Somos lo que somos porque venimos de donde venimos (II)
by alvayanes • 26 octubre, 2016 • La firma invitada, Sevilla • 0 Comments
POR ERNESTO LÓPEZ DE RUEDA
(NODO_SFC)
Viene de aquí
Cada vez que un sevillista en su pleno juicio de admiración al club plantea un imposible, o no tanto, surge el corifeo de “no olvides de dónde venimos” para cortar las alas, para reconducir los vuelos, para encuadrar en el sitio y el tiempo de quienes mandan y son los guardianes de este sibilino mensaje, los anhelos que el Sevilla ha tenido durante toda su historia: más grande, más alto, más fuerte.
Hay que situar en contexto los mensajes. Hay que recordar los orígenes inciertos, las dificultades padecidas, las idas hacia y desde las derrotas, la travesía del desierto, la mediocridad, los descensos inopinados -o no tanto-. Sí, están escritos con letras subrayadas en nuestra historia, pero jamás pueden servir como coartada para truncar las ilusiones.
Segundo en Liga y marcando el paso hacia los octavos de Liga de Campeones (que siempre me ofuscó eso de “Champions”) un equipo que se ha convertido en el último decenio en una máquina demoledora en los torneos por eliminatorias. Dicen ahora que cabalga en la Liga con más puntos que juego, como si eso fuera pecado en un Sevilla cuyo fútbol –“de la escuela sevillana creador y valladar”- gozó siempre de mucho predicamento y admiración y no de tantos resultados, deviniendo en un equipo amable al que gustaba ver y derrotar en tantas épocas. Pecado, de serlo, venial. Habría de convertirse en mortal: en pecado de lesa patria, en vulneración de todas las normas para que algún día el título de Liga sea hurtado a madrileños, catalanes y vascos y venga a reposar y a lustrar las vitrinas de unos yonkis y gitanos cuya avidez parezca no tener fin.
Es el canto imposible que anida en las esquinas de los sueños de los sevillistas, innombrable, quizás en un grado de onirismo que lo haga realmente inviable porque, desde luego, queda lejos de nuestras posibilidades ¿Pero dónde está el techo? ¿En el dichoso “acordaos de dónde venimos”?
Pues ése “de dónde venimos” es de la tierra de la verde y húmeda Escocia y de la tierra roja donde entre el fuego crecen nuestros olivos y trigos, de la tierra albero de oro que impregna con sus matices los bordes de nuestro escudo: de los pioneros que durante décadas sortearon dificultades; de quienes registraron al club y lo lanzaron a conquistar España cuando Sevilla y Andalucía se le quedaron pequeñas; de quienes sobrevivieron a la larga travesía del desierto (no le pongan paños calientes: se llama mediocridad); y, cómo no, de quienes lo llevaron a conquistar Europa rodeado de mareas rojas que dominaron carreteras, mares y cielos de norte a sur y de este a oeste.
Ése “de dónde venimos” nunca puede ser la guadaña que cercena la ilusión, antes bien, el “de dónde venimos” ha de ser reinterpretado a la luz de nuestra historia porque es una elegía a la ambición; un canto que invoca a la fuerza de una entidad, a la solidez de una institución que avanza con paso firme hacia sus 130 años en la cresta de ola. Sería imperdonable transmutar su significado por el de una oda a la cobardía, que no prudencia; pues la sevillista es una osadía que salvo en deportivos duelos puntuales, siempre se basó en el carácter y fortaleza de sus cuadros y afición.
Como refería, cursamos el décimosexto grado en el presente siglo XXI, en la cuarta posición de los mejores. No es nuevo. Durante las 20 temporadas (o 23 años incluyendo el desgraciado paréntesis de la Guerra Civil) el Sevilla Fútbol Club (Sevilla CF por imperativo legal en aquel entonces) fue sexto en enconada lucha con FC Barcelona, R. Madrid, Athletic Club, Valencia CF y Atlético de Madrid.
Hoy se ha colado como invitado estelar el Villarreal CF, los demás, son los mismos. Unos idos a más favorecidos por los repartos televisivos y el impulso mediático que parece querer erradicar toda competencia en un desquiciante círculo vicioso, y otros idos a menos por todo tipo de circunstancias, tanto de propia filosofía deportiva como por el albur de los cambios derivados del actual modelo de SAD y por el que grandes capitales extranjeros han entrado en clubes históricos sin apego a los mismos.
Pero son los mismos, los seis que comandan la clasificación histórica de la Liga y durante período tan significativo como el de 36 temporadas (la última, camino del tercio de su ejecución), que viene a ser la mitad de las que el Sevilla ha estado en Primera.
(Continuará)