• Sevillismo de finales y parpadeos

    by  • 18 marzo, 2014 • Competiciones UEFA, Sevilla • 12 Comments

    (Escuchando de fondo “El enemigo parpadea” de Siniestro Total)

    Después de tanto tiempo el enemigo está nervioso

    y parpadea.

    Se da cuenta ahora de que le toca bailar

    con la más fea.

    El fantasma que recorre Europa ahora está de gira….

    Siempre me consideré un sevillista de finales. Sevillista de finales porque cuando mi Sevilla estuvo en una de ellas, acudí a la cita. En el verano de 1.995 cuando mi estimado Ernesto López de Rueda movió aquella marea humana (que, con los medios que existían, no sé todavía ni cómo pudo pasar aquello) me vine de la playa para estar donde había que estar. Por ahí debo andar

    (portada ABC Sevilla 03/08/95)

    Siempre me consideré un sevillista de finales. Y es que son tantas y tantas finales en las que he estado que perdí la cuenta. Recuerdo, por ejemplo, una donde nos jugábamos engancharnos con la parte de arriba y casi se me va la vida cuando Yubero le paró el penalty a David Fernández Miramontes. Y otra en Murcia, que cuando marcó el Nico Olivera si no me sujetan me caigo rodando por las escaleras de la vetusta Condomina. ¡¡¡¡Hombre!!!! ¡Y cómo olvidar ese cabezazo del mami en la promoción del Villarreal!

    Pero tal vez la final que más me marcó fue la de junio del 99 en Málaga. ¡Buah! Y eso que estaban ya matemáticamente ascendidos, cabeza. Creo que es el partido en el que más nervioso me he puesto en su vida. Recuerdo cada minuto de ese día, empezando por un homenaje gastronómico en el paseo marítimo al albur de un espetero guasa, y terminando por el viaje de vuelta nocturno cuando ya las hordas se retiraron a sus aposentos. Me acuerdo perfectamente cuando cogió la pelota Moya metiéndose por el piquito del área, conduciéndola como él lo hacía justo antes de darle carrete al defensa. Cuando me lo veo con mirada altiva, porte elegante y brincando con esos saltitos cortos llevando la pelota con el medio empeine exterior, le doy un codazo a mi hermano: “mira, Javi. Lo va a buscar. Lo va a buscar y el primo le va a hacer penalty” Como si no conociera yo a mi Gabi. Pocas satisfacciones parecidas a cuando Vassilis la metió en el hierro de atrás y la nube de botellas de agua inundó el coso costasoleño.

    Siempre me consideré un sevillista de finales. Sevillista de finales de los que se queda hasta el final del partido. De esos que llevan hasta sus últimas consecuencias el “Dicen que nunca se rinden”. Quitando una vez en mi vida la vergüenza me hizo acompañar a Frode Olsen en su huida, no recuerdo haber abandonado Nervión antes del final del partido. Alguna vez, en el minuto 44 si vamos ganando muy holgados, pero eso es cascarón de huevo. Perdiendo jamás. Ni con el set que nos metió el Madrid dos años seguidos dejo yo a mis colores huérfanos.

    ¿Las otras finales? Pues también, pero no me vanaglorio de ello porque resulta de género idiota sacar pecho cuando haces lo normal. No sé. Por decir algo, meterse 4.000 kms en coche en tres/cuatro días para ver al Sevilla en Mónaco levantar la Supercopa no tiene mérito.

    El jueves a las 21:05 hay otra final en la que el que suscribe no estará por motivos personales. Pero la falta de esta gota de agua se verá paliada por la inmensidad de un océano de miles de sevillistas de finales que allí estarán, con la fuerza inmensa del sevillismo. De los que empezaron su partido el domingo por la noche con #eljuevesechalehuevos. Unas gargantas prestas a la lucha, un corazón que no les cabe en el pecho y sabedores que decenas de miles más los envidiamos y los empujamos como jamás otra vez hubo. Es el día de la hazaña y la gloria. El día del más difícil todavía. El día, uno más, de los sevillistas de finales. El día de nuestra competición

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    Porque sí. Porque se puede. ¿Pero no lo notas, hombre? Las conversaciones han cambiado y ayer, uno que estaba eufórico hace unos días, ya me hablaba del manquepierda, esa filosofía que pudiendo ser un cañón de marketing, tanto daño ha hecho al Betis por su uso torticero y extremista. “Joder, Alvaro. Es que es el Currobetis y tú conoces a los tuyos pero yo conozco a los míos. Además de que están tiesos, estos son capaces de liarla”. No diré miedo, pero sí palpé preocupación. Y palpé también parpadeo. Parpadeó mucho y me sorprendió. Aunque en la madrugada del jueves al viernes multitud de béticos tuvieron los ojos como platos henchidos de satisfacción ante la momentánea victoria, vengo notando que el paso de los días propicia que esa apertura de ojos ya no es tan fija. Noto parpadeo. Sí, sí. Fíjate. Alguno acaba de caer en la cuenta de que once tíos de rojo que hicieron 3 goles en 25 minutos la última vez que estuvieron por allí salen por la bocana de Villamarín. ¿Los de rojo por esa bocana otra vez, madre mía? ¿Encima? ¿No podían venir con la camiseta esa amarilla tan horrorosa? Pues no. Al campo del Betis se va de rojo, que las tradiciones en la mariana ciudad de Sevilla están para cumplirlas. Miran estadísticas y caen que de 21 partidos oficiales este año a domicilio, hemos marcado en 20 (los 19 últimos de manera consecutiva), Bernabéu, Camp Nou o Calderón incluidos. Que la media de goles lejos de Nervión es superior a 2, curiosamente. O que de los últimos 20 derbis en La Palmera, el Sevilla ganó 8. E imaginariamente ven a un gitano vestido de quaterback surtiendo de pelotas a la KGB (Kevin Gameiro-Bacca) o atisban a un argentino de dos metros subiendo parsimoniosamente a rematar el córner que con dulzura va a poner el Rey de Pino Montano en el corazón del área. Y, como no puede ser de otra forma, parpadean.

