El puñetazo equivocado
by alvayanes • 6 septiembre, 2016 • Derecho, Fruslería Jurídica, Fútbol, Historias • 2 Comments
(Escuchando de fondo “On the Desk” de Toreros Muertos)
Aprovechamos el infame parón liguero y el final del tumultuoso periodo de fichajes (o ventana de transferencia, en el novedoso vocabulario esnob futbolero donde encontramos vocablos tan lamentables como “tángana” o “rechazo”) para reactivar la desenfadada sección “fruslerías jurídicas«. Que aunque llevaba más de un año dormida, no estaba muerta sino más bien andaba de parranda.
Aunque no tengo la menor duda del pacifismo extremo como característica indeleble de los lectores del blog, en esta sección -donde contamos reales casos jurídicos curiosos vinculados al fútbol-, son varias las ocasiones ya en que se han tratado hechos donde se han penado agresiones realizadas por jugadores con una labor hasta cierto punto pedagógica; la violencia no conduce a ningún sitio y, el que la practica, puede terminar pagándolo. Y es que “lo que pasa en el campo se queda en el campo“ es una ojana propia de personal de malas artes, de niñatos maleducados riquitos por darle bien a un balón y, sobre todo, de un fútbol trasnochado. En contra de lo que pudiera parecer, en categorías regionales y fútbol más modesto no es así de un tiempo a esta parte, la gente está más formada, y cuando hay una disputa que se sale un poco del guión, las peleas hay veces que llegan a los jueces, castigándose hasta con cárcel comportamientos desmesurados. A modo de ejemplo, recordar el “El maño huraño” donde, además de la roja, le cayó un multazo al agresor.
Y tras la introducción de rigor, como siempre, contamos el caso real que hoy traemos al blog, dando 48 horas para que den su opinión si lo tienen a bien. Tras ello se edita y se pone la solución.
imagen codigonuevo.com
Ubicamos la acción en diciembre de 2014, en un pueblo cercano a la capital de España donde un partido se calienta más de la cuenta. Empiezan los roces y las discusiones hasta que un jugador al que llamaremos Pacquiao realiza una fortísima entrada a otro al que denominaremos Sugar Ray. El árbitro expulsa de inmediato al primero, pero Sugar Ray, en cuanto se levanta del suelo, se revuelve ferozmente hacia el expulsado por lo que se forma un tumulto tremendo. La acción ocurre justo al lado de los banquillos donde un tercer jugador -al que llamaremos Foreman- salta de inmediato para intentar separar. Pero Pacquiao está fuera de si y no satisfecho con la entrada que le costó la expulsión, lanza un tremendo derechazo que Sugar Ray puede esquivar, pero no así Foreman que, sin comerlo ni beberlo, se lleva un directo en el mentón. A Foreman hay que atenderlo y ponerle puntos en el labio.
El árbitro se equivoca al rellenar el acta ya que escribe que en el tumulto posterior a la expulsión, Pacquiao golpeó a Sugar Ray. Efectivamente pone que la roja es por la patada primera, pero a la hora de narrar los hechos posteriores escribe que Pacquiao agredió a Sugar Ray. Ese es el error. Y es que, realmente, la pelea originaria era entre ellos dos, pero el que se llevó la piña fue Foreman.
Por el puñetazo recibido cuando él no tenía nada que ver, Foreman denuncia por lesiones a Pacquiao ante un juzgado. Hay juicio, Sentencia, apelación y nueva Sentencia.
El argumento de la defensa de Pacquiao es que fue un lance deportivo por lo que la cosa no debe pasar de ahí y que, además, “in dubio pro reo”. Es decir: que el árbitro pone que agredió a Sugar Ray, pero que eso no es realmente así porque a éste no le pasó nada. Por todo ello, cierto es que se formó una pelea pero el árbitro (juez) dice una cosa que realmente no es lo que ocurrió por lo que debe ser absuelto ya que no se sabe con claridad lo ocurrido.
