La paradoja de McEnroe
by alvayanes • 25 mayo, 2015 • Competiciones UEFA, Sevilla • 1 Comment
(Escuchando de fondo El Himno del Centenario en versión Ramón Sánchez Pizjuán)
Carlos Costa, hoy integrante del Team Rafael Nadal (me pongo de pie), fue un notable tenista español de finales del siglo XX aunque el hecho de no llegar nunca a las rondas finales de ningún Grand Slam (a diferencia de sus coétaneos Correjta, Bruguera o Moyá) hace que no sea tan conocido para el gran público. No obstante, siempre fue muy considerado en su potencial por sus compañeros e, incluso, en mayo del 92 alcanzó su mejor puesto en el ranking ATP al conseguir la décima plaza. Ese año 92, curiosamente, fue el primero como profesional de Corretja y el último de John McEnroe.
Y ahora, como dice Reguera, ubicamos la acción en el Torneo de Hamburgo, en la primavera de 1992. Carlos Costa se enfrentaba en 32avos de final a una leyenda del tenis como André Agassi. El norteamericano hace un break y gana la primera manga, pero Costa empieza a bordarlo y arrasa a Agassi en las siguientes. 3-6, 6-1 y 6-2 para el tenista español, al que sólo venció en semis (7-6 y 7-5) el sueco Stefan Edberg, a la postre campeón del torneo.
En la cena del hotel, varios tenistas comentaban el partidazo Costa vs Agassi. Entre ellos, el mito McEnroe al que oían atentos varios noveles como Alex Corretja a quien le escuché esta anécdota que sirve de entradilla al post. Según McEnroe, el problema de Carlos Costa (que a sus 24 años nunca había ganado un torneo a la fecha, aunque luego ganaría seis) era la infinidad de recursos que tenía. ¿Cómo? El resto de tenistas no entendían cómo el ser muy bueno en muchas cosas podía ser un problema. Pero McEnroe aclaró la paradoja; Costa tenía un liftado maravilloso, pocos hacían dejadas como él o, quizás, el mejor revés a una mano del circuito. Pero el ser tan bueno en tantas facetas, le impedía elegir bien. Es decir: un jugador con mal revés y consciente de sus limitaciones, no duda ante la duda ya que siempre se lo protege para golpear de derecha. O jugador de saque y volea, centra su juego por ahí. En cambio Costa, como hacía muy bien todo, dudaba qué golpe ejecutar en ocasiones, de ahí que errara más de lo que debiera. Si la bola le venía a placer para ganar el punto tanto haciendo el paralelo como el cruzado, había veces que lo fallaba porque no tenía claro cuál de los dos golpes ejecutar; en cambio otros tenistas que, por ejemplo, de cruzada la golpeaban peor, pero siempre ganaban el punto al ser fuertes en el paralelo. Hay que ser muy crack para manejar muy bien todas las facetas del juego y elegir siempre la que te conviene sin dudar, siendo esa la rémora de Costa para no ser mejor tenista de lo que fue. De los que hay actualmente, me quedo con Djokovic como maestro del uso adecuado en los distintos recursos tenísticos innatos que posee.
Esto no es más que un mero ejemplo sobre la importancia que tiene optimizar tus recursos. Y es que hay ocasiones donde te sirve de poco tener muchas alternativas si no tienes claro qué hacer con ellas.
(Foto Orgullo de Nervión)
Ramón Rodríguez Verdejo ha hecho planificaciones de todos los colores en estos quince años. Así, por ejemplo, empezó con Caparrós haciendo plantillas plagadas de jugadores donde destacaba la garra. Aquellos equipos consiguieron resultados porque eran conscientes de sus limitaciones y optimizaban los escasos recursos de los que se disponía. Su segunda etapa consistió en modelar el plantel hasta llegar a ese Sevilla glorioso de Juande, donde tampoco había mucha variedad de recursos, pero por lo contrario: si tú tienes a Navas, Dirnei, Alves, O’Fabuloso, Kanouté o Adriano, tienes que jugar al ataque sí o sí. Con semejante torrente de calidad, tú no puedes jugar a verlas venir. Por eso, cuando pusieron a un entrenador a contraestilo con los mimbres que se tenían, incapaz de leer aquello, la cosa salió como salió.
Tras ello llegó el periodo, digamos, difuso. La época oscura que casi todos los artistas pasan en su carrera. Aunque el que lo había hecho antes seguro que sería capaz de volver a hacerlo. Recordando el particular, “el león que aprendió a escribir por los monos de Shakespeare«, publicado hace dos años, curiosamente, otro 27 de mayo .
La cuarta etapa de Monchi es la que empieza en el verano de 2013 y que continúa hasta ahora. El Sevilla, en menos de dos años le ha dado la vuelta a la plantilla totalmente. Vende hasta el escudo y ficha ¡25 jugadores! en tan escaso periodo de tiempo. Monchi no ha tenido que retocar nada; Monchi ha sido el arquitecto que vio demoler el edificio y que tuvo que dibujar uno nuevo. Y para ello ha optado por un modelo distinto: ha decidido no “hacerse fuerte” en una parcela determinada sino que ha conseguido obtener una amalgama de recursos óptima en casi todas las facetas del juego. El problema de este modelo era que el Sevilla se convirtiese en Carlos Costa; un equipo notable pero sin más. Pero, afortunadamente, se encontró a un Novak Djokovic que nació en Hondarribia.
