• El sueño de Pinel

    by  • 16 septiembre, 2016 • El Trinche Carlovich, Fútbol, Historias • 0 Comments

    POR EL TRINCHE CARLOVICH

    “El mundo es un libro y aquellos que no viajan sólo leen una página”

    San Agustín

    Después de toda la tarde jugando a la pelota en el barrio, llegábamos a casa para volver a mirar aquel álbum de estampas donde teníamos reclutados los ídolos de infancia. Tras cenar, nos íbamos a la cama soñando con estar alguna vez en uno de esos álbumes y, porqué no, llegar a lo máximo que puede aspirar un futbolista: disputar una Copa del Mundo. Pero los años pasan, vas madurando, y reparas que el porcentaje de niños soñadores que terminan llegando a primera es nimio y todavía menos los que consiguen ser mundialistas. Unos derivan hacia un lado y otros buscan cobijo profesional en diversas labores. Pero hay un grupo al que le gusta tanto el fútbol que intentan estar vinculados a el desde la perspectiva del periodismo; ya que no llegas a jugador profesional, al menos si te dedicas a contar qué es lo que rodea al mundillo. Y es que periodismo y fútbol son dos campos interrelacionados cada vez más, hasta el punto que vemos como incluso hay jugadores en activo que lo compaginan con la carrera universitaria y otros que, tras su retiro, se especializan en los medios de comunicación. En cualquier tertulia o partido (da igual televisión o radio) te encuentras un exjugador comentando e incluso hay quien se atreve a escribir columnas en diarios de la mayor difusión. Y hasta programas de investigación o calidad extrema como Michael Robinson o presentadores de televisión como Gary Lineker.

    Pero todo tiene un pionero y, en este sentido, hoy contaremos su vida. La de un niño que no solo soñaba ser futbolista sino que disputó un Mundial al tiempo que desarrolló otra pasión: el periodismo deportivo. Aventurero, romántico, deportista y rompedor, hoy les presentamos a Marcel Pinel.

    Nacido el 8 de julio de 1908 en un pueblo de la Baja Normandía llamado Honfleur, famoso por ser el estuario del Río Sena, Marcel Pinel se crió en una buena familia ya que su padre era un alto funcionario del Estado dedicado al Derecho, por lo que no debió padecer apreturas económicas al tiempo que comenzó su formación académica la cual compaginó con unas destacables dotes futbolísticas. Juega el torneo regional con el equipo local, hasta que muy joven se marcha a la capital para completar sus estudios, enrolándose en el París Université Club (PUC) donde coincidiría con su a partir de ahí inseparable Augustin “tintin” Chantrel, fornido centrocampista. Hay que hacer constar que la PUC era algo más que un equipo de fútbol, ya que destacó como importante institución cultural y multideportiva francesa en la que también estaría años más tarde Albert Camus.

    Tras jugar en la PUC y después de un breve paso por el Stade Français, ficha en 1925 por el Red Star FC, mítico club fundado nada menos que por Jules Rimet en 1897 y uno de los dominadores de la época. Marcel Pinel y “tintín” Chantrel se convierten en piezas básicas del Red Star, ganando la Copa de Francia del 28 y formando parte de la primera liga unificada del país galo en 1930.

    Ese año se disputó la primera Copa del Mundo en Uruguay y las dificultades para confeccionar el equipo que representaría a Francia fueron altas. Puntales como Marcel Capelle o nuestro amigo Pinel estaban haciendo el Servicio Militar por lo que hubo que dispensarlos bajo la excusa de “misión diplomática”, al igual que ocurrió con Alex Thepot, capitán y uno de los mejores porteros franceses de la historia, que consiguió permiso para dejar temporalmente su trabajo en la Aduana. Como preparación al Mundial, les bleus disputaron 3 partidos, siendo derrotados por Checoslovaquia y Escocia, pero venciendo a Bélgica por 2-1, ambos tantos de Pinel.

    En aquella época los medios de comunicación no podían desplazar corresponsales por lo que el periódico L’Auto (antecesor de L’Equipe) tuvo una idea. Llamó a Pinel y a “tintín” Chantrel, futbolistas de sólida formación académica, para que escribieran las crónicas que toda Francia leería sobre las andanzas de su selección en Uruguay. Así, Pinel, casi sin querer y sin saberlo, ha pasado a la historia como el futbolista que a su vez ejerció de periodista deportivo, experiencia que marcaría su vida y devenir futuro.

    La historia del viaje en 1930 de la selección francesa a Uruguay forma parte de la maravillosa leyenda que rodea al fútbol mundial. Un inmenso barco llamado Conte-Verde, partió de Génova para llevar a la selección azzurra junto a la rumana, que había llegado a Italia en tren desde Timisoara. El Conte-Verde hizo escala en el puerto de Villefranche para que embarcase la selección francesa a la que acompañó el propio Jules Rimet. Tras otra escala en Barcelona para recoger a algunos árbitros, el Conte-Verde inició su travesía transoceánica donde rumanos, italianos y franceses hacían los cuadrantes para poder disponer de la cubierta para entrenar. Como curiosidad, según el rumano Weltzer en ese barco había tanta calidad que solo un balón cayó por la borda en todo el trayecto. Una nueva parada en Brasil para recoger a la selección de aquel país y llegada a Montevideo muchos días después, en lo que fue un viaje apasionante.