Conocemos casos donde los clubes han recurrido sanciones ante el Comité de Competición porque el árbitro se ha equivocado rellenando el acta. ¿Pasará igual? ¿Salió libre Pacquiao por el defecto de forma del acta? Como siempre, twitter y comentarios abiertos.
SOLUCION
El comité de competición retira la segunda tarjeta amarilla a Gorka Santamaría. #CádizCF
— Cádiz CF (@CadizSphera) 7 de septiembre de 2016
Este tweet es de hoy mismo. Al chaval del Cádiz le han quitado la 2ª amarilla porque lo que el árbitro puso en el acta no reflejó la realidad de los sucedido. Esta es una muestra más de la diferencia de la justicia deportiva con la de otros órdenes jurídicos
Y es que son muchas las ocasiones donde una mala redacción del acta libra a un futbolista de cumplir determinada sanción disciplinaria. En cambio aquí no, ya que a Pacquiao le metieron un buen paquete. Por un lado no hay “in dubio pro reo” ya que todos saben lo que pasó y lo han reconocido, diga el acta lo que diga. Y por otro “el apelante lanzó su golpe contra un jugador, pero alcanzó a otro diferente y este error en el golpe es absolutamente irrelevante a la hora de determinar la responsabilidad penal. El error en el golpe no elimina en absoluto el elemento subjetivo del delito, pues el autor de las lesiones busca ese resultado de forma consciente y voluntaria”.
La gracia del puñetazo de Pacquiao le costó varios días de localización permanente y el pago de un puñado de cientos de euros a Foreman.
Muchas gracias a todos por el interés y los comentarios
Como norma habitual, en nuestro fútbol, la aplicación del castigo va en consonancia a la camiseta y escudo que se defienda.
Si Pacquiao defiende al equipo “M”, y el juez del comité que deba sancionar lo ocurrido, es simpatizante de ese equipo… blanco y en botella. Este se acogerá a cualquier error narrativo, para eliminar o paliar la obligada sanción.
En cambio, si Pacquiao defiende a otro equipo, aunque haya error descriptivo, se “encontrarán” imágenes y/o veraces informaciones e interpretaciones, que colaborarán en el fortalecimiento del “fair play” competitivo.
Nada nuevo.
Gran parte de los estacazos que se producen en los terrenos de juego, tienen su origen en lo mucho y mal que se habla sobre estos, y en la nula aplicación que los árbitros hacen del reglamento, en el apartado insultos.
Por lo general, los árbitros no son sordos, más bien se lo hacen. Los insultos entre jugadores abundan, con el único ánimo de alentar al contrario a perder la cabeza, y provocar su expulsión.
Y aunque uno fue un tuerce botas en la local sevillana, también lo sufrió. La provocación, la patada, el insulto, es arma extendida por doquier.
Hace unos días tuve el placer de conversar con un mito de juventud. Me contó que jugando en un campo norteño, un jugador contrario le preguntaba constantemente desde el inicio del partido… ¿Sabes donde está tu mujer?, ¿Con quién está?, ¿Qué están haciendo?
El objetivo era claro: sacarle del partido.
Él, aprovechó un saque de esquina a favor, en el que todos estaban pendientes del balón, para lanzarle un puñetazo al mentón y derribarle. Ninguno de los que tenían que verle, le vio. Todos lo rivales corrieron al árbitro señalándole; el estadio se lo quería comer, pero el árbitro y jueces de línea, no le sancionaron porque nada vieron. En consecuencia, nada pasó. Bueno sí… su colega se quedó la hostia, y él, tan feliz.
Prevaleció la discreta venganza, ante la nula aplicación de justicia.
P.D.:
En este fútbol tan profesionalizado y mediático, controlado por enormes intereses económicos… ¿Cómo es posible, que se castigue al abonado a un club o espectador en general, a no poder disfrutar de un jugador, por haber sido expulsado en jornada anterior?
En defensa de sanciones exclusivas económicas, en proporción a la ficha del expulsado.
Salud y Sevillismo.
Me da a mi que el Pacquiao va a quedar impune al confundir el árbitro al agresor.