¡Qué grande eres, Supermac!
by alvayanes • 16 abril, 2015 • El Trinche Carlovich, Fútbol, Historias • 1 Comment
POR EL TRINCHE CARLOVICH
Aunque muchas de las vidas que contamos en el trinche son refrescantes y divertidas (sin ir más lejos, la del mes pasado sobre Portwood), otras tienen un final trágico derivado en numerosas ocasiones por no saber digerir esa peligrosa mezcla de fama, juventud y dinero, por sobreponerse mal a las adversidades o por no llevar bien la llegada al “mundo real” que hay tras dejar profesionalmente el fútbol (por todas, Di Bartolomei). En cambio, en la historia de este abril hablamos de una auténtica estrella de los 70 que, por problemas derivados del fútbol, cayó en la sima más absoluta pero cuya personalidad, tesón y orgullo le sirvió para salir del pozo. Un fenómeno de las canchas que supo remontar el vuelo cuando parecía que todo se acababa para él.
Malcolm Ian Macdonald nació en el londinense barrio de Fulham el 7 de enero de 1950. Su adolescencia futbolística la pasó en el Tonbridge, donde destacó de tal manera que nada menos que Bobby Robson, por entonces manager del Fulham, lo fichó con 18 años por 1.000 libras. En el equipo de su barrio sólo jugó 13 partidos marcando 5 goles en una temporada difícil ya que The Cottagers descendieron a la First División. Macdonald pasó en el verano del 69 al Luton Town donde demostró todas sus cualidades: pelo largo y patillas eternas era el look de este delantero zurdo de buena planta, velocísimo, con descomunal potencia de salto y que no se arrugaba jamás en aquel duro fútbol británico setentero. Desarrolló una capacidad de gol tal que anotó 49 dianas en las dos campañas que jugó con el Luton, lo que propició que los grandes equipos se lo rifaran. El gato al agua se lo llevó el Newcastle, que pagó 180.000 libras por su traspaso, debutando con las urracas nada menos que contra el Liverpool; Macdonald con un hat trick comandó a su equipo hacia el triunfo, ganándose el favor de la afición desde el primer momento.
Con sólo 22 años debuta en la selección inglesa. Y es que las cinco temporadas en las que defendió la camiseta del Newcastle fueron probablemente las más importantes de su carrera ya que su asombrosa regularidad en su cita con el gol (30, 24, 28, 32 y 24 tantos, respectivamente) lo convirtieron en el ídolo de St. James Park destacando sobremanera en 1975. Justo el día que publicamos esta historia (16 de abril de 2015) se cumplen 40 años de aquel mítico 16 de abril de 1975 donde el punta de Londres anotó los 5 goles que se llevó Chipre en un partido en Wembley (y pudo marcar más, como se ve en el resumen), lo que propició que los periódicos titularan con “Supermac 5-0 Cyprus”. Esa temporada 74/75 termina como máximo goleador en solitario de la liga inglesa.
Es una personalidad en el país, acudiendo incluso a programas televisivos como “Superstars”, donde estrellas europeas competían entre sí en diversos deportes (atletismo, kayak, boxeo, etc). Una curiosa anécdota vino cuando en Malmoe, Malcolm corrió los 100 metros en 11 segundos pero se anuló la carrera porque el participante sueco hizo salida nula (Malcolm no lo oyó y siguió corriendo). Cansado, nadie pensaba que ganaría la prueba; Macdonald no sólo volvió a vencer en la repetición sino que hizo 10,9 segundos, récord del programa desde el 75 al 82.
(foto del Newcastle en 1975. Macdonald se señala en rojo y Micky Burns en azul)
Alguien dijo que hay dos grandes misterios de la humanidad: quién mató a Kennedy y por qué el Arsenal pagó una extrañísima cantidad por el traspaso de Supermac. Porque, confirmado por todos, en el verano del 76 los gunners ofrecieron 333.333,34 libras por el veloz delantero que desarrolló su magisterio en Highbury desde su primera temporada en la que repite la gesta de la 74/75 quedando máximo goleador (compartido esta vez) de la liga. Marcó huella hasta el punto que su nombre aparece entre los 50 mejores jugadores de la historia gunner en una reciente encuesta celebrada por internet, lo que no puede extrañar teniendo en cuenta que marcó 42 goles en 84 partidos oficiales con tan mítica camiseta. Pero la desgracia vino cuando se destrozó literalmente la rodilla en un partido de FA Cup contra el Rotherham en la 78-79. Aunque se le aplicaron tratamientos de todo tipo, los médicos llegaron a la conclusión de que la articulación nunca más volvería a la salubridad necesaria para un delantero que vivía de la velocidad, potencia y disparo, por lo que aconsejaron su retirada. Malcolm dejó el Arsenal pero se resistió a rendirse y al año siguiente intentó volver a jugar en las filas del Djugardens sueco. Sin embargo la rodilla dijo basta al noveno partido y el extraordinario delantero londinense se vio obligado a colgar las botas a la temprana edad de 29 años.
Supermac fue uno de esos tantos futbolistas que no asimiló bien el retiro de la primera línea. En principio parece que orientó bien su vida, ya que en la década de los 80 fue manager del Fulham y del Huddersfield. No obstante lo dejó, iniciando nuevos proyectos como la intermediación en la llegada de algún futbolista para su Newcastle o poner un par de pubs, sin excesivo éxito. En la década de los 90 se marchó a vivir a Italia (a un apartamento frente al Estadio de San Siro, concretamente) donde no le fue mejor; una mala inversión relacionada con un proyecto sobre telefonía y el divorcio de su segunda esposa propició que el gran Malcolm Macdonald viviera un momento personal y económico muy complicado. Y su rodilla. Esa rodilla que se destrozó en un maldito partido de Copa lo martirizaba. Ya fuera andando o viendo la televisión en el sofá, le dolía. Le dolía muchísimo y no conseguía dormir más de un par de horas seguidas por muchos analgésicos que tomara. Y Supermac empezó a beber para anestesiarse. Primero, un par de copas. Después, una botella de whisky diaria. Sólo el alcohol le quitaba el dolor.
