El perro y el dueño
by alvayanes • 24 agosto, 2013 • Fútbol, La firma invitada, Sevilla • 3 Comments
POR J.FELIX MACHUCA
De tanto compartir y caminar juntos, sin olvidarse el uno del otro, se ha llegado a decir que el perro acaba pareciéndose a su dueño. En algunos casos hasta gruñen con el mismo tono o se duermen en el sofá con idéntico abandono. Llevado al mundo del fútbol he llegado a pensar que un equipo se parece mucho al carácter de su presidencia. Y que, al final del camino, del mandato, el equipo se acaba pareciendo muchísimo a su dueño. Si esa presidencia transmite carácter, personalidad, agudeza e inteligencia, el equipo, de la misma forma que el perro es el espejo de su amo, acabará luciendo todas esas virtudes, para bien de la entidad y de los seguidores incondicionales y emocionales de ese club.
Nuestro equipo ha tenido en las dos últimas décadas futbolistas que, vistos con la perspectiva del tiempo, no desmejoraban en absoluto a muchos de los que nos hicieron los reyes de los bares del futbol, donde en tres años nos tomamos las copas que habíamos dejado de hincarnos en cincuenta, sin saber muy bien a qué vino tan aburrida sobriedad. Repito: en las dos últimas décadas hemos tenido jugadores de primerísimo nivel que, quizás con un dueño de carácter en la zona de los mármoles, hubiesen conseguido algo más que aquella tremenda montaña de nada que cosecharon tan buenos peloteros. Me lo confirmó no hace muchos meses Carlos Alberto Pintinho, en su acogedora barra de la Alfalfa, recordando a jugadores como Francisco, Antonio Álvarez, Buyo y tantos otros. Recogía datos para hacerle un perfil en la revista oficial del Sevillla FC en cuyo último número me hacía eco de aquella reflexión del mulato de Ipanema. “Éramos, jugador por jugador, mejor que el equipo del Sevilla que ganó las copas”, me dijo convencidísimo Pintinho. “Aunque no ganáramos na”, remarcó de forma muy sevillana.
Tal vez la clave de tantos años de barbecho sea que, pese al paso por Nervión de jugadores de mucha talla que no lograron levantar ni la copa del trofeo Piscinas Sevilla (un clásico en los veranos de los años de plomo) haya estado en eso: en que es verdad que los perros acaban apareciéndose a los dueños y los equipos a sus propietarios. Es posible que una presidencia sea tan importante como una delantera formada por Navas, Luis Fabiano y Kanouté. Y que tan vital como una delantera de este corte sea tener un equipo de ojeadores que bicheen por las madrigueras más escondidas del futbol. Pero si desde arriba no se transmite intensidad, fuerza, carácter y ambición es posible que alcancemos siempre las más altas cotas de la mediocridad. Este año se ha notado que el perro quiere volver a parecerse al dueño. Y se ha hecho un ejercicio de limpieza interna y toda una tabla de gimnasia china para renovarse y lograr gruñir como hace unos años. Yo no digo que volvamos a ganar más copas que Indurain. Pero si creo que lo único que le falta a este equipo es tiempo para hacerse y parecerse…a esa imagen de legionarios hambrientos que todos añoramos.
Imagen @adiazphoto
Texto @JFelixMachuca
Para ganar hay que unir muchos factores. Unos ponderables, otros no, unos dependen activamente del protagonista, otros no, pero quizá habría que empezar teniendo fe desde el primero hasta el último.
Preparación técnica, táctica, física y fe para la falange macedonia, y un buen Alejandro que lidere para llegar al objetivo.
Una vez más, agradecer la siempre amable, cariñosa y desinteresada amistad de dos artistas como Félix y Antonio para con mi blog. En este punto, no puedo más que sentir orgullo.
Dos cuestiones me gustaría aportar
1. Coincido con Félix en que perro y dueño se terminan pareciendo. Pero difiero en un matiz. El parecido va surgiendo porque el que va cambiando el rictus es el humano. Mientras el perro se mantiene igual, el parecido va surgiendo por la mutación perruna que va teniendo la persona. Esta imbecilidad creo que es importante, adaptada al objeto del artículo.
2. Se habla de dueño como propietario. Y me parece lo más normal del mundo en este perverso sistema de SAD que padecemos. El artículo es evidente lo que quiere decir, haciéndolo con un acierto máximo: Del Nido ha cogido el toro por los cuernos y la ilusión y arrojo que vemos ahora es superior al de campañas recientes. Y en el equipo se nota. La última prueba la tenemos en el caso Kondogbia, donde hemos visto a un Presidente arrojado, valiente y peleón con los intereses del Sevilla. Pero una puntualización con esto del «dueño»
Hemos hablado hasta la saciedad de que esto es una SAD con todo lo que conlleva. Pero estas soc.anónimas son muy especiales. Tanto, que dependen de gente que tiene su sentimiento en ellas. Que ponen dinero sin ganar nada pecuniario a cambio. Hablo de la afición. Digamos que, a su escala, la afición es también «dueño».
Y esta afición, esta bendita afición, también ha cambiado su chip. Por mucho que se le putea, ahí anda, renovando a saco los abonos de este año y con la ilusión del que empieza. Por tanto, este «dueño» también exige y coadyuva a que el perro no pueda más que parecerse a ella. Hambre, ilusión y ganas máxima.
Abrazos
En primer lugar, felicitar a J. Félix Machuca y cómo no, a Don Antonio Díaz por esa bellísima, artística y clásica imagen de lo que es el sello histórico del Sevilla Fútbol Club, concepto máximo de club inglés en el sentido más tradicional y serio de la palabra, o por lo menos, lo que debería buscar seguir siendo pasen los años que pasen.
Sociedad Anónima Deportiva, expropiación de unos sentimientos que en el fondo, son los que mueven todo lo demás, pero que paradójicamente, aquel que a nivel accionarial aglutina más y más fuerza/poder, es quien desde su cargo de presidente, mejor gestión deportiva ha realizado en estos últimos años. Posiblemente sean sus notabilísimos jugadores que llegaron hace unos años sedientos de gloria, pero de igual forma, Del Nido rompió unos cánones establecidos en las últimas décadas donde subió el listón a cotas que jamás antes hubiésemos soñado aquellos sevillistas que bajamos de los 40 (o incluso 50) años.
Esa ambición desmesurada y ese impulso a buscar lo que el 99% de los sevillistas teníamos asumido como imposible, fue el motor principal para la consecución de tantísimos títulos en los años más brillantes de nuestra centenaria historia, por ello, es innegable que más allá de un glorioso equipo, fue necesario el liderazgo de la ambición y el trabajo bien hecho. Todo ello sumado a la mejor afición del mundo (de esto jamás tuve duda alguna), propició tan gloriosa época dorada del sevillismo y fútbol en general.
Toca renovación interna que, de salir bien -que saldrá-, proyectará riqueza externa. A nivel de dirección como club de fútbol, estoy medianamente tranquilo en este nuevo rumbo de gestión, pero accionarialmente, el pesimismo cada día que sucede es peor al anterior.
Sueño con que algún día de una forma u otra, el Sevilla Fútbol Club esté presidido por un presidente electo por todos los sevillistas, y que si su nombre es José María, y sus apellidos Del Nido Benavente, sea porque los sevillistas así lo elijan, no así sus accionistas de un Club divino, que jamás debió convertirse en una SADtanás por intereses espurios de unos cuantos «emprendedores».