• Daraselia. El mito georgiano

    by  • 16 julio, 2015 • El Trinche Carlovich, Historias • 1 Comment

    POR EL TRINCHE CARLOVICH

    La próxima Supercopa de Europa que Sevilla y Barcelona dirimirán en agosto tiene la característica especial de disputarse en un país que suena exótico en lo que a su fútbol se refiere. Y es que el equipo representativo de Tblisi, ciudad recóndita para jugar una final europea donde las haya, pasa por un periodo realmente gris en su histórico devenir, aunque parece querer remontar el vuelo al menos a nivel doméstico ya que, tras seis años de sequía, ha ganado las dos últimas ligas. No obstante, a nivel internacional el Dínamo Tblisi lleva sin pasar una ronda europea desde agosto de 2011, y esta temporada tampoco irá más allá al caer en primera ronda de la UEFA Europa League 2015/2016 ante los azerbayanos del FK Qabaka. Sin embargo hubo un tiempo donde su fútbol de sinfonía maravilló al panorama europeo de la mano del mejor jugador que la tierra georgiana vio nacer (David Kipiani, de parecido asombroso con Zidane en su fútbol según cuenta quien lo vio jugar) y nuestro protagonista de hoy. Un zurdo emergente cuyas alas el destino cortó demasiado pronto: Daraselia, el héroe de Düsseldorf.

    Daraselia

    (Muchas gracias al maravilloso @FootballArchive y a ANP Foundation por la foto)

    Vitaly Daraselia nació el 9 de octubre de 1957 en Ochamchire, localidad de Abjasia que por aquel entonces formaba parte de la extinta Unión Soviética y región políticamente convulsa en continua lucha dentro de un conflicto entre Rusia y Georgia. La primera anécdota surge con su fecha de nacimiento ya que Revad Chevelazde, futbolista que fuera compañero suyo, confesó que en realidad nació el 9 de Enero y que la Unión Soviética falsificó sus documentos para que pudiera acudir al Campeonato de Europa Sub-21 de 1980, el cual que por cierto ganaron.

    Sus primeros pasos como futbolista los dio sobre la arena de las playas de su Ochamchire natal, ciudad costera a orillas del Mar Negro, en las que Vitaly se afanaba por jugar al fútbol con gente mayor que él por norma general. Pronto se vio que tenía un don especial para el deporte rey, pues tenía un físico privilegiado con un potente tren inferior, y porque además, aunque era zurdo, manejaba las dos piernas con casi la misma destreza. Tras solo un año jugando en el Amirani Ochamchire fue fichado por el Dinamo de Tbilisi, con apenas diecisiete años.

    Su progresión, rodeado de futbolistas de mayor calibre, fue asombrosa y pronto se hizo un habitual en el once de su equipo. Con 19 años ya era titular en la mayoría de las alineaciones de un Dinamo de Tbilisi que era el único conjunto capaz de provocar un dolor de cabeza a los equipos de Moscú o Kiev, claros dominadores históricamente del fútbol soviético. Aunque no fue solo precoz en el fútbol ya que con poco más de 20 años estaba casado y tenía una hija, Cristina, buscando de inmediato la parejita. En septiembre del 78 con su mujer cumplida de su segundo embarazo -esta vez sería un niño- Daraselia estaba concentrado en Napoles en las previas de la vuelta de la primera ronda de la UEFA 78-79. Vitaly, al que le gustaban especialmente los partidos internacionales, andaba un poco nervioso y al ser preguntado en el vestuario si se debía a su próxima paternidad lo negó, comentando que era por el inminente envite. Tan ilusionado estaba con eliminar al potente equipo italiano que prometió a sus compañeros que pondría a su hijo el nombre de aquel futbolista que fuera capaz de meter el primer gol al Nápoles esa noche. Empieza el choque y un tempranero tanto del Nápoles complicaba la eliminatoria para nuestros amigos georgianos que habían ganado por 2-0 en la ida jugada en Tbilisi. Pero tras un rechace a disparo de Kipiani, era el propio Vitaly el que introducía el balón en la red, perpetuando su nombre en su vástago, Vitaly Daraselia junior que también fue futbolista aunque no llegó al nivel del padre. Hoy ya retirado, Daraselia jr fue 10 veces internacional con Georgia y jugó en varios equipos, entre ellos en el Dínamo Tblisi (en dos épocas distintas)

    Esa temporada 78-79 el Dinamo Tblisi gana la liga soviética lo que le da derecho a jugar la Copa de Europa al año siguiente siendo su rival nada menos que el recientemente doble campeón: el Liverpool. Sin embargo, los Chivadze, Kipiani, Daraselia o el delantero Shengelia hicieron un partido memorable en la vuelta y con un 3-0 en Tblisi arrasaron a un Liverpool que venía con la ventaja del 2-1 logrado en Anfield. Sólo el Hamburgo (un equipazo con Felix Magath o Kevin Keegan como estrellas y que llegaría ser finalista de esa edición), sería capaz de eliminarlos