    Después de tantos años de mirarnos a los ojos

    El enemigo parpadea y está nervioso

    Después de tantos años de mirarnos a la cara

    le sudan las manos y no aguanta la mirada

    Y por cierto. Yo no entiendo de barcos. El Dicen que nunca se rinde lleva de ojana la justa. Ni 0-2, ni excusas, ni la falta para el partido de los cuatro mediocentros ni nada. ¿Poco que perder? Somos el Sevilla. Cuando empezó esto éramos los favoritos y somos los que tenemos todo que perder, que para eso estamos nada más que en el descanso. Aquí no se da ni medio paso atrás. Aquí no se para, Pepe, aquí no se para. Los lloros y excusas no forman parte de la idiosincrasia exigente y ganadora que alumbra nuestra historia. Y si por un casual caemos tal y como las matemáticas martillean desde el jueves a mi corazón, será dejándonos hasta la última gota de sudor en ello, con el honor, gloria y sevillanía propia de nuestro escudo. Y tras ello, a felicitar al rival como se merece. Así es como este sevillista de finales siente su sevillismo y como tal lo manifiesta.

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    Sobre la respuesta de la afición haciendo cola desde la noche del domingo y dándole la vuelta al Estadio se puede consultar “La falacia del hambre

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    12 Responses to Sevillismo de finales y parpadeos

    1. 18 marzo, 2014 at 4:10 pm

      No ensuciaré una obra de arte como ésta con palabra alguna.

      #dicenquenuncaserinde.

    2. Eugenio el de los chistes
      18 marzo, 2014 at 5:09 pm

      Siguiendo el ejemplo del Sr. Blanco, yo sólo voy a hincar una rodilla en tierra ante este escrito. Mientras me quito el sombrero y me lo llevo al corazón.

      Y sin parpadear.

    3. pakokoSFC1905
      18 marzo, 2014 at 6:34 pm

      Genial, Álvaro. VAMOS!!!

    4. 18 marzo, 2014 at 7:18 pm

      ¡¡BRUTAL!! Has escrito artículos buenos y muy buenos, pero yo de todos los que hay en el blog, me quedo con este. Sencillamente BRUTAL.

      Me ha encantado el párrafo de «E imaginariamente ven a un gitano vestido de quaterback surtiendo de pelotas a la KGB (Kevin Gameiro-Bacca) o atisban a un argentino de dos metros subiendo parsimoniosamente a rematar el córner que con dulzura va a poner el Rey de Pino Montano en el corazón del área»

      Día dos antes de la remontada.

      ¡¡DICEN QUE NUNCA SE RINDE!!

    5. 18 marzo, 2014 at 8:11 pm

      Muy bien plasmado el sentir generalizado del Sevillismo, a esta gente nos los vamos a cargar con muchos huevos, mucha casta y mucho coraje.

    6. 18 marzo, 2014 at 8:16 pm

      Bestial. Chapeau.

    7. Luis María Román
      18 marzo, 2014 at 10:30 pm

      Y para defenderlo le dio una afición.
      Para comerte, Álvaro, para comerte.

    8. Guillermo Gentil Alpériz
      18 marzo, 2014 at 10:45 pm

      LLevo meses siguiendo este blog, tan interesante como economista y sevillista, pero lo de hoy es tremendo. Qué bien expresado leche

    9. 18 marzo, 2014 at 11:23 pm

      Magistral Álvaro.
      Posiblemente el mejor que te leí.
      Para dejarlo de cabecera hasta la final de Turín.
      Espero que el equipo sepa estar a la altura.

      Un fuerte abrazo

    10. Alvaro
      18 marzo, 2014 at 11:38 pm

      Muchísimas gracias a todos. A los que habéis comentado por aquí, a los lectores callados, a los que habéis movido el artículo por redes sociales… A todos, de verdad y de corazón. Porque hoy es de esos días que uno se siente abrumado y superado por tanto cariño y por tanto sevillismo.

      Como comentaba en twitter esta tarde, los dos días que llevamos desde el domingo han hecho más por el sevillismo que temporadas completas. Qué cosa más grande, madre….

      Pero lo dicho. Ni se para ni hay descanso. No se dan un paso atrás cuando todavía quedan tantos que dar para adelante. En la rueda post partido, el señor Calderón estuvo señorial y de chapeau. Dejó entrever cierto parpadeo cuando manifestó lo que ciertos aficionados béticos preferían perder para no cruzarse con nosotros. Hoy su tono ha cambiado. En su voz se notaba el enfado ante el parpadeo existente.

      Este equipo, esta afición, esta institución, está acostumbrada a luchar contra las matemáticas. El jueves, otra vez.

      Abrazos a todos, y nuevamente mostrar mi agradecimiento y cariño eterno.

      VIVA EL SEVILLA

    11. 19 marzo, 2014 at 10:44 am

      Yo llego tarde, pero a tiempo, que el partido es mañana.

      Estoy con César. Probablemente lo mejor que te he leído, y ya es decir.
      Ojalá, de verdad, ojalá el equipo esté a la altura. Si lo está, pasamos. Si marcamos un gol en el primer tiempo, pasamos. O casi seguro que lo hacemos. Si están acojonados ahora, imagina con un gol.

      Ojalá, porque puiede ser histórico.

      Suerte

      Un abrazo

    12. Pingback: Sopa de piedra | Salmon Palangana

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