Y vamos por la cuarta
by alvayanes • 19 febrero, 2015 • Competiciones UEFA, Fútbol, La firma invitada, Sevilla • 0 Comments
Por IGNACIO MORENO
Aún estaba de cuerpo presente el rival que la tarde del sábado despachamos sobre el césped del Ramón Sánchez-Pizjuán, cuando sin ningún tipo de pudor ya estaba recordándonos la megafonía que el jueves teníamos que estar todos en las gradas. El romanticismo de grandes almacenes de este día de San Valentín, no ha podido soslayar la necesidad de llenar el Sánchez-Pizjuán ante la previsible invasión germana que se aproxima. No hablo de que sea mejor o peor, pero es indudable que el sevillista es diferente. Si no, díganme cualquier otro estadio del mundo donde la afición mande callar a la megafonía cuando ésta arenga a la masa de forma reiterativa. Parece como si desconfiasen de la fidelidad del sevillista; me parece inaudito y no recuerdo que nunca antes hubiese ocurrido. Quizás la insistencia y machaconería del speaker formen parte de un nuevo estilo de comunicación ultramoderno que, buscando el jaleo, haya conseguido el fin de tenernos a todos enterados de que el jueves a las nueve vamos a jugarnos el pase a la siguiente ronda. La Uefa Europa League, esa misma competición en la que regalan un paragüero al que la gana, nuestra antigua Uefa, la misma que ha recorrido Sevilla por tierra, mar y aire, ya está aquí.
Y es curioso como la primera copa subida en aquel autobús que iba pisando el asfalto sevillano, producía la transmutación de la negra brea en oleadas de un rojo brillante, centenario. Y con la segunda el río Guadalquivir dejó de ser rio, y se parararon sus aguas para no seguir avanzando en busca del mar de Sanlúcar, porque nunca antes vio el brillo de una copa europea reflejado en sus aguas. Ni tanta alegría y bullicio colmataron sus riberas ni cuando llegaban los galeones repletos de oro y plata. La plata de nuestra segunda Uefa, la que ganó San Andrés, esa plata tenía más brillo que los metales del Potosí. Era el brillo del campeón.
La tercera, imprevista, agónica, sufrida copa que también paladeamos en cada golpe de ruleta de la diosa Fortuna, esa diosa alada que desplegó alas sobre nosotros hace ya varios años. Esa copa llegó por el aire al Ramón Sánchez Pizjuán. Un helicóptero nos la trajo, para depositarla a la mayor brevedad junto a sus hermanas en una sala de trofeos como no imaginábamos tener los más optimistas.
La cuarta, ¿cómo llegará la cuarta?, ¿llegará?
Es obvio decir que, inherente a la mentalidad impenitente del sevillista todos la ansiamos como si fuera la primera. Todos conocemos, porque lo hemos vivido, lo larga que se hace esta competición. Lo del año pasado fue excepcional, pero aún empezando en septiembre son muchos los momentos claves que se presentarán y que solo los golpes de fortuna y fe, son los que decantan la balanza.
En la primera no hubo ocasión de dudar, ni la corpulencia de Bodmer o Kuranyi se iban a interponer, éramos un solo alma rabiosa de materializarse en plata. En la segunda sí tuvimos nuestros devaneos: vino un equipo ucraniano, plagado de brasileños comprados por un nuevo rico y lo denostamos. Estábamos, aún, rumiando el éxito y teníamos más frentes abiertos por conquistar. Dudamos. Tuvo que ser un santo quien nos devolviese a enseñar el camino, un San Andrés que tras pasar un periodo ominoso a la sombra había llegado a nosotros rabioso de luces, papelillos y fanfarrias.
La tercera, fue como esos niños que tienen las parejas ya mayores. Porque al unirse las parejas deciden los hijos que quieren tener, y con suerte, o con ayuda de la ciencia, los suelen tener temprano para que les de tiempo a disfrutar de ellos. La crianza se hace difícil, es una nueva experiencia vital y parece que se olvidan del verdadero fin que les hizo unirse, el Amor. Cuando tienen los niños criados, una noche se encuentran en la cama, se dan cuenta de lo feliz que son el uno junto al otro, y vuelven a adentrarse en esos mundos de felicidad y dicha que solo ellos descubrieron. Y claro, viene la cigüeña con otro paragüero bajo el brazo. ¡Cuántos dolores ese parto!, pero ahí estábamos nosotros diciendo que la epidural para los débiles, que esos dolores teníamos que saborearlos, porque sabíamos que así el brillo del momento del alumbramiento sería un éxtasis absoluto. Otro más. Otra copa más.
Y el jueves vienen los alemanes, yo voy a estar allí. Tenía claro que iba a estar desde julio. Confío en seguir avanzando en esta competición. No me hacían falta megafonías. Quiero seguir haciendo el amor en la grada. Nadie nos va a arrebatar la ilusión, ni los alemanes, ni los de dentro que andan engañando a los de dentro. Vamos a por la cuarta, nosotros los sevillistas que como pobres que somos, solo tenemos amor que ofrecer a nuestros colores.
@Ignaciomov