• El problema final

    by  • 4 octubre, 2016 • Sevilla • 5 Comments

    (Escuchando de fondo «La vereda de la puerta de atrás» de Extremoduro)

    Arthur Conan Doyle nació en la isla. No en la de San Fernando, sino en la de Escocia, en 1859. Desde muy joven quiso ser galeno, por lo que tras graduarse por la Universidad de Edimburgo ejerció la medicina con desigual suerte. Se puede decir que su carrera profesional para aquello que se preparó desde que era un imberbe estuvo bien, pero tampoco pasará a la historia; estuvo en un buque por África, se asoció con un compañero de la Universidad y finalmente se estableció por su cuenta en Londres. Su cartera de clientes era más bien escasa por lo que en su tiempo libre se dedicó a escribir que sería finalmente lo que le daría reconocimiento mundial. Digamos que su carrera de medicina fue como la de un portero que llega a la élite del fútbol, pero que se queda de suplente la mayor parte de su vida deportiva para resultar siendo famoso por una actividad paralela.

    Conan Doyle empezó a escribir historias de Sherlock Holmes que se publicaban de forma periódica en magazines británicos. Como suele pasar, al principio lo seguía poca gente pero, poco a poco, fue cobrando adeptos hasta terminar siendo un fenómeno de masas como no se conoció otro en la época. Conan Doyle no podía ni salir a la calle ni hacer otra cosa, más allá que escribir historias de Holmes. El modelo que había creado tendía a la perfección, pero en el fondo la presión cada vez era mayor.

    Finalmente el monstruo que había modelado lo superó y decidió irse. A Conan Doyle, con un reconocimiento brutal en su entorno, le dio un siroco que dejó a todo el mundo fuera de juego. Estaba ya saturado de Holmes por lo que decidió abandonar. Tras un amago, la única opción que vio para para dejar de escribir sobre el detective fue haciéndolo desaparecer mediante «El Problema Final», fechado en 1893. Me voy, pero antes dejo esto planificado. En «El Problema Final» Conan Doyle termina con Holmes y Moriarty luchando a brazo partido en el filo de las cataratas de Reichenbach. Se supone que ambos caen y fallecen, por lo que el escritor se libera de la atadura del personaje, pudiendo emprender otros proyectos literarios. Es normal, claro que si. Tantos años en el mismo puesto, tantos años haciendo lo mismo hacen que, hasta el más enamorado de su posición, termine harto y necesitado de nuevos retos desde el punto de vista personal.

    No quería irse por la vereda de la puerta de atrás, sino que planificó al detalle su última obra. «El Problema Final» es el último capítulo de los muchos años de carrera y está escrito de una forma algo distinta. Como si la última historia planificada por Conan Doyle no tuviese mucho que ver con la inmediata anterior. Como si quisiera dejar legado para lo que viniera detrás.

    Estaba en la cima y se fue. Pero aunque se fue, nunca terminó de marcharse. Aunque siguió vinculado a la literatura en otros ámbitos y en otros países, miraba de reojo a lo suyo. Tras el problema final escribió «El sabueso de los Baskerville» pero fechándola antes, claro. Sabía que nunca podría irse del todo.

    Conan Doyle era un fenómeno de lo suyo por lo que sus trabajos alejado del entorno y el modelo que le dieron notoriedad mundial fueron buenos, pero nunca alcanzó la misma fama, ni el mismo reconocimiento, ni el mismo cariño que tenía allí donde mejor se manejaba.

    Pero ¿saben una cosa? Al final volvió. Tras el aire fresco de trabajar en otros ámbitos decidió resucitar al detective, por lo que 10 años después dijo que Holmes se había caído por la catarata, pero que no se había matado. En la Aventura de la Casa Vacía cuenta su periplo por otros países pero al final, qué coño, se vuelve a casa.

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    Lo único que tengo es la sensación y muchos años de sevillismo. Y eso me dice que te vas. Que no lo haces por la puerta de atrás como hubiera supuesto aquel siroco veraniego, sino dejando esto en las antípodas de una Aventura de Casa Vacía. Los cimientos son sólidos pero has querido hacer tu última obra para que la borde lo más parecido a Bielsa que había. Porque te quedaste con ganas de Marcelo, no me lo niegues. Así que toca el más difícil todavía. El filo de la catarata. Puerta grande o enfermería: El problema final.

    Y yo lo comprendo, claro que si. Casi 20 años trabajando en lo mismo son muchos años. Por eso soy de los que piensa que puente de plata si tu decisión es la que barrunto porque nada hay más injusto que tratar igual a los diferentes. Pero que sepas que, si te vas, jamás podrás hacerlo del todo y que, en todo caso, será un hasta luego. Es tu dulce condena 

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    5 Responses to El problema final

    1. JADA
      4 octubre, 2016 at 10:23 pm

      Sencillamente impresionante. Te sigo desde hace un tiempo y sinceramente impresionas por la cercanía de tus pensamientos y la claridad de tus contenidos. No se puede llegar al fondo de la historia con mayor claridad. Y por supuesto desde la razón «sevillista».

    2. Alvaro
      4 octubre, 2016 at 10:57 pm

      Un auténtico honor tus palabras. Gracias por perder un rato de tu tiempo en esta casa

    3. @jose_alcosa
      5 octubre, 2016 at 12:32 am

      Además de lo bien que escribes y transmites, nos empapas de cultura. Respecto a Monchi, estoy contigo en que esta ha sido su última obra,… por el momento. Y ha apostado muy fuerte.
      Sabe que si sale bien, será el momento ideal para irse, si sale mal, también…

      Elemental…

    4. Juanma Sánchez
      5 octubre, 2016 at 12:35 am

      Magnífico, pienso exactamente lo mismo solo que tu lo dices y queda hasta bonito… Por cierto, un saludo desde la isla, no la de San Fernando, la de Escocia, me han entrado hasta ganas de leerme algo de Holmes jejeje

    5. Francisco Garcia Payan
      9 enero, 2017 at 10:34 pm

      Es sencillamente genial, la exposición que has hecho sobre la marcha de Monchi, ojalá sea como tú dices, un «hasta luego» y por supuesto «Puente de Plata» porque se lo merece, además deja muy buenos mimbres en su equipo, que supongo seguirán en el club.
      Saludos

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