    Pieza básica del Dínamo glorioso de finales de los 70 y principios de los 80, en el palmarés de Vitaly Daraselia se cuentan dos campeonatos de Europa Sub-21 (aunque debiera ser uno solo), una liga y dos copas de la Unión Soviética, pero realmente su momento de gloria le llegó el 13 de Mayo de 1981. Tras eliminar al West Ham y al Feyenoord (la foto de cabecera corresponde a esa semifinal), el Dinamo Tblisi jugaba la final de la Recopa de Europa contra el Carl Zeiss Jena en el Rheinstadion de Düsseldorf, ante un público mayoritariamente alemán. Corría el minuto 87 de partido, el resultado era 1-1 y el equipo germano dominaba claramente el choque cuando surgió la magia de las dos estrellas georgianas. Con su habitual maestría, David Kipiani gambetea una jugada pasando el balón en profundidad a Daraselia. El zurdo conduce con la bola pegada al pie unos metros, encarando a un rival al que amaga y finta con el balón pegado a su derecha. Rápidamente le sale otro y le pega un quiebro rapidísimo con la derecha también, y sin esperar más y ya dentro del área arma la izquierda en un segundo y, antes de que pueda verlo el portero, el balón besa las mallas alemanas. El Dinamo de Tbilisi ganaba su primer y único título europeo: la extinta Recopa de Europa. Y Daraselia marcó el que se considera el gol más importante de la historia de Georgia. Tal sería la importancia del gol que a los nueve meses en Georgia hubo un claro repunte de la Natalidad, y muchos de esos niños y los nacidos con posterioridad al gol se llamaron Vitaly. E incluso hubo un padre que atormentado porque el sexo de su hija fuera femenino le puso Vitalyna, un nombre que hasta la fecha no era nada común.

    (Póster de la final, con Kipiani, inconfundible con su calva y su bigote arriba. Daraselia abajo, justo en el centro con Shenguelia apoyado sobre su hombro derecho)

    Ese momento fue el de mayor gloria de un equipo histórico como el Dinamo de Tbilisi. La gran hornada de jugadores eran bastante veteranos y algunos de ellos aprovecharon su gran año para buscar una salida. El caso se agravó cuando el campeón de la Recopa fue invitado al trofeo Santiago Bernabeu de ese verano y tras una entrada terrorífica de Ángel, Kipiani cayó lesionado de gravedad. El “Zidane georgiano” jugaría la temporada 81-82 pero su fútbol ya nunca sería el mismo. Otra lesión sufrida ante el Kuban Krasnodar terminaría cercenando la carrera del fantástico jugador que se vería obligado a colgar las botas con la pena de no poder disputar el Mundial de España. Tras la retirada de Kipiani, el club debería basar todo su crecimiento en el joven talento de Vitaly Daraselia.

    En una entrevista realizada con posterioridad a la hazaña del título, le preguntaron a Vitaly si le quedaba alguna meta por realizar. Lo tuvo claro: quería ser mundialista con la Unión Soviética, lo cual logró en un escenario inmejorable. El 14 de junio de 1982, en un abarrotado Ramón Sánchez-Pizjuán, Vitaly cumplía otro de sus sueños, jugando como titular ante nada más y nada menos que Brasil. El equipo soviético realizó un buen Mundial tras no pasar la segunda fase al empatar a 0 con la gran Polonia de los Lato, Boniek y compañía. Daraselia jugó su último partido como mundialista el 4 de julio de 1982 en el Camp Nou.

    Tras el Mundial de España el Dinamo de Tbilisi arma un equipo en torno a él, la emergente figura rusa que marcaría el cambio generacional en el equipo, pero el sueño duró poco. El 13 de diciembre de 1982, Vitaly se acababa de comprar un potente coche por lo que invitó a un amigo a probarlo por una carretera de montaña. En una curva el coche se salió precipitándose por un barranco. Su compañero de viaje muere al instante pero el cuerpo del futbolista no aparece. Enseguida se organiza una gran batida para buscarlo con la colaboración ciudadana que se vuelca en la tarea, pero van pasando los días y todo fue en vano. Finalmente, 13 días después, un pastor encuentra su cadáver prácticamente oculto en la orilla del río que serpenteaba bajo las curvas de la fatal carretera a más de dos kilómetros de distancia del lugar del accidente. Según las pruebas posteriores murió ahogado tras caer inconsciente al río. Tenía 25 años.

    El impacto en Georgia fue brutal y el funeral, en Ochamchire, fue el más multitudinario que se recuerda por la zona. Durante esa temporada el silencio se apoderó del estadio Boris Paichadze. Cuan efímera es la gloria y que pronto se pasa del todo al nada: el gran Dinamo pasaba a ser un equipo mediocre tras la marcha del Rey Kipiani y la desgracia de su heredero Daraselia. Nunca el Dinamo de Tiblisi ha vuelto a alcanzar aquel nivel, y nunca Georgia ha vuelto a gozar futbolísticamente de otra oportunidad así.

    Pero este mes de agosto las buenas gentes de Georgia tendrán la oportunidad de volver a disfrutar del fútbol europeo del más alto nivel. Precisamente nosotros, dueños del Estadio donde cumplió el sueño de debutar en un Mundial, nos enfrentamos en Tblisi al F.C. Barcelona, en cuyo Estadio desgraciadamente jugó el que no debió su último partido como mundialista. Caprichos de un destino tan rebuscado como para decidir que los dos genios, Kipiani y Daraselia, fallecieran de una forma similar. Porque el gran David también murió por accidente de tráfico años después siendo seleccionador de una Georgia ya independiente.

    Vaya desde aquí nuestro particular homenaje a su fútbol y a su vida. Ojalá los sevillistas podamos celebrar un nuevo triunfo en ese país y en ese Estadio que tanto lo idolatró. Y que Tblisi forme ya parte de nuestros corazones como tantas otras ciudades europeas.

    @EltrincheCarlov

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