Un fichaje inaplazable
by alvayanes • 5 junio, 2016 • La firma invitada, Sevilla • 4 Comments
POR J. FÉLIX MACHUCA
(Escuchando de fondo «Lo que sobra de mí» de Fito y Fitipaldis)
Cuando esta semana sentimos moverse la tierra bajo nuestros pies, en una especie de sismo que nos devolvía a las angustias y penas de años cada vez menos cercanos, una de las tensiones que liberó ese terremoto llamado Monchi fue el de la lucha por el poder en Nervión. Muchos, no se si con razones o intuiciones, quisieron explicar la espantá del grandísimo director deportivo sevillista por la amenaza latente del enfrentamiento accionarial. Ya digo que no se si con argumentos de peso o intuiciones emocionales. Pero el caso es que, el terremoto, no solo descuajaringó la fortaleza de ánimo y el placentero sosiego que te da lograr otro título europeo. Sino que también fue a romper los cristales del aparente armisticio firmado entre ambas familias dominantes en el seno del consejo palangana. Eso no es en absoluto imputable a Monchi. Solo intento aclarar que, al hilo de su arrebato, algunos lo sacaron para esgrimirlo como una de las causas por las que el León de San Fernando se habría podido sentir cansado y abatido.
El caso es que esa tensión subterránea sigue ahí, sin resolverse, amenazante y destructivo como puede serlo algún día la falla de San Andrés en la amplia California. Los éxitos del club, la felicidad con la que nos convida el destino, la permanente fiesta deportiva en la que nos hemos instalados en una década que ya la llaman prodigiosa, todo esto, que no es poco, lo silencia. Le pone, como a las trompetas más vitales de una banda de jazz, una sordina que apenas si se percibe, más allá de la agudeza de los oídos que están en el secreto. Y esa amenaza es más perniciosa que una banda de gremlins guiadas por el señor Tebas contra el sevillismo. Ahí está uno de los mayores y más serios peligros que hoy se ciernen sobre Nervión. Pese a que su cielo, tan azul que parece hilado con flores de jacaranda, nos lleve a creer que pensar en una tormenta es cosa de locos. Pero la tormenta viene. Como nos anuncia Fito en esa canción que sirve para musicar este post. La tormenta se acerca. Viene derechita hacia aquí. Haciendo bom, bom, bom. Y más que nunca necesitamos un fichaje. El fichaje más importante de estos tiempos. La unidad. O nos unimos y exigimos esa unión a nuestros rectores o nos vamos de cabeza al pozo de las culebras y los demonios. Cosa que por esta Sevilla cainita suele celebrarse con pólvora rociera haciendo estallar cohetes de alegría para echarse betadine en las heridas de la frustración.
Nervión solo tiene una guerra. La de llevar a su equipo en volandas triunfo tras triunfo. El enemigo son los otros. Los que no son de colorao. Hemos nacido para ser más estando unidos. Y los que quieran pelea, que se vayan a Siria o a Sudán. No estamos aquí para ver cómo una guerra civil acaba con este tiempo de paz tan fructífero. Parafraseando a Camus os digo que si la unidad de nuestro destino no la consiguen nuestros dioses, nosotros lo intentaremos a pesar de nuestros dioses. Escudo, bandera y afición. Esa es la triada capitalina de nuestra religión nervionense. Unidad, unidad, unidad. Ese es el fichaje que necesitamos. Ese es el fichaje más grande que puede hacer este club. No enrolarlo en las filas de Nervión nos puede llevar al colapso.
