Pompeya Sila y los fondos de inversión
by alvayanes • 13 junio, 2012 • Fútbol • 1 Comment
(Escrito publicado en columnas blancas)
Como mujer de Julio César, Pompeya Sila era la encargada de organizar fastos y liturgias de los más diversos tipos la Roma del mediados del Siglo I A.C:. Entre estos se encontraba el rito a la Bona Dea, Diosa de la fertilidad, y cuyo culto estaba restringido a mujeres. Cierto día sin embargo, un enteraíllo llamado Publio Clodio Pulcro, se disfrazó de mujer para colarse en la liturgia e intentar darse un homenaje con la bella Pompeya. Cuentan las lenguas muy antiguas que no consiguió consumar ya que la mujer de César lo rechazó de plano. Sin embargo la noticia corrió como la pólvora por el Foro por lo que el Emperador, aunque sabía que su esposa no había yacido con el joven Clodio, la mandó por tabaco sin remisión acuñando la célebre frase que ha llegado a nuestros días “La mujer del César no sólo debe ser honrada sino parecerlo”
Que el fútbol actual está contaminado por una amalgama de sujetos de dudosa reputación que ven en este negocio una posibilidad de lucro, es algo que a fecha de hoy ya no duda nadie. Un maremagnun de mediadores, comisionistas, trincones y profesionales del olor a dinero que buscan en este río revuelto la forma de poder llevárselo crudo. Aunque es evidente que uno no puede exigir la caballerosidad y el amor por el sport que se respiraba, no sé, en el Café Suizo de hace 122 años, lo que tampoco se puede admitir es que esto se convierta en una jungla donde los especuladores hagan su agosto a costa de los que mantenemos el tinglado con el consumo de esa maravilla irracional llamada fútbol y ese amor insensato que profesamos por unos colores. Si alguien va a jugar con nuestros sentimientos, qué menos que quitarle el puente de plata.
Esa trituradora de sueños llamadas Sociedades Anónimas Deportivas es la que desgraciadamente tenemos y no hay más que amoldarse a ellas, por mucho que algún amigo idealista que me estará leyendo desde un hospital (un abrazo y mucho ánimo) piense que otro mundo es posible. Y, en este marco, es evidente que no se le pueden poner puertas al campo. Pero también lo es que resulta inadmisible el ponerle alfombra roja a los cuatreros que bajo el presunto paraguas del justificable beneficio propio quieren hacer de esto su negocio caiga quien caiga.
En los tiempos de crisis económica que asola el fútbol patrio prácticamente todos los días se escucha que los fichajes de este año no se van a sustanciar con el pago del traspaso como se ha hecho de toda la vida. Se habla de cesiones con/sin opción de compra, de coste cero, de compartir fichas y de otros instrumentos alternativos. Dentro de ese cajón desastre parece que goza de cierto predicamento la entrada de los fondos de inversión en el mundo del fútbol. Además, es una cosa que suena muy bonita, muy trabajada, muy moderna y muy técnica. Cuando sale la noticia de que “se están buscando fórmulas alternativas para reforzar el equipo y tal jugador vendrá gracias a un fondo de inversión” nadie se asusta. Es más; en ciertos aficionados todo eso gusta. Y no sólo por el novelerío endémico que tiene el ultra medio por todo aquello que resulta novedoso sino porque te da la sensación de que, ante la tiesura general, el club anda buscando resquicios para que el equipo deportivamente pueda seguir teniendo en sus filas a buenos jugadores que económicamente y por sí solo no podría.
¿Qué es un fondo de inversión vinculado al fútbol? Mucho tiene que ver con lo que se conoce como “dinero listo” en contraposición al “dinero tonto” y sobre lo que tengo pendiente una columnita. Muy básicamente se trata de una serie de señores que juntan un capital y lo invierten en un futbolista que convierten en su producto financiero. Empresarios que ven joyas jóvenes (imprescindible, porque un futbolista de 33 años no se va a revalorizar) y que adquieren sus derechos por un dinero determinado para sacarle rédito en el futuro. Ese pase lo revenden temporal o definitivamente a otros clubes. Ganarán dinero o lo perderán dependiendo si el futbolista sale bueno o no, claro. En el mundo de las especulaciones y las inversiones todo lleva un riesgo y para que unos ganen es imprescindible que otros pierdan. Veamos un imaginativo ejemplo que, como pasa en Antena 3 cualquier sábado por la tarde, está basado en hechos reales.
