• Cuatrocientos y pico

    by  • 14 enero, 2016 • Fútbol, Historias, Sevilla • 11 Comments

    Cuatrocientos y pico

     (Escuchando de fondo “Rape Me» de Nirvana, en el 47 cumpleaños de Dave Grohl)

    Creo que no he contado la anécdota -no suelo hablar de mi en mi blog- pero hoy me lo pide el cuerpo. Era pleno diciembre del año 2000 cuando recibía el Sevilla al Universidad de Las Palmas en la 18ª jornada de la segunda división. Era miércoles de un día que amaneció que lluvioso en esta bendita ciudad y en plena fecha de exámenes por lo que, por un instante, se me pasó por la cabeza no ir al partido. Ojana de mi mente, claro. Cuando empezó el choque, estaba en mi asiento de siempre.

    Por distintas cuestiones, los que venían conmigo al fútbol no estaban ese día. Ni siquiera mi hermano, igual de fatiga que yo. Empieza el choque y el aguacero es de los de época. Sólo, muerto de frío bajo mi paraguas, y con una floja entrada, el humilde equipo isleño sale como un avión. Salta la sorpresa cuando se ponen 0-1 rápido, marcando el segundo los universitarios al poco de comenzar la segunda parte. Con 0-2 en el marcador, mi mirada perdida se cruza con la de otro chaval. También sólo, también con frío, también embutido en su paraguas. Creo que es la vez en mi vida que más empatía he sentido con un ajeno. La pregunta retórica que circulaba nuestra mente era clara: “¿qué coño estamos haciendo aquí?

    El tiempo me demostró que la pregunta no resultó al final tan retórica. Aquel “aquí” terminó con los años siendo “allí”. Mónaco, Glasgow, Turín, Barcelona… Y la última, Sevilla. Un 12 de enero de 2016 que ya ha pasado a la historia del conocido derbi sevillano. Y no por el resultado que, si me apuran fue lo de menos. Ganar al Betis es lo normal como la estadística dice; pero lo que rodeó a todo, no. Antes les ganábamos, pitaban los coches y se tiraban cohetes; ahora se golea 4-0 y en las calles sólo se nota el silencio roto solo por las risas.

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    Cuando creé esta bitácora, en sus tablas de la ley intrínsecas había varias máximas. Tres años después y con casi 200 post publicados, creo que las cumplí. Una de ellas, por ejemplo, era no hablar jamás del Betis. Jamás. Ni para lo bueno ni para lo malo. De hecho, y aunque lo he podido usar de ejemplo, nunca lo hice. Verbigracia, cuando se ha escrito sobre entidades en concurso, lo hice del Xerez o del Lleida (o Yérida). O alguna fruslería jurídica interesante que he encontrado la he obviado al tratarse del equipo heliopolitano. Las poquísimas veces que la palabra “Betis” ha aparecido ha sido de refilón y porque no había más remedio. Pero hoy, voy a hacer la excepción que inhabilita mi regla preestablecida. O no, que en el fondo no hablo de la entidad. Ya veremos.

    La otra vez que incumplí fue después del derbi europeo. Nunca saco pecho de forma previa, pero tras el 0-2 no tenía ninguna duda de que íbamos a pasar por lo que “El enemigo parpadea” fue una rotura de camisa literaria que, leyéndolo con perspectiva y dentro de la línea editorial del blog, resultó una pasada. Pero lo pedía el corazón; las 3.000 entradas que nos dieron duraron en taquillas diez minutos por lo que aquella demostración de sentimiento sevillista fue tan honorable que el resto resultaba secundario. Había que morir. Y morimos para rematar en Turín.

    Del partido de anteanoche tienen decenas de artículos del más diverso pelaje para explayarse sobre la orgía futbolística y lo que supone ya para nosotros estos encuentros. La gozadera que mi Machuca nos contó ayer sólo la sabemos (de verdad) los que tuvimos el privilegio de estar el 12 de enero de 2016 en el Ramón Sánchez-Pizjuán, fecha, repito, ya para el recuerdo eterno. He visto partidos de todos los estilos desde que tengo uso de razón; pero lo que se vivió en la grada ni se ha vivido nunca ni se vivirá más. La noche del 12 de enero de 2016 siempre será especial. Y no por el resultado; de hecho, y en mi opinión, un 8-0 con una “grada normal” hubiera sido menos humillante que el 4-0, visto lo que se coreó en el Estadio durante los 90 minutos. La magia se quedó físicamente allí y estará para siempre en nuestros corazones.

