• Al socaire del siroco

    by  • 12 abril, 2017 • Miscelánea, Sevilla

    (Escuchando de fondo «jijiji» en la versión del «Indio» Solari y los fundamentalistas del aire acondicionado)

    No lo soñé -¡ieee-eeeeh!
    Ibas corriendo a la deriva
    No lo soñé -¡ieee-eeeeh!
    Los ojos ciegos bien abiertos.

    Cuando Jorge Sampaoli aterrizó en Sevilla la duda se instaló en la afición como pocas veces se vio antes. No hablo de la caña dada por el amarillismo ávido de polémica y de incendios, que ese lo doy por amortizado y cuyo importancia es cero. Hablo de la gente normal y sin intereses espurios que dudaba de la nueva senda adoptada por Monchi, como no podía ser de otra forma: primero porque se acababa de ir un entrenador que nos había hecho ampliar la sala de trofeos y segundo porque el nuevo era un señor de 57 años, sin experiencia en Europa, con Lillo de enlace, y que en su primera rueda de prensa habla de amateurismo. Por tanto, a la habitual duda a lo desconocido había que sumarle ciertos condicionantes lógicos.

    Sin embargo, con la temporada en su rush final, la decisión por tan arriesgada apuesta solo puede calificarse como un acierto. En Copa del Rey caímos contra el todopoderoso Madrid y en Champions se cumplieron los objetivos presupuestados por la entidad. Cierto es que en la máxima competición del mundo a nivel de clubes el regusto que tenemos no puede ser más amargo, pero para una institución de la dimensión del Sevilla, caer en Octavos de Champions nunca puede calificarse de fracaso. Decepción, toda, porque somos muy ambiciosos y la oportunidad era de oro. Pero fracaso nunca puede ser cumplir exactamente con lo previsto.

    En cuanto a la liga, 61 puntos conseguidos antes de que la primera entrase en Campana no puede más que calificar el devenir del equipo como de notable alto o sobresaliente. No he cotejado datos estadísticos, pero no creo que esto haya pasado muchas veces. Cierto es que en ocasiones el equipo da la sensación de tambalearse, que algunos partidos han sido horribles y que el depósito tontea con la reserva. Pero no lo es menos que, desde el punto de vista global, 61 puntos son tela y hemos disfrutado de espectáculos maravillosos tanto en Nervión como en otros campos donde la dificultad de puntuar es alta como Balaídos o Anoeta. A todo ello hay que sumarle la dificultad de la temporada por elementos tanto explícitos (cambio de modelo y filosofía) como implícitos (movidas accionariales, factor Tebas, salida de Monchi, huelga de animación Biri…). En fin, que en líneas generales muy bien.

    Sin extenderme más: yo, que como la inmensa mayoría tenía dudas cuando llegó, hoy no puedo más que pensar que el Sevilla acertó con la contratación de este hombre. Ahora bien y dicho lo anterior, hay que poner pies en pared ante lo que está pasando.

    Foto web Sevilla FC

    Antes que nada hay que entender que esto es normal. Vinieron por Emery los del taco porque es top y viene la selección de Argentina (no la de Burundi) por este porque también es top. Por tanto, ni nos debe extrañar ni tan siquiera enfadar porque toquen lo nuestro ya que es natural; hay que tomarlo como algo cosustancial al éxito y significa que las cosas se están haciendo bien cuando, además, eso de que los contratos están para cumplirse es una ojana. Los contratos se firman entre dos partes después de negociar, partiendo de unas circunstancias concretas y, a medida que estas cambian, los mismos se cumplen, modulan, renuevan o rompen. Por ejemplo, un futbolista cobra 10, pero si rinde bien el contrato «no se cumple» porque se le mejora o se le traspasa a otro sitio donde gane más. Además, la época de la esclavitud ya pasó y las cláusulas de ruptura unilateral existen en todos los órdenes de la vida laboral. Y no solo laboral, que la gente que se separa y rompe su contrato matrimonial no es peor persona por ello. El mundo del derecho, la vida, es así y el fútbol no es una excepción.

    Una vez claro lo anterior, la única postura que debe tener el Sevilla, estimo, es la de ser listos y saber qué es lo mejor para la entidad en cada momento. Y en este punto entiendo que la entidad está atada de pies y manos porque la posibilidad de ruptura unilateral para que este señor cumpla su sueño de entrenar al mejor jugador de la historia en la selección de su país está ahí latente. Por tanto, hay que actuar con tacto, inteligencia y pensando en el Sevilla.

