• David Cooper: the story of a true love

    by  • 16 octubre, 2015 • El Trinche Carlovich, Fútbol, Historias • 1 Comment

     “Dios le dio un don a Cooper y seguro que no estará decepcionado de cómo lo usó”

    (Walter Smith, entrenador entre otros, del Glasgow Rangers, Everton y de la selección escocesa)

    En 1993, Nick Hornby, famoso novelista británico y aficionado del Arsenal, publicó Fever Pitch, un ensayo autobiográfico en el que analizaba cómo había ido cambiando su forma de entender la vida con el paso de los años. A lo largo de la obra, Hornby, que pasó de niño a hombre en las gradas del mítico Highbury, va reflexionando acerca de la evolución de sus ideales para llegar a la conclusión de que solo una creencia había permanecido inalterable. Su alma seguía siendo Gunner: “había descubierto que la lealtad, al menos en términos futbolísticos, no era una elección moral como la valentía o la amabilidad, era más como una verruga o una joroba, algo con lo que estás atrapado […] He buscado minuciosamente mi contrato en busca de una salida, pero no hay ninguna.”

    El que escribe, que se enorgullece de haber sido educado bajo la premisa paterna de que la lealtad a tu equipo no es negociable, no puede sino sentirse identificado con el bueno de Nick. Resulta triste contemplar como los aficionados piden a los nuevos fichajes que besen un escudo que, parafraseando al maestro Félix Machuca, no les pertenece. Y es que el amor no se proclama. Se padece, se disfruta y, sobre todo, se demuestra. Este mes el Trinche os trae a David Cooper, la historia de un amor verdadero.

    (foro del Rangers)

    David “Davie” Cooper nació el 25 de febrero de 1956 en Hamilton, una localidad de cerca de 50.000 habitantes situada al sur de Glasgow. David era un chico tímido, introvertido y extremadamente obediente, que apenas salía de casa a diferencia de su travieso hermano John, que siempre andaba rodeado de amigos, motivo por el que sus padres lo obligaban a que se llevara al pequeño David para que se relacionara con los demás. John se pasaba todo el día jugando al fútbol y, cuando hacía falta un jugador, tiraba de su hermano. David, al que le costaba superar su timidez, comenzó a actuar de portero, más por obligación que por otra cosa y con desgana, pero poco a poco el veneno del fútbol fue entrando en él hasta llegar a necesitarlo como una droga. Según sus padres, el fútbol provocó una metamorfosis total en David. Comenzó a frecuentar más la calle hasta que comenzó a jugar en el equipo de la escuela local no pasando inadvertidas sus destacadas actuaciones para el Hamilton Avondale, el equipo con más entidad en su localidad natal. Como parte del pago, los rectores del equipo le buscaron trabajo de aprendiz en una imprenta. Al tiempo que completaba su formación y se ganaba un contrato de trabajo, su crecimiento como futbolista era vertiginoso. Sin haber cumplido los 16 años ya formaba parte del primer equipo y con 17 era convocado por la selección escocesa sub-18, lo que llamó poderosamente la atención de clubes de mucha mayor dimensión. Pero su amor por el fútbol iba más allá de darles patadas a un balón. Cuando el Rangers jugaba en casa, Davie y su padre cogían el bus de la peña para desplazarse hasta Ibrox Park. Si por motivos laborales su padre no podía, David siempre se las ingeniaba para convencer a su madre y así poder acudir al estadio. Que se pare el mundo, que juegan los míos.

    Una exquisita zurda, un excepcional golpeo de balón y una enorme visión de juego provocaron que su nombre comenzara a adquirir importancia en el panorama futbolístico de las Islas. Coventry City y Crystal Palace mostraron interés en su contratación, pero a Cooper le aterraba el hecho de alejarse de su entorno. Por parte escocesa, Motherwell, Clydebank y hasta su amado Glasgow Rangers quisieron incorporarlo a sus respectivos equipos reserva, pero el tímido Davie (probablemente influenciado porque su hermano había fracasado como futbolista, tras pasar por el segundo equipo del Hull) no se decidía a dar el salto, sopesando la posibilidad de dedicarse por entero al seguro trabajo en la imprenta. La noticia causó gran estupor en los rectores del Avondale, los hermanos Stuart y Alan Noble, que estaban más que convencidos de que el futbolista de Hamilton estaba llamado a hacer grandes cosas en el deporte. Por ello se pusieron en contacto con el presidente del Clydebank, Jack Steedman, un tipo bastante peculiar y con grandes dotes para la oratoria, con el que otras veces habían hecho negocios. Nada más recibir la llamada, Steedman agarró su flamante Jaguar y se presentó en la imprenta con una nueva oferta bajo el brazo. Le prometió que si conseguía destacar con los reservas, jugaría con asiduidad en el primer equipo. Con ello, le hacía sentir importante, al tiempo que le daba su parte de responsabilidad. A Cooper pareció agradarle la oferta y, en el momento en el que Steedman lo vio sonreír un poco, le entregó un sobre con unas 300 libras en billetes pequeños, viejos y manchados de cerveza. Esta vez, Davie dijo sí. Años después, el mandatario del Clydebank contaría que le había ofrecido solo 300 libras porque era la recaudación que había hecho ese día en su negocio, pero que si le hubieran llamado un lunes o un fin de semana le hubiera llegado a ofrecer unas 2.000 libras, que era lo que solía recaudar esos días.

