La asombrosa historia de Alex “Sandy” Young
by alvayanes • 11 septiembre, 2014 • El Trinche Carlovich, Historias • 10 Comments
«Si pudieras entrar en mi mente solo media hora, entenderías porqué me estoy volviendo loco”
Robert Enke
POR EL TRINCHE CARLOVICH
Tongala es un pequeño pueblo australiano de menos de dos mil habitantes situado a unos doscientos kilómetros al Norte de Melbourne, la capital del estado de Victoria. Se trata de un lugar tranquilo, cuya gente se gana la vida a través de la agricultura y la ganadería al tiempo que presume orgullosa de tener una leche extraordinaria y de su principal atracción “The Golden Cow Dairy Education and Tourism Centre”, una especie de Museo-Granja Escuela. Como podrán imaginar allí el fútbol tiene poca o ninguna trascendencia, pero dicha localidad encierra una de las más dramáticas historias del fútbol británico. Vayamos al origen.
Alexander Simpson Young, “Sandy” Young, nació el 23 de junio de 1.880 en Slamannan (Escocia). Hijo de minero, comenzó su andadura como futbolista en su localidad natal y, como suele pasar con los grandes jugadores, muy pronto comenzó a destacar, llegando a marcar siete goles en un mismo partido de copa. Tras pasar por el St Mirren y el Falkirk, en 1901 se convirtió en el primer jugador de la región que hacía las maletas rumbo al condado de Merseyside para firmar por el Everton FC, club en el que desarrollaría casi toda su carrera. Los que le conocían hablaban de Alex como un tipo raro, sombrío, atormentado frecuentemente por unos intensos dolores de cabeza que parecían poseerle y que trataba de calmar atusándose el mechón de pelo que asomaba por su flequillo. Pero en el terreno de juego la cosa cambiaba. “Sandy” Young hacía las delicias de los aficionados que acudían a Goodison Park perforando una y otra vez las redes de la meta rival. A día de hoy sigue siendo el cuarto máximo artillero en la historia de los Blues, con 127 goles en liga (12 de ellos ante su eterno rival de Anfield Road), clasificación que sigue comandando el mítico “Dixie” Dean.
Se podría hablar mucho y bien de la trayectoria de Young, pero su carrera queda marcada indiscutiblemente por un partido. A mediados de abril de 1906 el Everton FC afrontaba en el estadio Crystal Palace su tercera final de FA Cup en un ambiente cargado de pesimismo por los dos fracasos anteriores (ante Wolverhampton Wanderers y Aston Villa, ambos en la última década del siglo XIX) y por el claro favoritismo que los entendidos concedían al Newcastle United. Pero aquel día la historia de los de Liverpool iba a cambiar. Corría el minuto 77 cuando el ariete escocés anotaría el que a la postre sería único tanto del partido. En ese preciso instante todos supieron que aquel era más que un gol, suponía derribar la puerta que hasta entonces había separado a los Toffees de la Gloria. Para los aficionados poco importaba ya lo que hubiera hecho antes y lo que pudiera hacer después. Con aquel tanto el delantero alcanzaba la cima con la que todos sueñan y solo los elegidos logran. El 21 de abril de 1906, el escocés inscribía su nombre con letras de oro en la historia del club de Goodison Park convirtiéndose en figura perenne, esa que jamás se olvida, esa que siempre está presente en la mente de los aficionados de distintas generaciones. Aquella tarde Alex “Sandy” Young” dejaba de ser jugador y se convertía en leyenda. Por ello, cuando en 1911 el Everton FC anunció su traspaso al Tottenham Hotspurs por 500 libras, muchos fans se concentraron en la sede del club para pedir explicaciones. La redacción del Diario «Liverpool Echo» recibió una oleada de Cartas al Director con aficionados que incluso amenazaban con darse de baja como socios si finalmente el mejor goleador hasta ese momento de la historia del club terminaba siendo traspasado. Se armó tal revuelo que el por entonces presidente James Baxter tuvo que salir a voz en grito para decir que en el caso de Alex había muchas cosas que no debían salir a la luz.