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    A nosotros nos dieron 3.000 y se hicieron colas de noche. A ellos les dimos 850 y devolvieron casi la mitad. Y, en este punto, me quiero acordar de esos cuatrocientos y pico chavales béticos que decidieron venir a Nervión y aguantaron el chaparrón de la clara noche sevillista. Esos aficionados que, a pesar de que el resultado les era brutalmente adverso, de que viven una marejada institucional como rara vez se vio y de que su equipo es un cadáver deportivo, soportaron estoicamente una de las humillaciones más grandes que un aficionado deportivo haya tenido en su vida. ¡Claro que participé de la gozadera de anoche! Repito: lo del 12 de enero de 2016 fue inédito y será irrepetible como sabemos los que estuvimos allí. Pero, por un instante, sentí cierta empatía cuando miraba a la esquinita superior de Gol Sur, como con aquel chaval el día de la Universidad de Las Palmas. Tal vez sea la edad, que yo en mis carnes he vivido algo parecido o la grandiosidad de las vitrinas, pero esto lo palpo de manera distinta a como lo sentía antes. Así que a ellos, a esos cuatrocientos y pico de chavales con los huevos del caballo del Espartero, va dirigido este post. A esos muchachos a los que, por vergüenza, la Directiva debiera descontarle lo que les costó la entrada (que no sé cuánto sería) en su abono del año que viene. Sólo a ellos van dirigida estas líneas que, imagino, no leerán porque no tienen porqué entrar en esta casa.

    Perdón por este Síndrome de Estocolmo temporal, pero creo que era de justicia.

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    11 Responses to Cuatrocientos y pico

    1. David Álvarez
      14 enero, 2016 at 12:37 pm

      Yo también sentí ese Síndrome, y no ha sido especialmente uno de los partidos que más haya disfrutado, porque para mi el deporte es competición, y allí solo competía un equipo, el otro era un «muñeco», el boxeador amateur esperando a ver cuantos golpes recibía, casi dando lástima.
      Respecto a la cuantificación de cuatrocientos y picos, habría que descontar los que empezaron a marcharse con el 3-0, que no fueron pocos, y que abandonaron el barco en el último momento.

    2. Jesús Pareja-Obregón
      14 enero, 2016 at 12:52 pm

      AQUELLOS DERBYS
      Recuerdo mi primer Derby… justo hace ahora 39 añitos (ya ha llovido). Recuerdo que llovía, era Enero del 77, ganamos 3 a 2 al Betis con goles sevillistas de Jaén, Scotta y Montero y como no, siempre llevaré aquel día en mi corazón.
      Con el pasar de los años he vivido innumerables derbis de todas las “hechuras”, ganando (casi siempre), goleando, empatando (pocas veces) y perdiendo (algunas otras, claro que sí). Recuerdo que pensábamos que nunca veríamos ganar nada… que estábamos gafados… se mofaban de nosotros por aquellos entonces… que cosas, un jueves de Feria en un 27 de abril de 2006, un zurdazo de Antoñito Puerta (QEP) lo celebré “como, o casi más” que una copa… luego, por cierto, levantamos al cielo 8 (4 UEFAS, 2 Supercopas, 2 Copas del Rey)… ojú ¡!!
      Sinceramente, a falta de una Liga o una Liga de Campeones, pensaba que mi Sevilla ya me lo había dado todo… Pues no, lo vivido la noche del pasado martes 12 en el Ramón Sánchez-Pizjuan en el Derby copero fue distinto a todo lo antes vivido… ni mejor… ni peor… (Dios me libre) simplemente DISTINTO. .. Fue, a todas luces, un BAÑO de realidad, un zarpazo sin manos, una ducha de elegancia, un derroche de armonía; y un terrible alegato a la guasa sevillana que recordaremos los sevillistas por siempre con el paso de los años.
      Atrás quedó el gol de Tejero de Francisco en el 88, aquel Domingo de “Romo” del 86, aquel 4-0 en la feria de 1980, aquellos Derbis con Manolo Cardo en nuestro banquillo, el busto en el palco (jajajaja), etc., etc., etc… como digo, todo quedó atrás, la sensación que nos invade a los sevillistas por lo vivido el pasado martes y en los últimos años, es como que, a día de hoy, el Derby ha desaparecido, simplemente se ha esfumado… no digo que no volvamos a vivirlo, todo en esta vida es cíclico, pero es TAL la superioridad en todos los órdenes y sentidos que todo esto no es más que la culminación de una realidad patente a día de hoy donde un SENTIMIENTO ROJO y BLANCO se ha establecido en unos niveles tan abrumadores que bien harían en agachar la cabeza, felicitarnos, reconocerlo y ponerse a trabajar, porque así, haciendo un ejercicio de humildad, por una vez… empezarían a vislumbrar una salida del túnel en el que se encuentran…
      PD. Dijo una vez un ilustre sevillista como Pablo Blanco, ¿Derbis?, cuantos menos, mejor… ¡! Y yo estoy de acuerdo…
      VIVA EL SEVILLA.
      Jesús Pareja-Obregón

    3. Eugenio el de los chistes
      14 enero, 2016 at 1:14 pm

      Fabuloso. Aunque seas un buena gente irreductible e irredento, tanto como hasta para ser así de señor con ese pequeño adversario -que no rival- con el que compartimos ciudad, fabuloso. Me ha encantado.