    David Cooper estuvo solo quince días en el equipo reserva. Con 18 años recién cumplidos no sólo formaba parte del primer equipo sino que se convirtió en la estrella del Clydebank en las tres temporadas que jugó en la pequeña city al norte de Glasgow. En esa época, el Clydebank deambulaba por la Second Division escocesa (equivalente a nuestra 2ªB), pero todo cambió con la llegada del exquisito interior zurdo. En tres temporadas, y de la mano de Coop, el Clydebank consiguió ¡dos ascensos! hasta llegar en 1977 a la Premier Escocesa por primera vez en su historia. Junto a ello, un espectacular papel en una eliminatoria de Copa de Escocia ante el Celtic de Glasgow provocó que de nuevo grandes clubes dirigieran su foco hacia él. Tenía 21 años y era el chico de moda en Escocia. Pero de nuevo dijo no a todos, aunque esta vez con un matiz importante. Por muchos pretendientes que tuviera, sólo quería jugar en el equipo de su vida. 

    Davie Cooper rechazaba importantes ofertas de poderosos clubes ingleses al tiempo que hacía público su deseo por defender los colores del Rangers. Ahora sí se veía preparado para luchar por los suyos. Y afortunadamente para ambos, el tren volvería a pasar. Jock Wallace, sí, ese en el que estas pensando, apostó en firme por él y en el verano de 1977 Clydebank y Rangers acordaban su traspaso por 100.000 libras. Su primera temporada fue fantástica. Bajo la dirección de Jock Wallace en el banquillo y con un protagonismo estelar de Cooper en el campo, los de Glasgow firmaron un histórico triplete (liga, copa y copa de la liga). Cooper jugó 52 partidos oficiales y, a pesar de no ser un goleador, anotó ocho, incluidos dos a su querido Clydebank (el segundo, de córner directo). También debutó en la Selección Nacional de Escocia en un partido amistoso frente a Perú, en el primero de los veintidós partidos que jugó como internacional absoluto.

    La temporada siguiente, sin embargo, la cosa empezó a torcerse. No obstante, se obtuvieron algunos logros como la extinta The Drybrough Cup ganada al Celtic en 1979 donde nuestro protagonista anotó el que a día de hoy sigue siendo considerado el mejor gol de la historia del Rangers para sus aficionados. Qué no supondrá ese gol en Escocia que, para el afamado “The Guardian”, es el segundo mejor tanto de la historia del fútbol tras el de Maradona en el 86. Lo pueden ver aquí (es el tercero de la serie, tras el de falta y el maradoniano). Pero el equipo no atravesaba su mejor momento y tras seis exitosos años, Wallace renunciaba a su cargo, comenzando a partir de entonces una de las peores rachas que se recuerdan en la historia del club. El nuevo manager John Greig tuvo una relación nefasta con Cooper hasta el punto de apalabrar su traspaso al Brighton por la importante cantidad de 440.000 libras. Pero Davie se negó; aunque jugara poco no se iría de su querido Glasgow. Fue en ese tiempo donde el apodo que le pusieron los fans (Blue moody) cobró especial sentido: no sólo su fútbol era capaz de lo mejor y de lo peor, sino que su humor de Coop tenía simas y cimas. Y es que Coop era azul del Rangers (blue), pero un azul cambiante (moody). No obstante los éxitos volvieron con el retorno de Jock Wallace, ya que en la temporada 86-87 volvieron a levantar un título de liga (hablamos del club que más ligas ha ganado en el mundo). Fue una época dura para los aficionados Blues, que encontraron en SuperCooper la única luz a la que aferrarse durante esos años de hastío.