Se puede entender este punto de vista como un ejercicio de romanticismo o de ingenuidad. No lo es. Os lo aseguro. Se lo que es una sociedad anónima deportiva. Se lo que significa una tensión por el poder en un consejo de administración. Pero también se que somos grandes por nosotros, por ese escudo, por esa bandera y por nuestra afición. Que es la que tiene que exigirles a nuestros líderes que superen sus diferencias y pongan al club por encima de todo. De cualquier otro interés personal. ¿No es eso lo que ha hecho Monchi porque así se lo han pedido? Pues que se apliquen la misma medicina. Que beban un buen trago de esa botella y que fichen ya a ese imprescindible refuerzo que se llama unidad. Un proverbio etíope nos cuenta que cuando las arañas unen sus telas pueden matar a un león. Las telas son las de nuestras banderas; las arañas las que tejen con seda nuestro escudo. Y el león es esa afición que ruge, pelea y corre camino de Varsovia, Turín, Basilea o donde haga falta para que sepa de lo que es capaz la comunión entre un equipo y su gente. Exijamos desde ya la cordura y la racionalidad a los que quieren convertir el cielo de Nervión en una tormenta perfecta. Hay que obligar a las partes a un acuerdo definitivo sobre la biblia de nuestra fe. Queremos seguir siendo lo que somos. No perder nuestra identidad en las manos de un jeque de mojones o de un millonetis que solo piensa en eso. Nos jugamos todo esto. Así que una vez más en pié y en marcha. Queda trabajo por hacer. Y un fichaje inaplazable por cerrar.
Los logros de las grandes civilizaciones se han conseguido en grupo, no por una sola persona#juntossomosinvencibles pic.twitter.com/XQlCbm7zix
— Monchi (@leonsfdo) 14 de abril de 2016
@JFelixMachuca
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Esa tormenta se ve lejos. Muy lejos, Pero toda tormenta depende de la dirección de los vientos. Y todos tenemos que estar pendientes de la dirección de esos vientos ante el temor que se dirijan hacia el Sánchez-Pizjuán y descargue por ahí.
Está. Se ve, Se palpa pero…atento a los vientos
Amigo Machuca:
Mi agradecimiento por traer a reflexión este delicadísimo tema que, un servidor, lleva muchos años exponiendo, sin el menor interés para mis amigos sevillistas. A ellos les suena a “chino”, y a mí, a oscuros intereses.
Escudo, bandera y afición, siempre.
La obligación para la mayoría de clubes, de convertirse en S.A.D., podía arrastrarles al precipicio. La conversión dejó la puerta abierta a quienes anteponían intereses económicos, a los pasionales. A las aficiones se les vendió y vende que, la llegada de magnates inversores, iría acompañada de grandes estrellas del balón, para luchar por títulos. Y, muchos aficionados… encantados. Eso sí, sin comprar una sola acción, pero dándose golpes de pecho a destajo. En fin… fútbol negocio.
El Sevilla Fútbol Club, D. Félix, es una bicoca para los tiburones financieros. De ello, no tengo duda. Imagínese simplemente, el pelotazo inmobiliario fallido, de llevarnos a La Cartuja, a finales del pasado siglo.
Aquí, http://www.salmonpalangana.com/2016/01/rebels-con-causa/ Álvaro nos ilustró, de lo que originaba en ligas míticas, similares actuaciones.
Últimamente, las operaciones de venta del RCD Espanyol y Granada CF, avaladas por el CSD, refuerzan la angustia.
La situación accionarial del Sevilla F. C., es delicadísima. Guerra de intereses por ostentar un pleno poder que, acabaría inexorablemente, en una venta del Club a quién más pague al grupo/familia vendedora.
Es conocido que, en la actualidad, pululan personajes abordando telefónicamente a pequeños –en edad y cuantía económica-, accionistas de nuestro Club. Ofreciendo cifras importantes por la compra de acciones. Su fin, no es obviamente el pasional por unos colores, más bien, llegar a porcentajes que otorguen poder.
Confío en José Castro. Valoro muy positivamente su templanza para mantener este complejo equilibrio que, para tantísimos sevillistas, pasa desapercibido.
Creo, que una buena solución para el sosiego sería –si las normas y leyes lo permiten-, que el Sevilla Fútbol Club S.A.D. compre, los grandes paquetes accionariales que necesitan liquidez para subsistir en el día a día. Quizá, con mediación de la Fundación o ente similar y, posteriormente, poniéndolas a la venta al Sevillismo. Pensemos, para eliminar conjeturas y descuadres económicos, en un fichaje fallido, por alta inversión y escaso rendimiento.
No sé, si este ha sido el motivo del cansancio de Ramón, pero desde luego… no el mío. Dicen que nunca me rindo. Espero y deseo, que muchos lo entiendan y secunden.
Salud y Sevillismo.
Grande monchi ejemplo de sevillana