      Por cierto, ¿has pensado que la piedad y la conmiseración que demuestras pueden joder tanto o más que la violación y mofa de sus símbolos que perpetramos el martes? Y que sepas que te escribo esta pregunta con una sonrisa muy malvada en la cara.

    4. Alejandro Cadenas
      14 enero, 2016 at 1:22 pm

      Pues SI.Algunos que peinamos pocos pelos, ya, recordamos las epocas de los 60 y principios de los 70 y mas reciente aquella de la segunda parte de los 90.Y tiene cierta empatia con esos chavales.Pero tambien deberian recapacitar ellos y exigir a sus dirigentes, un comportamiento propio de un club de Primera y no de otros tiempos y categoria.

    5. 14 enero, 2016 at 3:04 pm

      Magnífica disquisición, aunque habría que adjuntar que el síndrome de Estocolmo que te embarga viene provocado por las actuaciones de la directiva de su equipo, ya que todo lo ocurrido en las gradas tiene como inicio sus desplantes ante los sevillistas desplazados en los 2 partidos últimos allí.

    6. stuka63
      14 enero, 2016 at 6:41 pm

      Totalmente de acuerdo, pero no es menos cierto que cada uno tiene lo que se merece.

    7. Pepe Arjona
      14 enero, 2016 at 9:29 pm

      Hola Álvaro.
      Anoche cruzaba mensajes WhatsApp con Alejandro Cadenas. Al igual que tú, Enrique Vidal, y otros sevillistas, Alejandro me transmitía -como ha ratificado en su comentario-, su empatía, y sensación de sufrir síndrome de Estocolmo, por los seguidores del rival. Le respondía, que ese sentimiento lo tenía, porque es buena gente. Y que diera por seguro, que en caso contrario, ellos habrían hecho toda la sangre posible.

      Como ya he dicho en varias ocasiones, si en el banquillo hubiéramos tenido a un Sevillista, los vecinos se llevan 2 sacos. Nuestro Equipo jugó, literalmente, una pachanga ante un equipo descompuesto. Y me lo ratificó, las palabras tras el partido de Unai, hablando de, …»códigos profesionales…», y «respeto al contrario».
      Si el martes 12, nuestra Afición hubiera pedido más fútbol que diversión, el marcador hubiera sido brutal. Pero La Gozadera,… ya estaba montada.

      Unos hablan de humillación, por lo vivido en las gradas.
      Otros por el 6-0 de la eliminatoria.
      Yo me atrevería a calificarlo así, porque un equipo -sin esforzarse-, hizo lo que le dio la gana con el otro.

      Discúlpame Álvaro. No puedo sentir empatía por el sufrimiento de quien lo ha buscado, y lo merece. Ahí está la innumerable lista de tropelías cometidas en su casa, contra los nuestros. De las que no son ajenos, aunque sólo sean aficionados. Y aún mucho menos, cuando esos cuatrocientos y pico, se desplazaron básicamente, para insultar a nuestro Club y a nuestra Afición, como así quedó registrado. Porque deportivamente eran conscientes, que sus opciones, eran nulas.

      En fin…, distintas percepciones, pero un mismo final: El Sevilla F.C. en cuartos de La Copa.
      ¡Que pase el siguiente!
      Saludos.

      • 14 enero, 2016 at 10:52 pm

        Desde principios de los 70 que empecé a ir al Estadio R. Sánchez-Pizjuán, yo nunca ví ni sentí algo semejante.
        Sólo son cuarenta y tantos años para pretender que está reflexión no resulte sesgada al no contemplar,por mi juventud, los ochenta y tantos restantes pero os diría q aquella rivalidad q creó el balompié en esta ciudad duró, ciertamente, 107 años.
        Comenzamos otra Historia.

    8. Felix
      14 enero, 2016 at 11:34 pm

      Verdaderamente conmovedor. Felicidades Alvaro. A esos cuatrocientos legionarios verdes solos ante el peligro de una derrota cierta y una humillación previsible yo tambien los saludo y les entrego la cuchara. No creo q haya síndrome de Estocolmo. Hay clase y consideración. Valoro la gallardía y el estilo. Y este post va sobrado. En el fondo somos unos sentimentales. Y hay miradas desoladas en las que nos reconocemos en la derrota y soledad de los perdedores. Gran artículo. Grande mi Álvaro…

    9. Alvaro Reina
      16 enero, 2016 at 5:54 am

      He tenido la misma reflexion q escribes ,y aunque estaba presente en ese Sevilla FC – Univ.de Las Palmas q creo recordar termino 2-2 con gol d Casquero,m acordaba para llegar a ese sindrome d Estocolmo del 0-1 del R.Jaén esa misma temporada con gol de Jurado.

    10. pollito_sfc
      16 enero, 2016 at 7:13 pm

      algo escueto y contundente….
      creeis que sentirían la misma empatía los de la cera de en frente???
      no es empatía…es lastima…como ver a un perrito abandonao en la calle.
      al enemigo ni agua… que mamen del pecho de la desgracia que ellos mismos se han creado

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