• El aura del eterno capitán: Zanetti y Kopaczen

    by  • 16 julio, 2013 • El Trinche Carlovich, Historias • 6 Comments

    (Escuchando de fondo “Aura”, de A.N.I.M.A.L.)

    POR EL TRINCHE CARLOVICH

    Hay personas sobre las que vale la pena escribir. Y personas sobre las que es necesario escribir.

    Esta preciosa frase con la que Gaby Ruiz introducía su artículo homenaje al recientemente malogrado Stefano Borgonovo (de lectura obligatoria), bien serviría para hablar sobre nuestro protagonista: Javier Zanetti.

    El eterno capitán interista es de esas personas con un aura especial. Solo así puede explicarse que alguien que tiene 145 presencias con la albiceleste (récord absoluto), que es el segundo jugador de la historia con más partidos en el Calcio y que ha ganado todos los trofeos que ha disputado a nivel de club, afirme que su mayor logro es la creación, junto a su esposa, de la Fundación P.U.P.I. (Por Un Piberío Integrado) para la recuperación social de los niños pobres argentinos. O que haya jugado más del 90% de los partidos que el Inter de Milan ha disputado desde el año 1995.

    Pero servidor, que repasa trayectorias de grandes leyendas ya retiradas, se niega a analizar los extensos logros de su carrera. Ello sería faltarle el respeto a un grande. Porque a falta de un mes para alcanzar los 40 años y aún convaleciente de la rotura del tendón de Aquiles que sufrió el pasado mes de abril en el Enzo Barberá de Palermo (su estadio maldito), no creo que nadie en su sano juicio dude de que al Pupi Zanetti aún le queda cuerda para rato.

    Hoy nos centraremos en lo que ocurrió el 30 de junio de 1998 en el Stade Geoffroy-Guichard de Saint-Étienne. Y es que el fútbol es tan grande, que si así lo desea, cambia el destino de las personas. Y aquella noche vaya si lo deseó.

    La pequeña región polaca de Szydlowiec vive tiempos convulsos. El fiscal Narek Kopaczen anda tras la pista de una banda organizada que se dedica a extorsionar a los ciudadanos. Aquello le ha generado no pocas complicaciones. Las amenazas de muerte son una constante, e incluso su coche ha sufrido las consecuencias en forma de un buen puñado de hachazos en el techo, en un claro aviso de que la cosa va en serio. Aquello le ha hecho adoptar una serie de medidas para salvaguardar su integridad. Entre ellas, todas las noches, a las 22 horas, sale con su perro y lleva el coche a una comisaría cercana.

    Mientras tanto, en Francia se desarrolla el torneo que coronará al último campeón mundial del s.XX. Tras una primera fase marcada por la expulsión de Zidane y la estrepitosa eliminación de España, han dado comienzo las eliminatorias por el título.

    Ese 30 de junio de 1998 Argentina despierta con la trascendente noticia para el país de una ambiciosa reestructuración de su departamento policial tras más de 80 años de sistema obsoleto. Mal día eligió el comisario Gustavo Penza para presentar en rueda de prensa la buena nueva para la nación porque ese día se paraliza el país. La vuelta de tuerca al sistema policial, que debiera ser noticia de cabecera de todos los noticiarios, no consigue sino meras referencias residuales en algún díscolo informativo. Cuando juega Argentina, calla el mundo. Y para esa noche del 30 de junio, tarde en el sur de América, está fijado el más atractivo partido de octavos de final. Argentina e Inglaterra se enfrentan en medio de un ambiente cargado de tensión. La sombra de las Malvinas es demasiado alargada y en el recuerdo, aún muy vivos, la mano de Dios y el mejor gol de todos los tiempos. Se dirime mucho más que el simple pase a los cuartos de un Mundial. En juego, el honor de dos naciones… y la vida de una persona.

    Aquella noche nada ocurrió según el guión previsto. Durante el primer acto, un imberbe Michael Owen se muestra al mundo con un gol que a partir de entonces pasa a formar parte de la historia de los mundiales. Tras controlar con la espuela un magnífico pase de David Beckham, emprende una galopada de 40 metros culminada con el 2-1 que voltea el tanto inicial de Batistuta. Por el camino quedan damnificados Chamot y Ayala. Entre tanta estrella invitada, el pequeño Michael, el niño criado en Anfield, se erige en actor principal derribando de una patada la puerta que conduce al estrellato.

