facilidad con que tocáis fibras?

      Gracias.

      Cuidaros.

    3. 17 abril, 2014 at 1:15 pm

      Genial la historia del padre Bazurko. Enhorabuena, tengo los vellos como escarpias leyendo el final.

    4. Sevillista del 60
      17 abril, 2014 at 4:57 pm

      Precioso, sensibilidad y sentido del humor.

    5. 17 abril, 2014 at 6:23 pm

      Espectacular historia, e increíbles las casualidades de la vida, parece ficción. Enhorabuena Álvaro.

    6. Luisa
      17 abril, 2014 at 8:14 pm

      Ojú, niño, vaya Trinche!!

    7. Alvaro
      20 abril, 2014 at 3:53 pm

      Muchas gracias a todos por vuestras palabras. Y a todos los que componemos esta sección.

      La historia no puede ser más entrañable y bonita. Tremendas las vicisitudes de la vida

      Viva el fútbol

    8. Cornelio
      22 abril, 2014 at 6:04 pm

      Precioso y emocionante.
      Gracias por acercarnos estas historias.

    9. Sr Dirnei
      23 abril, 2014 at 11:04 am

      Vaya trincherazo el que os habéis marcado en Semana Santa…

      La historia es tremenda y sorprende que siendo un personaje de aquí, sea desconocida para casi todo el mundo.

      Como es tónica habitual, historia apasionante, desconocida, muy currada y contada de manera excelente. Enhorabuena y gracias por hacérnosla llegar.

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