Regresó a Inglaterra y consiguió trabajo en la radio, una de sus pasiones. Pero seguía bebiendo para calmar ese insoportable dolor constante. Una noche y tras terminar el programa, lo pararon en un control. Según Macdonald ese día no había bebido, pero la realidad es que superó la tasa permitida, quien sabe si porque el alcohol se había mezclado de tal manera con su sangre que todo se había hecho uno. El caso del exfutbolista salió en los periódicos y le quitaron el carnet de conducir. Su médico le dijo que de seguir bebiendo así, moriría en breve. Además lo expulsaron del trabajo.
Estaba en el momento más duro de su vida, en el pozo más absoluto. Tal vez otras personas más débiles de carácter hubieran caído en una depresión o incluso hubieran hecho algo más grave. Pero él era un hombre fuerte que, además, se cruzaría con quien sería su salvador. En ese complicadísimo momento existencial, habló con Micky Burns, quien tantas asistencias le había dado desde la banda derecha en aquel gran Newcastle (ahora comprenderán porqué marqué a Burns en la foto de arriba) y que en ese momento era el Presidente de la Asociación de Futbolistas Británicos. Le contó su problema con la bebida y Burns, que conocía bien al bueno de Macdonald y que había visto muchos ex futbolistas convertidos en juguetes rotos lo tuvo clarísimo: el problema de su amigo Malcolm no era la bebida; el problema era la rodilla. Su problema de alcoholismo era “secundario”, tenía un origen que debía ser combatido. Supermac bebía para intentar adormecer aquel insoportable martirio constante que tenía en la rodilla por lo que, si se conseguía arreglar el problema matriz, se lograría vencer a la enfermedad.
Conocemos multitud de futbolistas a los cuales las rodillas lo han retirado de la práctica del fútbol, pero pocas se vieron con un grado tal de destrucción como la de Supermac. De hecho, el monto de la operación y rehabilitación ascendió a varios miles de libras, que fueron asumidas por la Asociación presidida por Burns. Cuentan que, cuando abrieron la articulación, el cirujano decidió que la operación había que grabarla para que los estudiantes de medicina observaran aquello: pocas veces se vio una rodilla con ese daño donde los huesos parecían ramas de árboles dobladas o rotas. No fue una grabación sencilla ya que el técnico de sonido, pertrechado con ropa de quirófano, se desmayó al ver aquello.
La compleja operación fue un éxito y Macdonald tuvo que enfrentarse a una durísima rehabilitación que sacó adelante como campeón que es. Y lo mejor de todo es que dejó la bebida; sin ese tremendo dolor, el whisky que lo adormecía dejaba de tener sentido.
No obstante el daño era de tal calibre que Malcolm tiene artritis y ciertos movimientos físicos algo limitados. En este punto su caso ha generado algún debate médico vinculado a la exigencia suprema a la que se ven abocados los futbolistas profesionales en determinados casos y cómo en ocasiones se usan tratamientos paliativos para una curación inmediata, pero que son perjudiciales a la larga. Y aunque el fútbol de ahora ha cambiado mucho en esta cuestión, tal vez haya que reflexionar un poco sobre el vergonzante cortoplacismo y la falta de humanidad que en ocasiones el profesionalismo conlleva. Ahora mismo me acuerdo de las palabras de uno de mis ídolos, Gabriel Omar Batistuta, que ya retirado se desnudó en una entrevista en su país para el conocido canal argentino Torneos y Competencias
Dejé el fútbol y de un día para otro no podía caminar más. A los dos días no podía caminar, no al mes. Me oriné en la cama, teniendo el baño a tres metros, porque no me quería levantar. Eran las 4 de la mañana y pensaba lo que me iba a doler el tobillo si me paraba. Me fui a ver al doctor Avanzi y le dije cortame las piernas. Me miro y me contestó que estaba loco. Yo insistía, no podía más, vivía malhumorado. No puedo contar el dolor, es imposible transmitírselo a la gente. Lo vi a Pistorius y dije esa es mi solución. El doctor me dijo que no iba a hacérmelo. Me hizo una fijación de tobillo por medio de tornillos. Me pidió que eligiera en qué pierna hacerlo, porque en las dos no se podía.
Tras superar sus problemas con el alcohol, Malcolm Macdonald cambió de vida social y hábitos. Publicó su autobiografía (que se puede comprar aquí) y volvió a su queridísima radio para dirigir un programa de entrevistas de media hora a futbolistas retirados y, junto a Bernie Slaven y Dickie Ord, dirigió el programa “Las Tres Leyendas” de gran difusión en la Radio del Norte. También escribió en distintos medios (como el daily mail) o glosó la vida de futbolistas retro. Actualmente es un crítico columnista del Chornicle donde sus incisivos artículos se centran en su querido Newcastle.
Otro gran británico como Winston Churchill dijo en una ocasión que “los hombres y los reyes hay que juzgarlos por los momentos críticos de sus vidas” Y viendo la hombría con la que que este rey del fútbol asumió los problemas, sólo nos queda decir ¡Qué grande eres, Supermac!
(Fotos tomadas del chroniclelive)
@EltrincheCarlov
Una gran historia. Lo tiene todo, éxito, encumbramiento, caída a los infiernos y recuperación. Todo un símbolo del Newcastle, cuando el nombre de este equipo norteño inspiraba miedo a los rivales.