Su paso por el club londinense fue efímero. Con tan solo 5 partidos disputados con los Spurs, en los que había anotado la nada desdeñable cifra de 3 goles, puso rumbo a Manchester para firmar por el City. Algo no había funcionado. En Manchester tampoco le irían mejor las cosas y un año después regresaría a Liverpool para jugar en el modesto South Liverpool, club en el que pondría fin a su carrera. A pesar de que la trayectoria del escocés tras su salida parecía dar la razón al presidente, los argumentos esgrimidos por éste nunca fueron aceptados por los aficionados, que opinaban que el club estaba eludiendo los problemas del héroe de su primera copa. El descontento crecía con el paso del tiempo, por lo que el doctor Baxter, en la reunión anual de rectores del club, decidió realizar una enigmática promesa
“El Everton nunca trata a sus jugadores como si fueran naranjas. En el momento adecuado no será olvidado su servicio”
Tras su retirada, Young emigró a Tongala para trabajar junto a su hermano John en la granja propiedad de éste, pero pagada (150 libras de la época) con el dinero que “Sandy” le había prestado en pleno auge de su carrera futbolística, Sin embargo aquello distaba mucho de ser una tranquila convivencia familiar en un apacible pueblo australiano. Según los vecinos, eran frecuentes las peleas en las que Alex reclamaba a John que le pagara la deuda, llegando incluso en ocasiones a golpearse con palas y aperos de labranza. La vida se iba complicando para “Sandy”. Alejado de los terrenos de juego, perdió la vía de escape a su tormento interior, a esa voz que solo él escuchaba, la que por momentos le volvía loco y a la que hasta entonces había acallado a ritmo de gol. Cada vez estaba más incontrolado y su violencia iba en aumento. La mañana del 1 de diciembre de 1915, John, atemorizado, le contó la situación a un amigo e incluso le pidió que se quedara con él por miedo a enfrentarse a su hermano. No serviría para nada. Ese mismo día, Alex terminaría con la vida de John de un disparo, e intentaría sin éxito suicidarse después, dejando en su mejilla una gran cicatriz para el recuerdo.
Al enterarse de los hechos, sus dos hermanas se trasladaron a Goodison para entrevistarse con Will Cuff, manager del Everton, para pedir que intermediaran por “Sandy”, alegando los trastornos mentales que había tenido en su etapa como jugador. Los aficionados Toffees por su parte organizaron una colecta con la que recaudaron unas 200 libras para ayudar en el proceso legal. El club tampoco volvió la cara al futbolista que le había dado su primer título y cumplió en parte la promesa que años atrás había hecho Baxter. Gracias a la mediación del equipo médico del club (se enviaron informes que acreditaban el problema mental que el escocés padecía) le fue conmutada la pena de asesinato por la de homicidio sin premeditación, siendo condenado a tan solo tres años de cárcel y evitando así la cadena perpetua o incluso la pena de muerte. Después de aquello poco más se supo del centro delantero escocés. Un halo de misterio cubre el resto de sus días. Se especula que mal vivió trabajando en una cantera, pero lo único que con certeza se sabe es que volvió al Reino Unido y que de vez en cuando enviaba cartas al Everton solicitando dinero.
El 17 de septiembre de 1959 fallecía en un centro de salud mental de Portobello (Edimburgo), solo, en el más profundo anonimato, siendo enterrado en el cementerio de Seafield sin ni siquiera una lápida que lo reconociera. La promesa de Baxter estaba incompleta. El héroe de la primera FA Cup de la historia del Everton, el elegido, había quedado en el olvido.
Uno de los tesoros de los que podemos vanagloriarnos los sevillistas es del Área de historia que tenemos y los Guardianes que la custodian. Celosos con la verdad, uno de sus mayores logros es el reconocimiento a los mitos que vistieron la elástica sevillista como lo muestra, por ejemplo, esa fantástica iniciativa llamada “Dorsales de Leyenda”. En el Everton existe una institución con los mismos valores: la Everton Heritage Society. La historia de Alex “Sandy” Young, hasta este instante truculenta, macabra e impactante va a devenir extraordinaria. El fútbol es, sencillamente, maravilloso.
Bryan Cleeton estaba un día de finales de 2013 leyendo el periódico cuando encuentra una columna donde se relataba la historia de Alex “Sandy” Young y su desgraciada vida tras su retiro futbolístico. Lo curioso es que Bryan era tataranieto de Hellen, una de las dos hermanas que fue a Goodison Park pidiendo ayuda para su hermano tras la tragedia de Tongala. Y, al igual que hizo su tatarabuela casi un siglo antes, el bueno de Bryan viajó a Liverpool con un regalo muy especial: la familia conservaba la camiseta que vistió “Sandy” en un Escocia-Inglaterra jugado en 1.905, llamativa casaca debido a que no era del precioso color azul que viste el combinado escocés. Bryan Cleeton se puso en contacto con Paul Wharton, Presidente de la Everton Heritage Society y, en las previas de un Everton-Swansea se expuso la camiseta original del delantero. Pero la cosa no podía quedar ahí. Había que buscar al mito del Everton. Quería que su tío tatarabuelo tuviera un entierro digno.