    Pero un rey no puede ser coronado sin dejar un cadáver por el camino y aquello no iba a ser una excepción. Al comienzo de la segunda mitad, el que está llamado a ser héroe nacional se convierte en el peor de los enemigos. David Beckham cae en la trampa de Simeone y con una infantil patada deja a los suyos en inferioridad. Los británicos resisten como jabatos, prórroga incluida, pero caen eliminados en la tanda de penaltis. Diez heroicos leones y un chico estúpido, tituló The Mirror al día siguiente. La respuesta de la afición es bastante más cruel. El estadio del West Ham le recibe con 10.000 cartulinas rojas en las que puede leerse “Traidor a la patria”. Incluso uno de los pastores bautistas más influyentes del país cuelga en la entrada de su iglesia un cartel con la leyenda “Dios perdona hasta a Beckham”. Pasado el tiempo, el mítico siete reconocerá que aquel hecho marcó su trayectoria, convirtiéndose en el peor momento de su carrera.

    Pero aquel no fue el partido de Beckham. Ni siquiera el de Owen. Aquel fue el partido de Javier Zanetti… y el de Narek Kopaczen.

    A eso de las 21:45, con la primera parte agonizando, el fiscal se dispone a seguir con su rutina diaria. Agarra la correa, la coloca sobre su perro y se dirige a coger las llaves del coche. En ese preciso instante, algo le hace detenerse. Sol Campbell comete una peligrosísima falta en la frontal del área. Todos esperan el misil de Batistuta, pero la noche va de sorpresas y el laboratorio de la albiceleste no parece dispuesto a faltar a la cita. Bati salta y la brujita Verón pasa a la espalda de la barrera para que Javier Zanetti, con la sencillez que ha caracterizado su impresionante carrera, devuelva las tablas al marcador.

    Aquí el vídeo, con una de esas narracciones argentinas que consiguen que seas incapaz de controlar tus vellos

    Kopaczen, maravillado por un apasionante primer período culminado con semejante obra de arte, decide sentarse nuevamente en el sillón y aguardar a la segunda mitad. Ya habrá tiempo de llevar el coche a comisaría que el partido promete ser de aquellos que no olvidas en tu vida. No andaba mal de intuición el amigo Narek. Instantes después, una bomba programada hace volar por los aires su vehículo.

    Aquel gol cambió el rumbo del partido, pero sobre todo cambió el destino que la vida tenía reservado para la familia Kopaczen. Años después, tras la celebración del juicio que encarceló a los responsables del atentado frustrado por el gol del Pupi, el capitán interista recibió una carta de Kopaczen en la que le hacía llegar su agradecimiento por haberle salvado la vida.

    “Es increíble que mi gol salvase la vida de una persona. Confieso que me gustaría mucho conocer a la persona que cree que vive gracias a mí”, declaró Zanetti.

    @EltrincheCarlov

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    6 Responses to El aura del eterno capitán: Zanetti y Kopaczen

    1. Alvaro
      17 julio, 2013 at 11:08 am

      «Si nos fijamos bien, sin embargo, las cosas más increíbles en realidad pueden ocurrir en todos los ámbitos de nuestras vidas. Solemos olvidarnos pronto de los golpes de suerte como si fueran actos debidos del Destino y, en cambio, somos muy «memoriosos» en recordar las coincidencias desafortunadas»

      Esta cita viene en la entrada publicada (curiosamente también ayer tarde, preciosa casualidad) en el blog que Marco Bolognini tiene en Expansión. Hace un paralelismo entre un gachó al que se le ha caído una vaca encima (esto es verdad, ha ocurrido en Brasil) que resulta que tuvo un diagnóstico médico afortunado en principio -ya que sólo le detectaron que se había partido una pierna- pero que al final se ha muerto por un derrame interno que nadie ha visto y la situación de Rajoy al que le ha caído una vaca gorda encima y que para su desdicha, también piensa que los lesiones no son importantes.

