• La tragedia del coconut

    by  • 9 octubre, 2018 • Fútbol, Sevilla

    (Escuchando de fondo “El liricista en el tejado” de SFDK)

    Publicaba Paco Cepeda en Muchodeporte este acertado artículo sobre la que se formó en verano cuando al Sevilla no vinieron Batshuayi, Caleta-Car o Mariano, jugadores hasta la fecha de un rendimiento menor al esperado en sus respectivos clubes. Estamos hablando de tres casos donde, para mas inri, el Sevilla puso toda la carne en el asador ya que ofertó cuantías jugosas por enrolar a los futbolistas los cuales, por las razones que sean, declinaron el jugar aquí y que por el hecho de no recalar en el equipo sevillista parecía que se caía el mundo. Caleta-Car, al que nadie había visto jugar, parecía ser el nuevo Escudé o resultaba un drama que Batshuayi y/o Mariano no formaran parte de nuestra delantera que iba a quedar para un desecho del Milán y para Ben Yedder, el chiquinino ese de tipo raro. Tragedia gorda. Pero gorda gorda.

    El paso del tiempo hace que los recuerdos se diluyan. Así que si. Tragedia gorda, pero no mas gorda que años ha. Emery ganaba una UEFA en mayo en septiembre había gente que pedía su cese. Emery ganaba otra UEFA en mayo en septiembre había quien pedía su lapidación. Sampaoli era un indígena cuyas las alineaciones eran confirmadas por un chamán. Y como esto, pues todo. Cierto es que la orquesta de la destrucción parecía este verano mejor afinada, pero todos los agostos suena parecida. No obstante la tozuda realidad demuestra que, bueno, esto pues no se cae y mal que bien todos los años terminan razonablemente de forma aseada. La última temporada finalizada es muestra de ello: todos coincidimos que el año fue flojete en líneas generales, pero se jugó la Final del Campeonato de España tras eliminar al equipo mas difícil del mundo de doblegar a doble partido y después de 60 años disputamos los Cuartos de Champions tras la noche mágica de Old Trafford. Eso, el año malo. Por tanto, algo de solidez si tendrá el edificio. Digo yo, vamos.

    Los que ya tenemos mas años de vida acudiendo al RSP que sin acudir, creo que podemos afirmar sin ambages que eso que se denomina “la ruidosa afición sevillista” (dejo fuera a “la mayoría silenciosa”) ha cambiado. No entro a valorar si para mejor o peor, pero ha cambiado. Por poner un ejemplo, muchos años atrás el Sevilla jugaba un mal partido en, no sé, Atocha o Sarriá, y al equipo se le recibía con una bronca, lo cual es impensable en la actualidad. A día de hoy, con esto de los altavoces de RRSS, los voceros a sueldo o que actúan bajo promesa y demás, todo se magnifica, es evidente. Ahora parece que no puede haber un verano sin su tragedia. Es “el sevillismo de 2018” y con ello hay que convivir sin, como digo, entrar a valorar mas allá. El fútbol como la cosa mas importante de las menos importantes, no es mas que un reflejo de esta sociedad de inmediatez y tremendismo que nos arrasa. O te amoldas a ella o estas muerto.

    Y es que a veces necesitamos la mentira para comprender la verdad. En el fondo, estas “tragedias irreales” ya forman parte del entorno sevillista. Falsos mitos sin los que no podemos vivir y que cuando no estén, hasta nos faltará algo. The coconut effect en clave sevillista.

    En Los Caballeros de la Mesa Cuadrada (la mejor peli de los Monty Phyton) se decidió poner a unos tíos aporreando cocos para simular el sonido de los caballos. Era un perfecto óptimo de Pareto, ya que resulta mas barato situar a extras haciendo el carajote que poner caballos de verdad cuando, además, los Monty Phyton ni sabían montar. Y, además, es un maravilloso chiste surrealista en la película mas genialmente disparatada que uno ha visto. El Caballero haciendo el gesto del caballito y detrás un propio aporreando dos cocos. Putos genios.

    Esa escena nos muestra el conocido “Efecto Coco” que no es mas que un efecto de sonido que en realidad no existe, pero que se incluye porque su ausencia desconcierta al espectador. Parece una paradoja pero no lo es. En realidad los caballos cuando corren no hacen el sonido de dos cocos como cualquiera que haya ido a un hipódromo sabe, pero el espectador “ve mas real la mentira” de ese sonido. En el cine pasa mucho. Un puñetazo no suena como una palmada, pero nadie se imagina a Bud Spencer y Terence Hill en películas donde sus piñas no sonaran como (falsamente) lo hacen. Sin lugar a dudas son mucho mas creíbles y espectaculares cuando el técnico incluye su sonido característico. Cuando en Kill Bill Uma Thurman desenvaina o Hattori Hanzo enseña una katana, pasa igual, al incluir un afilado ruido como “Coconu Effect” que entra en la psique del espectador. Mentiras para que entiendas la verdad.

    Pues con el fútbol pasa igual y, en el fondo, tiene su parte positiva. La tragedia irreal que se monta, aparte de quitar caretas, sirve para demostrar que el Sevilla FC SAD y todo lo que le rodea está mas vivo que nunca y que si hay leña cuando las motos tienen pintura, cómo no estará de ansiosa esta afición por seguir consiguiendo cosas importantes. Vendecolchas, señores que hablan como si hubieran descubierto el fútbol y opinadores del mundo tapiz (Don Aguilar, dixit) no nos interesan. Aquí somos mas de fútbol, trabajo, Vázquez & Banega, constancia, 18 goles en ocho partidos y esas cosas. Cada uno es como Dios le hizo y algunos somos algún peor.

    Una golondrina no hace verano pero pase lo que pase en esta 18-19 llegará la canícula y con ella las oscuras golondrinas con sus megas a machacar. No le den mayor importancia y, como decía Silvio, no busquen mas que no hay. Con ello toca convivir, apreciar su parte positiva (que la tiene, créanme) y, como no, sacar la mejor de sonrisa viendo imágenes como las que cierra estas líneas tras el primer quinto de liga cerrado. Mientras llega el próximo Coconut Effect, disfruten. Que esto va de eso.

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