    Sí. Pensando en el Sevilla. Solo y exclusivamente. Porque a mi me parece normal y comprendo que Jorge Sampaoli quiera entrenar a Messi en la selección argentina, incluso perdiendo dinero. Sampaoli, nacido en Casilda, ni es sevillista ni tiene porqué serlo; los sevillistas estamos en la grada y en ningún sitio más. En el campo los que están, deben hacer bien su labor como buenos mercenarios y profesionales contratados para ello (para ver más, Rakitic y la sangre de Kuranyi). Si el señor Sampaoli tiene opción contractual de picar billete, me parece estupendo y no le reprocharé jamás por ello. Pero a mi, sevillista de pago, me importa la selección argentina exactamente igual que la de Mauritania. Espero que al señor Sampaoli le vaya de cine en su futuro profesional por aquello de que uno siempre lo desea lo mejor al que lo hizo bien aquí pero, más allá de eso, me da exactamente igual si va a ganar más dinero, menos o si entrenará a este o el otro.

    Nuestros ojos ciegos, bien abiertos. Argentina vuelve a jugar el 31 de agosto, por lo que margen hay. Y la posibilidad de que el señor Sampaoli diga que no se va existe. Y que, ya que estamos en Semana Santa, que niegue a Tapia hasta tres veces como Pedro. Pero la opción que le dé un siroco a los pocos días, y que diga Diego, para nada es desdeñable. Por tanto nosotros tenemos que estar al socaire (abrigados) máxime cuando nos las conocemos de todos los colores, que lo de Juande o Fazio fue hace diez minutos. El Sevilla FC SAD, con un presupuesto mastodóntico, no puede estar semana sí y semana también pendiente de que este profesional decida cumplir su particular cénit como entrenador. Por todo ello, lo único que creo viable a día de hoy es llegar a un «pacto de no agresión» temporal y a una discreta negociación (para comérselo al chiqui Tapia diciendo que viene a España a hablar con Sampa) donde, como en todo tira y afloja, ganemos algo pero tendremos que ceder. En román paladino: que cuando matemáticamente nuestra posición en liga quede fijada, hablamos del Gobierno para facilitarle la salida. Pero a día de hoy, el señor Castro, estimo, debe dejarles claro al señor Tapia y demás representantes de la AFA que los entendemos, como no, pero que no nos toquen más los huevos, que nos estamos jugando mucho. Y en ese sentido, el Comunicado Oficial creo que está bien escrito, más por lo que deja entrever que por lo que dice de forma expresa. Golpes de pecho, los justos y necesarios, porque todos (nosotros los primeros) tocan por mucho contrato en vigor que haya; pero lo que no puede ser es, que encima se nos tome a cachondeo.

    Ellos no tienen prisa, que no juegan hasta el 31 de agosto. Ni Argentina necesita una urgente solución a su problema ni nosotros necesitamos que un tercero nos venga marcando el ritmo, con bullas, imponiendo o precipitando acontecimientos. Con lo que tenemos en lo alto. Así que si. En mayo va para allá, junto a sus seis millones de colaboradores y el recuperador (chamán) cubano en el lote si hace falta. Pero que hasta que acabe la liga, el equipo, jugadores y cuerpo técnico solo pueden estar 100% pendiente de un ilusionante objetivo como es entrar en Champions. Do ut des. Cuando se consiga, se articulará la salida al señor Sampaoli para que se vaya a Argentina, Holanda, Qatar o a ver conciertos del Indio Solari y ya veremos si paga un millón o millón y medio que, a estos efectos, es el chocolate del loro. Este club no está a expensas ni siquiera de Monchi, que es lo más grande que por aquí ha pasado, por lo que no puede estar pendiente de un sirocazo de Sampaoli. Ni de ahora ni de dentro de un mes.

    La indefinición y las dudas nunca traen nada bueno, por lo que en estos temas estructurales sobre la planificación del Sevilla futuro que queremos, no podemos estar al albur de una decisión unilateral, máxime cuando se antoja probable. Y aunque a uno le duela, que para eso cree que el tío es bueno, hay que tener desde ya previsto que para el año que viene que Sampaoli va fuera y no pasa nada. Si se deja claro desde ya, como pasa con Monchi, seguro que se van a matar para conseguir los objetivos de la 16-17 y rematar este bonito año liguero, que para eso son unos profesionales de primer nivel. Esto sigue y el escudo, la bandera y la afición deben saber que aunque el cambio en lo deportivo sea enorme, los pilares de la sociedad son lo suficientemente fuertes para que la transición no rebaje ni un ápice las pretensiones de grandeza que estará por venir.

    Esto es Sevilla. O jugamos todos, o pinchamos el balón.

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