    Foto de ese partido inaugural, con Pinel, el segundo por arriba entre su inseparable Chantrel y el portero Thepot. Foto Getty images

    Marcel Pinel tiene el honor de ser uno de los 22 jugadores que disputaron el primer partido en la historia de los Mundiales, el 13 de julio de 1930, entre Francia y México. Fue un accidentado choque ya que en el minuto 24 el capitán Alex Thepot cayó lesionado y, como no se permitían cambios, “Tintín” Chatrel se puso en la portería. A pesar de ello y jugar casi todo el partido con 10, los franceses ganaron 4-1. No obstante perdieron los siguientes partidos ante Argentina y Chile por lo que, como terceros de grupo, quedaron eliminados. Marcel Pinel escribió las crónicas para L’Auto con conocimiento de causa ya que disputó íntegros los tres partidos de la selección.

    Al volver a Francia siguió en las filas del Red Star con el que descendió a segunda para volver a subir tras proclamarse campeón de la división de plata en 1934, retirándose al terminar la campaña siguiente aun cuando solo contaba con 27 años. Como internacional se despidió en otro partido contra Bélgica que acabó con 2-2, anotando Pinel los dos goles. A partir de ahí, la vida de Marcel Pinel se aparta del mundo del fútbol hasta que vuelve a “engancharse” al deporte rey en 1950… en Saigón.

    Desde finales del siglo XIX Indochina estuvo dominada por Francia (de hecho se constituyó formalmente la Indochina Francesa), situándose la capital en Saigón, como punto estratégico para el desarrollo comercial de la zona. Y buscando nuevas aventuras y tras su pronto retiro como futbolista, marchó nuestro amigo Pinel a Saigón -donde ya vivía su padre- para trabajar en importantes empresas francesas con sede en Vietnam destinadas al comercio de arroz y cereales, con notable éxito. Sin embargo, Pinel, tan simpático como inquieto, mataba su gusanillo de periodista deportivo escribiendo para el Jounal d’Extreme Orient, el periódico más importante de Saigón, donde redactaba crónicas referentes al fútbol francés y a las competiciones menores que se desarrollaban en Vietnam. Hasta que en 1950 volvía su cita favorita; el fútbol del planeta recobraba la vida tras la II Guerra Mundial. Renacía lo que más amaba: los Mundiales de fútbol. Aquello que vivió en primera persona como futbolista y como contador de cosas. Su sueño era volver a vivirlo. Su sueño era Brasil.

    Es necesario hacer constar que en las eliminatorias europeas para el Mundial celebradas en 1949, Francia no logró clasificarse después de perder 3-2 con Yugoslavia en Florencia en el partido de desempate tras sendos empates a 1 en Belgrado y París. Sin embargo, hay que recordar la dificultad que supuso completar los grupos que disputarían el Mundial brasileño; de hecho solo 13 selecciones jugaron finalmente tan recordada cita. Francia recibió una invitación para disputarlo como “invitada” pero finalmente se negó ya que no quiso ganar en los despachos lo que incapaz de conseguir en el campo. No fue el único equipo que por honor no jugó dicho Mundial como contamos en su momento en el caso de la selección de India.

    En Brasil 1950 más de la mitad de los periodistas eran locales, enviando el resto de países algún corresponsal para cubrir la información de sus selecciones como sin ir más lejos hizo España con Matías Prats. No obstante un periodista viajó a tierras brasileñas aun cuando su selección no disputó la cita mundialista. Ese periodista fue Marcel Pinel que, 20 años después de la odisea del Conte-Verde, quiso estar en la segunda ocasión que el Mundial iba a Sudamérica. Teniendo en cuenta que la renuncia francesa se produjo a última hora, todo apunta a que Pinel programó el exótico viaje Saigón-Río de Janeiro para informar de las andanzas de les bleus y, aunque finalmente no jugaron, decidió continuar y redactar las crónicas de cómo se desarrollaban los partidos para la sección francesa del periódico vietnamita en el que colaboraba. De hecho, cuando una selección quedaba eliminada, los periodistas de la misma se volvían a su país; eliminada su nación, el torneo perdía interés. Sin embargo, Pinel estuvo presente hasta el final viviendo a pie de campo el maracanazo y como Rimet entregaba casi a escondidas la Copa de campeón al Jefe Negro Varela 

    fifa.com

    A su retiro, Marcel Pinel volvió a Francia done siguió viendo fútbol falleciendo en su Honfleur natal en 1968. El estadio del humilde CS Honfleur lleva su nombre en recuerdo de un personaje tan desconocido como fascinante.

    @ElTrincheCarlov

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