    Tras marchar Wallace al Sevilla, tomó las riendas del equipo el mítico Graeme Souness con el que también tuvo una relación difícil, aunque Davie elevó su nivel hasta el punto de ser pieza básica de la selección. Su carrera en los Rangers concluyó sin embargo en el verano de 1989 con su confusa salida al Motherwell ya que nadie entendía que el icono de la afición abandonara el club rumbo a un equipo menor. Con el paso del tiempo, sus compañeros contaron el motivo de la salida. Souness (que salió en la historia de Jansen) no soportaba que un futbolista tuviera más protagonismo que él, por lo que exigió que el veterano Cooper fuera despedido. Davie, para no perjudicar los intereses de su club, aceptó sin rechistar el traspaso, ocultando unos hechos que posteriormente saldrían a la luz. Después de más de 500 oficiales con el equipo de sus amores, David Cooper se despedía del Rangers en un emotivo partido homenaje frente al Girondins de Burdeos.

    Aunque podía haber buscado algún equipo más importante fuera, una vez más se demostró el apego de Coop a su querida tierra ya que Motherwell está a 5 kilómetros escasos de su natal Hamilton. Eso, unido al hecho de que el entrenador era Tommy McLean, ex compañero del Rangers, lo hicieron firmar por dicho modesto equipo. Con 33 años se podía pensar que ya estaba de vuelta, pero fue todo lo contrario ya que completó 5 excelentes temporadas hasta el punto de ganar con el Motherwell la Copa de Escocia de 1991, después de 40 años de sequía de la entidad. Pero sobre todo se ganaría el cariño de sus aficionados que lo recuerdan como el mejor jugador de la historia del club. Su anécdota más recordada se produjo en Celtic Park. Durante el calentamiento previo al partido, David Cooper se dirigió al área situada en la grada de los aficionados locales para lanzar un penalti a puerta vacía. El balón se estrelló en larguero, lo que provocó la mofa de unos hinchas que encontraron la excusa perfecta para ridiculizar a la leyenda del eterno rival. Sin perder la compostura, agarró el balón y se volvió al punto de penalti para repetir el tiro. De nuevo el balón al larguero, ante una algarabía cada vez mayor de la grada. David Cooper repitió varias veces el lanzamiento y siempre con el mismo resultado, lo que provocó que primero se hiciera el silencio y, posteriormente, que una grada rendida a la evidencia le tributara una sonora ovación.

    La temporada 93-94 fue la última en el Motherwell, compaginando su faceta de jugador con la de entrenador. En ese verano decidió que su carrera debía acabar donde empezó por lo que volvió al Clydebank, que volvía a estar en la Second Division. Con 38 años y desde el puesto de entrenador-jugador, disputó 20 partidos, anotando un gol. Su último partido fue de Copa contra el querido Hearts.

    El 22 de marzo estaba grabando un programa de televisión sobre entrenamiento a niños junto a su amigo y ex compañero de selección Charlie Nicholas cuando fulminantemente cayó al césped. Tras ser hospitalizado, falleció por un derrame cerebral. Tenía 39 años y su pérdida cayó como un bombazo allí por donde pasó. Sobre todo en su casa.

    (Foto extraída de la emotiva carta que su amigo, el doble Bota de oro Ally McCoist le escribió en el Daily Record)

    David Cooper fue un jugador fantástico que marcó a muchos de sus coetáneos. De hecho, un hombre que fue algo en el fútbol como Ruud Gullit quedó tan impresionado en un partido que disputó contra el Rangers que considera que Cooper debe formar parte del mejor 11 contra el que jamás jugó. Por su parte, si ustedes buscan la plantilla actual del Glasgow Rangers podrán ver como la banda izquierda es para David Templeton; pues bien, este jugador en realidad se llama David Cooper Templeton. Y es que Henry Templeton, padre del actual futbolista y jugador del Clydebank al principio de los 90, tuvo como ídolo a nuestro Davie, quedando muy marcado por su fútbol y forma de ser hasta el punto de darle su nombre a su hijo. Por tanto, y por cosas del increíble destino, 30 años después la actual banda izquierda de los Rangers vuelve a estar cubierta por “David Cooper”. Tremendo.

    Y es que en Escocia es un mito, máxime por su prematura muerte. En las entradas de la Final de Copa disputada en 2005 entre Motherwell y Glasgow Rangers se serigrafió su rostro al tiempo de destinar parte de la recaudación para causas benéficas. Otros reconocimientos fueron nombrarlo a título póstumo como miembro del Hall Of Fame Of Scotland o dar su nombre a la grada norte del Estadio del Motherwell. El de David Cooper. Un maravilloso futbolista que cada vez que le preguntaban porqué no dio el salto respondía que «I played for the club I loved».  

    @EltrincheCarlov

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    One Response to David Cooper: the story of a true love

    1. 19 octubre, 2015 at 11:57 am

      Los brítanicos son únicos para generar historias de leyenda en este deporte pero sobre todo para respetar y guardar la memoria de sus ídolos y el Trinche es único para relatarlas.

      Una vez más mi enhorabuena

      PD: Si llega a definir mejor, el segundo gol del video no le hace ascos al tercero ¿eh?

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