(Foto de @ToffeeArt al cual agradezco su generosidad con esta casa)
A partir de ese momento, la maquinaria empieza a funcionar. Un miembro de la Everton Heritage Socieity fue a Portobello queriendo el destino que el hotel en el cual se alojó estaba, justamente, en el lugar donde se situaba la institución mental donde murió Young. Tras visitar el cementerio de Seafield descubrió a través del Registro que los restos del delantero se encontraban junto a los de un anciano mendigo italiano y un niño. A partir de ahí todo se empieza a mover para cumplir, por segunda vez, la promesa dada un siglo antes por el Doctor Baxter y que no puedo más que recordar:
“El Everton nunca trata a sus jugadores como si fueran naranjas. En el momento adecuado no será olvidado su servicio”
Se calculó que serían 2.000 las libras necesarias para darle un entierro digno a “Sandy”. La EHS toma las riendas y otro de sus patronos, el mítico portero Neville Southall, comandó una recogida de donativos firmando su libro. Entre las aportaciones de todos, se consiguió reunir el dinero.
El pasado 3 de septiembre de 2014, tras misa en la iglesia de San Lucas y ante la presencia de insignes miembros históricos del Everton (Southall o Duncan Ferguson entre ellos), y familiares venidos de todas partes del mundo (incluida una bisnieta llegada desde Australia o Ciryl, que con 87 años es el único sobrino directo vivo del delantero), se dio sepultura a los restos de Alexander Simpson Young en el Cementerio de Seafield (Edimburgo). Esta es una de las fotos del extraordinario reportaje de la web del Everton, donde pueden ver la galería completa de la ceremonia. En la lápida, como no, la reseña de la hazaña de 1.906
Con la promesa cumplida, el mito ya puede descansar en paz.
@EltrincheCarlov
Sin palabras.
Brutal. Gracias al Trinche por compartirla.
De los más bonitos, si no el más, Trinches que he leido en esta casa.
Espectacular. Bueno, con espectacular me quedo corto. La historia y el narrador convierten unas palabras en un relato conmovedor. He aquí un seguidor más a partir de hoy, no lo conocía; pero el Trinche me ha ganado.
Trinche te quedaste vacío. Qué historia. Y que bien está contada. A veces la literatura imita al fútbol. Un abrazo.
Bellísimo relato Trinche. Mi felicitación.
Mi reconocimiento a la Everton Heritage Society, y a Neville Southall, por hacer posible el cumplimiento de la promesa, e inmortalizar a Sandy Young.
¿Para cuando, el museo de nuestro Sevilla F.C.?
Saludos.
Magnífica historia y magnífica forma de contarla.
A medida que iba leyendo, observaba un cierto paralelismo (guardando las distancias), con las circunstancias que concluyeron en la institución del Monumento a Alba, Tornero y Spencer (que podemos admirar tras la Puerta de Cristales).
Dicen que la grandeza reside en los pequeños detalles.
Gracias.
Cuidaros.
Admiración y agradecimiento. Y no sé qué más decir. Bueno sí, gracias. Gracias por esta delicia de historia.
Los Uruguayos dicen que no tiene historia, solo futbol. Bueno, nosotros los Evertonianos de la ciudad de Liverpool lo tiene al reves (por lo menos durante los ultimos 20 años) – no tenemos futbol sino historia, El ejemplo de Sandy Young es solo uno entre los muchos en donde la hinchada, con la direccion de la «Heritage Society», ha honrado a los olvidados jugadores del pasado que merecen un lugar en nuestos corazones.
Todas las historias que se cuentan en esta sección tienen su pequeña «intrahistoria». Tanto a la hora de su confección como después. El padre Bazurko (y su inesperada vinculación con Emery), la de Saric (cuyo hermano nos felicitó), etc.
Esta es también de las especiales. Las tres personas que hemos trabajado en ella lo sabemos. Por su parte, el hecho de que sea la primera publicación en español que haya tratado la vida de «Sandy» Young también la hace especial.
Grande el Everton recordando a sus mitos y grande las instituciones que recuerdan su pasado para que lo conozcan sus presentes y futuros.
Gracias a todos por la acogida
Emotiva historia relatada de una forma que conmueve. Enhorabuena al autor.
Echo de menos un libro que recoja relatos biográficos o épicos de la historia de nuestro club, parecidos a los que mi padre me relataba de pequeño (la promoción en Gijón con la rodilla de Achucarro hecha pedazos, una victoria -creo recordar que frente al Oviedo- en día de diluvio con caída de marcador incluida),