¿Qué el partido (Villarreal) necesita fuerza en medio y rapidez? Pues jugadores hay para ello: se pone músculo en el centro (Mbia, Iborra, Krycho), bandas veloces y Gameiro arriba. ¿Qué hay (Mönchengladbach) que ser amarrategui y salir escopeteaos a la contra? pues planto con las líneas muy juntas y retrasadas para que las balas de las bandas tengan mucho espacio. ¿Qué hay (Florencia) que controlar el partido un poco más? pues que la pausa la ponga Banega. ¿Qué encima es necesario buscar ese pase entre líneas? Pues saco en banda a Denis y/o Reyes. ¿Qué el partido exige algo más de juego directo? Pues pongo a Iborra de mediapunta. ¿Qué hay que meter nervio a la cosa desde la defensa? Pues Aleix y Tremoulinas van al lateral. Y así, todas y cada una de las facetas inimaginables en este maravilloso juego de equipo llamado fútbol. Y es que, si repasan, el equipo tiene gente para jugar controlando el balón, para ser fuerte por arriba, para jugar a la contra, para jugar al ataque…. Hombres y no nombres. Equipo y no estrellitas. Pero lo fundamental de todo esto es que lo que ideó el arquitecto Monchi lo está sabiendo ejecutar el jefe de obra Unai de una manera fantástica. Porque poco sirve dotar de variados recursos si el que tiene que ver el tema, no es capaz de leer el choque con la sapiencia que Emery lo hace generalmente. Si además lo complementas con la llevanza extraordinaria del resto de facetas del juego (preparación física, trabajo de pizarra, mentalidad…) ocurre lo que está ocurriendo.
Bajo la dirección de estos dos profesionales, majestuosos por lo general en el manejo de su parcela, este Sevilla 14/15 se ha convertido en un equipo de leyenda, logrando unos brutales 76 puntos en liga y plantándose otra vez (¡otra vez, madre mía!) en una final de Competición Europea. Y aunque pase lo que pase la temporada es de Matrícula de Honor, el sevillismo anhela levantar por cuarta vez la de Bertoni para dejar de compartir el cetro que tiene y detentarlo en solitario. Solo queda que Unai I el Jartible, ese genio al que la inspiración siempre le coge trabajando, vuelva a leer con la destreza que le caracteriza el difícil partido que se nos presenta en Varsovia ante un rival rocoso que, al igual que nosotros, ha ido dejando nobles cadáveres en el camino con una solvencia que le hace ser justo aspirante al título. Solo queda que este día 27 (otra vez el 27) uno de los que siente como tú meta otro gol que nos cambie la vida y nos abra la Puerta hacia la Gloria. Solo queda que Varsovia pase a ser para siempre Varsovi4, como Eindhoven, Glasgow o Turín, ciudades a las que siempre estaremos indisolublemente unidos en cuerpo, corazón, vida y alma.
Solo queda que dejes la custodia compartida y vuelvas con nosotros por cuarta vez. Porque sabes que eres nuestra. Solo nuestra. Y como buenos padres, te queremos de vuelta en casa pronto para darte ese abrazo que sabes yo solo se darte.
(Gracias @_Fran Silva_)
Me encuentro en el dilema de qué hacer a pocas horas para la final y a pocos días de un importante examen (Trabajo Social en Grupos), y no puedo evitar mezclar ambas cosas. Como bien me cuenta en el libro Sigmund Freud, estamos en constante debate entre el Yo y el Super-yo. Mi Yo me dice que deje de leer tanto el Twitter y los artículos en el que los sevillistas muestran todo su estado de bienestar y euforia y me centre en estudiar que con los 90 minutos del partido ya disfrutaré. Pero mi Super-Yo me dice que aproveche y comparta sensaciones con el resto de sevillistas. Así que para alcanzar la estabilidad entre ambos, he decidido mezclar un poco de los dos. ¿y como estoy haciendo esto?, pues la 1ª fase en el trabajo social con grupos me dice que hay que realizar una evaluación adecuada de cada miembro del grupo, de su entorno y de sus objetivos: los miembros del grupos son los sevillistas, el entorno es la familia sevillista y el objetivo es el mismo para todos, alcanzar la felicidad que nos da el sevillismo y conseguir nuestra copa (esta primera fase la tengo clara). 2ª fase, inclusión y orientación: hay que lograr un clima de confianza en el grupo y presentación de todos. Pues somos la familia sevillista y tenemos plena confianza de lo que puede hacer el sevillismo (poco trabajo debería hacer en esta fase). 3ª fase, la transición, donde se comienza a estructurar las relaciones de poder dentro del grupo: ¿hay algo más poderoso que el sentimiento rojo y blanco que llevamos? (fase más que cumplida). 4ª fase, ayudar a lograr las metas establecidas: pues ya se están ayudando como puedo comprobar en las redes apoyándose unos a otros, prestando la ayuda con sus tuits los que tienen más seguidores para que otros puedan obtener esa plaza de coche o bus que no han logrado obtener. (Así que yo como trabajador social tengo claro que poco trabajo me están dando). Última Fase, fase para disolver el grupo y favorecer de que los participantes compartan sus sentimientos unos con otros, vaya, me acabo de dar cuenta de que no puedo seguir, ¿disolver el grupo?… Uff esto es imposible. ¿favorecer de que compartan sus sentimientos?… pero si ya lo hacían desde que empezamos.
Parece que la estabilidad del Yo y del Super-yo que creí que estaba alcanzando no puede ser. Así que me dejaré llevar por el Super-Yo y seguir disfrutando del sevillismo y dejar mi Yo a un lado que si no apruebo para eso está Septiembre. ¡¡¡Vamos mi Sevilla!!!