Una empresa portuguesa (actual paraíso de los Fondos de Inversión, donde hasta el Benfica y el Oporto tienen uno propio) adquirió los derechos de Roberto por algo más de 8 millones. La mejor oferta que recibió por él fue la del Zaragoza, equipo donde el portero jugó por 300.000 euros. Pero hete aquí que a finales de la primera vuelta, el equipo maño estaba desahuciado en la tabla, con una guerra interna institucional brutal y con todas las papeletas para descender. Obviamente, ese producto financiero variable llamado Roberto tenía menor valor de mercado que unos meses antes. No obstante, el fondo de inversión decidió no mover un varal.
Pero imaginemos que, ante la subyacente disminución de valor de su producto, estos empresarios hubiesen decidido que al portero había que sacarlo de ese polvorín a la voz de ya para que no se siguiese devaluando. E, imaginemos y por decir algo, que llegado el mercado de invierno esos señores hubiesen acordado con el Zaragoza rescindir y “recolocar” su producto en otro equipo con más posibilidades de quedarse en primera en esas fechas (el Sporting de Gijón, por decir algo). Coincidirán conmigo que, de haberse dado esta componenda no excesivamente rocambolesca, el Zaragoza hubiese descendido casi con total seguridad al verse privado de su puntal en la portería y el Sporting sería (tal vez) equipo de primera.
O, lo que es lo mismo, la legal jugada de un fondo de inversión hubiese alterado el devenir normal de los acontecimientos deportivos. ¿Eso les parece bien? A mí, no. Ejemplos de este tipo hay muchos. El caso de Mascherano y Tévez y la extraña operación Corinthians – West Ham con posterior pase a Liverpool y Manchester (que le dio la puntilla a estas operaciones en Inglaterra). O el caso del modesto Locarno que fue un equipo puente de River Plate en operaciones como las de Musacchio, Belluschi o el propio Pipita Higuaín
Por si esto no fuese suficiente hay otros motivos por lo que no me gustan. Este tipo de sociedades se encuentran en muchos casos residenciadas en paraísos fiscales por lo que admitirlas libremente supone legalizar la entrada de la opacidad más suprema en el mundo del fútbol. Son empresas sobre la que es muy difícil encontrar información y sobre las que muchas veces es imposible saber quien está detrás. Por otro lado se puede dar la curiosa circunstancia de que vendedor y comprador tengan intereses compartidos o, incluso, se confundan en la misma persona lo que alienta las sospechas de posibles mangoneos. Recordemos que el máximo mandatario del Zaragoza era partícipe importantísimo del fondo que tenía la propiedad de Roberto. No tengo datos para saber si la operación fue impoluta o no. Probablemente fue así, pero tampoco puede resultar descabellado que algo huela mal en Dinamarca cuando pasan estas cosas, como la propia UEFA ha reconocido en boca de su Secretario General, Gianni Infantino.
Acuérdense de César y Pompeya. Serlo y, además, parecerlo. Muchos de estos fondos de inversión ellos no tengo duda de que lo componen economistas, inversores o empresarios de legalidad o moralidad intachable, que han visto en esta imaginativa propuesta la posibilidad de ganar dinero en un negocio (el fútbol) como cualquier otro. Pero como otros no lo son y en este campo es imposible separar la paja del grano, no queda más remedio que cercenar esta práctica que afecta al desarrollo normal de los cauces deportivos. Así lo han entendido ligas como la francesa o la inglesa donde todo aquel futbolista cuyos derechos son propiedad de un fondo de inversión tiene negada la licencia para disputar la Premier o la Ligue 1. Y en Europa ya se están empezando a dar pasos en este sentido por los señores Platini e Infantino aunque en este punto deben ser especialmente cautelosos para no topar con el Tribunal Europeo de Defensa de la Competencia.
¿Y en España? Pues qué les voy a contar que no sepan. Con clubes endeudados hasta las cejas, un reparto televisivo vergonzante, unos precios de abonos impropios a la realidad económica del país, unos horarios tebeísticos, un ninguneo constante al aficionado, etc. todos sabemos que el actual fútbol español ni es honrado ni lo parece. Sin embargo y como hemos comentado en alguna ocasión, parece que se están empezando a dar pasos en el buen sentido (protocolo de deudas, reforma de la ley concursal, fair play financiero…) por lo que, tal vez, sería planteable que al socaire de lo que ocurre en Francia, Brasil o Inglaterra y de lo que pretende Platini, repensar si resulta beneficioso la permisibilidad de este tipo de operaciones en nuestro fútbol.
Aunque el peaje sea que nunca más veamos en el Sevilla a gente como Él.
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