La coherencia de la mentira
by alvayanes • 11 abril, 2018 • Competiciones UEFA, Sevilla
(Escuchando de fondo “Esta tierra no tiene corazón” de Juan Perro)
Muchas personas prefieren que la sorpresa invada su ser cuando va a realizar determinada actividad. Eligen lo desconocido a la previsión. Yo no. Soy de los que gusta aprovecharse de los beneficios que nos da la sobreinformación que tenemos a mano para prepararme cualquier cosa. Si voy a viajar a una ciudad desconocida me gusta informarme sobre ella o si al Sevilla le cae en un sorteo determinado equipo de cualquier país, busco vídeos para ver cómo juegan. O sin ir mas lejos anoche estuve bicheando la web que te enseña exactamente la visión que voy a tener en el Wanda Metropolitano el día de la Final de Copa una vez que sé dónde me voy a sentar. Y así.
Este pasado viernes Juan Perro actuó en acústico presentando “El Viaje” por lo que en estas últimas semanas estuve revisando la discografía de Radio Futura y, sobre todo, leyendo o viendo en youtube alguna reciente entrevista para entender cómo respira el genio zaragozano últimamente. Explicando “El Viaje” cuenta Auserón, con su habitual maestría, diversas andanzas de su viaje musical salpimentándolo con diversas anécdotas propias de su vasta cultura. Una de ellas, por ejemplo, es la de los aborigenes australianos de la tribu de los arunta o aranda. Según su cultura, los arunta habitan las tierras desde hace decenas de miles de años, desde la época llamada “Tiempo del Sueño”, donde los Totems y ancestros realizaron la creación siendo fundamental la melodía. El mundo, Australia, la tierra, se creó con música. Los arunta van identificando lugares o accidentes geográficos con sones de tal forma que la creencia va aparejada a las líneas de las canciones. Un aborigen, a través de danzas ancestrales y armonías, puede recorrer decenas de kilómetros a pie por la llanura australiana sin perderse. La historia es maravillosa. Cada canción, transmitida de padres a hijos desde hace miles de años, es un acontecimiento, una marca de la tierra, un hito, una fábula. Su brújula es la canción. Es su viaje.
Nuestro viaje, el mas bello viaje en 60 años, empezó en Turquía en uno de esos partidos cuya media verdad a base de repetirse machaconamente se impone a la realidad, fruto del clásico quijotismo sevillista. Ya saben a que me refiero: nos hemos clasificado por suerte porque ellos tiraron un poste en el minuto 89. Del hecho que en Turquía o en la primera parte de la vuelta pudimos arrasar, no. Eso no es mala suerte. La suerte es lo que a mi me da la gana porque poseo la coherencia de la mentira. Que yo falle seis claras no es mala suerte, pero que ellos tiren un palo es flor. Esto es como lo del famoso gol de Palop en Donetsk, otra coherencia de la mentira ya asentada. Un partido que ha pasado a la historia como el que ganamos tras la suerte que supone que un portero marque en el 94, pero que por ocasiones mereció quedar mínimo 1-4 y donde el otro equipo anota de escorpión. Pero ganamos por suerte. Claro. Insértese aquí icono de la flamenca del Whatsapp, por favor.
Nuestro viaje, el mas bello viaje en 60 años, continuó como los arunta, en una fase de grupos donde las canciones fueron nuestra brújula. Desde la debacle en forma de manita al son de la Kalinka rusa hasta un partido precioso al ritmo de You’ll Never Walk Alone donde tras una primera parte fea pudimos hasta ganar. Y todo ello rematado por una de esas noches que pasarán ya a la historia del Dicen que Nunca se Rinde. De aquella segunda parte donde se igualó el 0-3 no les voy a contar nada que no sepan; ya nos encargaremos de glosar aquello a nuestros nietos cuando llegue el momento.
(Fotos Galería de imágenes web Sevilla FC)
Nuestro viaje, el mas bello viaje en 60 años, continuó cuando la banda mas loca ya llegó. En Manchester no hubo Simply Red sino un Oasis de sevillismo porque Old Trafford fue y será ya para siempre el Teatro de los Sueños sevillistas cumplidos. El día donde los chicos del Bambino dieron el puñetazo en la mesa para romper esa maldita pared que separa(ba) tu vida y la mía, Cuartos de Champions. Ese vídeo con los que se pasan toda la semana fumando en el barrio cantando el Vamos mi Sevilla al tiempo que se sacaba el córner para que Wissam interrumpiese la canción es la viva expresión de afición loca por el viaje. Mucho corazón. Demasiado corazón.
Y este bello viaje, según dicen todos los que lo ven de forma fría, toca a su fin. Seamos serios; tenemos que ganar 0-2 en un estadio donde el local no pierde ni el sorteo de campo. En un estadio que en veintitantos partidos jugados en la 17-18 solo dos equipos han podido empatar y ante un equipo que le vale todos los resultados que se produjeron en los últimos 50-60 partidos oficiales vividos allí, ya que el último que se llevó un 0-2 fue el Gladbach hace tres bundesligas. El Mbiazo, la remontada del euroderbi o la segunda parte de la final de Basilea son Maravillas Europeas Sevillistas pero que, comparando con la dificultad de esta noche, parecen juegos de niños. Pero si hay algo que hace que el fútbol sea un deporte tan atractivo es, precisamente, la posibilidad que te ofrece acontecimientos como el del Allianz Arena. Quien sabe si cualquiera de estos que tiene el duro les da por sacar la guitarra. Que alguien me diga porqué cualquiera de los futbolistas ojanosos que tenemos en el plantel no pueden ser coherentes con su mentira y dar la nota en la hora H del día D. Sueño con Correa o Muriel driblando a Hummels y forzando un penalti que con su consiguiente expulsión nos llene de mariposas el estómago. Eso es fútbol y soñar con la coherencia de mi mentira es legítimo. Faltaría mas.
Si este fuese un equipo normal, las posibilidades eran tendentes a cero. Pero sabemos que este equipo raro que nos toca vivir este año (esquizofrénico en palabras de prensa alemana) es capaz de hacer el ridículo en Mendizorroza o Eibar y dar una clase de fútbol en Old Trafford. Capaz de ser una banda de cornetas con el Celta o Leganés y una orquesta afinada contra el Barça. Así que esta noche, en uno de los grandes templos del fútbol europeo, disfrutemos este momento que solo estaba en las retinas de los abuelos sevillistas y que pase lo que pase sepamos valorar este viaje tan maravilloso en una competición a la que, sin lugar a dudas, pronto volveremos.
Forza Sevilla campeón.