      Esta es la entrada http://www.expansion.com/blogs/minima-inmoralia/2013/07/16/si-te-cae-una-vaca-encima.html

      A mi me recuerda la cita a lo que nos pasa siempre con los árbitros. Una semana nos pitan un penal del tebeo a favor. Al siguiente le anulan al rival un gol por fuerajuego que no es. Y al tercero nos expulsan a Medel de forma injustificada y ya está el personal diciendo que si hay una cruzada sistémica contra el Sevilla, que si los comités son antisevillistas y esas cosas tan propias del creaturismo sevillista (que haberlo, haylo). Pero vamos, no sigo por ahí que me desvío. Sigamos con la suerte, ese animal de compañía.

      La suerte existe, claro que sí. Al de Match Point el anillo se le fue para donde tenía que ir. Pero lo que es impepinable es que la suerte hay que buscarla. Si el edificio de la vida tiene 100 pisos, la suerte vive en el 99. Para llegar a aspirar a ella, primero hay que superar los 98 anteriores, cosa que sólo se consigue con trabajo. Siempre me causó hilaridad cuando escuchó que el Sevilla se clasificó en Doneskt por suerte en aquel glorioso cabezazo de uno de los del monumento. Y es que, antes de ese cabezazo, el Sevilla trabajó el partido como pocos. Sólo con un poco de suerte hubiese ganado aquel partido 0-4, porque más goles no se pudo fallar. Aquel día el Sevilla no tuvo suerte; tuvo mala suerte de llegar perdiendo la eliminatoria justo antes de aquel minuto del gol de Palop. Allí se ganó porque el equipo se lo curró mucho. Muchísimo.

      ¿Lo del fiscal polaco fue suerte? Sí. Sí y no. Fue suerte porque el gol le retuvo en su casa un rato. Pero no lo fue porque viendo un Liberia-Togo de cadetes no te pasa eso; estas cosas pasan cuando estás viendo un Mundial, cuando el partido es un partidazo y cuando hay genios en el campo como la Brujita Verón y gente con el aura de Zanetti

      El artículo es brutal. Impresionante. No tengo palabras para definirlo. Describe la esencia de lo que esta sección pretende. Felicidades al articulista.

      P.D. ¡Bah, Danés! Echa la barrera p’atrás

    2. 17 julio, 2013 at 11:31 am

      Sublime. No sé de donde sacáis las historias para esta sección del Trinche pero cada mes os superáis más. Manda huevos que un gol de un argentino para su selección le salve la vida a un polaco. Cosas del fútbol…

      Por cierto, viendo el vídeo, las camisetas de Argentina le sientan igual a los jugadores que las que presentaba Navas cuando nos vestía Joma (me viene a la mente la del fajín patrio).

      Enhorabuena al autor.

    3. 17 julio, 2013 at 12:48 pm

      Genial, señores. Obra de arte.

      Por cierto, Alvaro, eso de que la suerte, antes de tenerla, hay que buscarla, lo he dicho yo millones de veces. A veces pienso que me plagias 😀

      Un abrazo.

      @ravesen_

    4. 18 julio, 2013 at 11:25 am

      Curioso este trincherazo. Y original.

      No sólo nos trae un partido que algunos ya recordamos sino que lo convierte en algo mucho mayor con la referencia al fiscal polaco.

      Y conste que he tenido que volver a ver el gol de Zanetti porque no lo recordaba, y sin embargo conservo intacto en mi memoria el gol de Owen y la expulsión de Beckham.

      Enorme.

    5. 18 julio, 2013 at 11:10 pm

      Gran historia del Trinche una vez más, y nuevamente grata sorpresa ante el desconocimiento de la misma.

      Hay veces que juraría que el primer partido de fútbol que ví (da igual cual fuese), ya estaba por ahí Zanetti portando el brazalete de capitán. Qué tío más grande!

      Gracias por no detallar sus méritos deportivos, también pienso que no era necesario.

      Felicidades al autor del post.

    6. Pingback: El gol del Pipo | Salmon Palangana

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